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Mostrando entradas de octubre, 2017

Dos poemas de Mía Gallegos

Amor en clausura La lluvia arrastra las hojas de los árboles, y los cuerpos que no aceptan doblegarse mueren como héroes de nombres vagos y oscuros. Tanto he llamado a Dios desde mi claustro, busco su origen, su confianza, sus pies, el barro, pero la vida me sigue a golpe de lluvia. Soy pobre, me digo, soy pobre como en el Amor pero no conozco la súplica. Los nudillos de mi mano no golpearán ninguna puerta. Me ha herido la vida con sus garras pero insisto en seguir como la guerrera que soy, y que ama la ciudad, su ciudad. Por eso, y nada más que por eso, amo la nostalgia porque es profunda como las velas azules que tejen el encuentro entre el día y la noche. Amo esta soledad que transcurre entre libros, sueños, llamas en donde existe un pacto con la vida y una consagración con la espera de un día más noble y de una soledad más honda. Con las manos invento figuras y nombres en la pared y labro una ciudad que hab

Tres poemas de Alejandra Solórzano

Exhumaciones Sobre la mesa de noche aguarda un vaso de agua. Una conversación se aferra a los minutos que flotan. Las ondas de nuestras voces recorren algunos rostros del bar, la pieza del debut de nuestra adolescencia y el espejo que nos devuelve el laberinto de lo imposible. Tus ojos se pierden entre el humo. Dilatación de un recuerdo perfecto en tu pupila. Siete palabras hace unos años. Algún reclamo, poetas flotando en la Nada. Insomnio. Lo sabíamos de antemano con la certeza de quien espera distraídamente la muerte. El sonido que con voluntad propia cede su vida al silencio. Horas y horas que flotan. (Según estudios de antropología forense, la acidez del agua apresura el proceso de putrefacción de un cadáver, o de cualquier resto. [De la utopía que fuimos]) Bebo agua para poder dormir. (pp. 50-52) No te apiades… No te apiades No de mí Tantos nombres para un mismo destino Alejandra. (p. 66) Apología a Francisco Auy

¡Décimo aniversario del blog!

Hoy sábado 14 de octubre de 2017, este, mi blog personal, La Casa de Asterión , cumple diez años. El 14 de octubre de 2007, un año de múltiples cambios en mi vida, abrí este blog, en esa época en que Facebook todavía era el Snapchat de Internet. Leer blogs, comentar en ellos y bloguear eran costumbres diarias, como postear hoy día en el mismo Facebook, en Twitter o en Instagram. Blogger, Wordpress y Tumblr y más recientemente Medium se mantienen como espacios para la escritura y la creación de contenidos diversos, para públicos igualmente diversos. De todos, quizá el menos profesional sea este que yo sigo usando. Pero en todo caso, igual nadie presta atención a los blogs menores de autores también (más que) menores. Por eso mismo el empeño en esta labor: por puro gusto. En el 2014 , luego de siete años, anuncié que dejaría de actualizar este sitio, pero que permanecería abierto para que pudieran visitarlo a sus anchas. Se mantuvo tal cual durante el 2015 y el 2016. Este 201

Dos poemas de Ben Lerner

Voy a matar al presidente. Lo prometo. Me rindo. Lo siento. Soy gay. Estoy embarazado. Estoy muriendo. No soy tu padre. Estás despedido. Pedido. Olvidé tu cumpleaños. Tendrás que perder una pierna. Ella se lo estaba buscando. Se tiró debajo del carro. Parecía una pistola. Es contagioso. Ahora ella está con Dios. Ayudame. No tengo un problema. Me tragué un frasco de pastillas. Soy doctor. Te estoy abandonando. Te amo. Andate a la mierda. Cambiaré. (De The Litchtenberg Figures ) EL LECTOR PROMEDIO solo distingue la letra inicial y la última de una palabra. Nada más lee las palabras más extensas y extrañas en una oración, e intuye el resto del lenguaje. El lector promedio a menudo pasa dos páginas a la vez, sin percatarse del corte en la narración. Toma un libro, rápidamente voltea sus páginas y cree que lee. A la inversa –continuamente lee sin darse cuenta– procesará e incluso vocalizará un texto que cree estar componiendo, cuando de hecho está

Dos versiones de un poema de Marianne Moore

Bajo una vela remendada (Versión 1) “Oh, beberemos una vez más, cuando amaine el viento”, beberemos en la misma jarra de siempre y luego iremos al puerto, porque el tiempo se acaba. ¡Vamos, muchacho, a los días que son! (Versión 2) “Oh, una vez más vamos a beber, cuando el viento empiece a ceder”, en la jarra de siempre vamos a tomar y luego zarparemos sin ver porque el tiempo se va a perder. ¡Vamos, muchacho, a los días que vendrán! Traducción: Gustavo Solórzano-Alfaro , 2017 Under a Patched Sail “Oh, we’ll drink once more when the wind’s off shore,” We’ll drink from the good old jar, And then to port, For the time grows short. Come lad—to the days that are! Marianne Moore (Misouri, 1887-New York, 1972) fue una de las más destacadas escritoras, editoras, críticas y traductoras de la generación de autores modernistas estadounidenses. Obtuvo, entre otros reconocimientos, el National Book Award y el premio Pulitzer.

Un poema de Kelli Russell Agodon

Hambre Si nunca tenemos suficiente amor, tenemos más que la mayoría. En nuestro vecindario tenemos perros perdidos y coyotes salvajes y a veces no podemos distinguirlos. A veces no queremos. Una vez traje a casa a un coyote y le dije a mi amante que teníamos una nueva mascota. Hasta que se comió nuestras gallinas. Hasta que se comió nuestras gallinas, nuestros patos y nuestro gato. A veces cometemos errores y los llamamos coincidencias. Dejamos la puerta abierta y después nos preguntamos cómo entró un extraño en la casa. Hay una mujer en nuestra cuadra que cree que está alimentando conejos, pero son ratas enormes sin cola. ¿Recordás a la esposa del granjero? ¿Recordás el cuchillo para carne? Todos intentamos convertir lo que tememos en algo hermoso. Pero incluso las ratas necesitan comer. Incluso las ratas y los coyotes y los huesos en el sendero podrían ser los huesos en nuestros platos. Mandé a pedir un pollo entero. Un pato. A veces el amor hiere. A veces el pe

Un poema de Jennifer Militello

El linaje es una religión Fui un apóstol para ustedes, extraños que me conocen desde que nací. Comí de su carne. Bebí de su sangre. Probé el elixir de sus caprichos. Dejé advertencias en el tabernáculo, limpié el cáliz con un paño. Las cruces marcadas en las hostias fueron sus voces marcadas en mi corazón. Escuché que ustedes viven para siempre. Los escuché levantarse. Sus huesos se rinden a la memoria de la carne, y contamos nuestras bendiciones y además bendecimos. Brillamos anticipando la muerte, vivimos como grietas en contra de los desechos y es amargo el sabor que se queda en nuestras bocas. Estoy muriendo, estoy muerta, señor de las pérdidas, señor de la fe. Con cada respiración mi pecho se ensancha. Ahora estoy arrodillada en el estiércol sin poder moverme, y si meto mis manos se llenarán de helechos y de todo el espesor de cada rostro sin forma, pateando piedras, hasta que ustedes se hayan ido, el balbuceo mítico que forma los la