I came upon a child of God,
he was walking along the road,
and I asked him, where are you going?,
and this he told me:
I´m going on down to Yasgur´s farm,
I´m going to join in a rock n roll band,
I´m going to camp out on the land,
I´m going to try an get my soul free.
We are stardust,
we are golden,
and we´ve got to get ourselves
back to the garden.
Joni Mitchell
he was walking along the road,
and I asked him, where are you going?,
and this he told me:
I´m going on down to Yasgur´s farm,
I´m going to join in a rock n roll band,
I´m going to camp out on the land,
I´m going to try an get my soul free.
We are stardust,
we are golden,
and we´ve got to get ourselves
back to the garden.
Joni Mitchell
Lo indiscutible es el fracaso
de una sencilla utopía
que intentó reclamar el paraíso.
Uwe Schmitt (2)
de una sencilla utopía
que intentó reclamar el paraíso.
Uwe Schmitt (2)
Cuando tenía quince años, en 1990, empecé a escuchar música de forma consistente y consciente. Esto, junto con otras circunstancias, sirvió para generar en mí un espíritu pretendidamente rebelde. Así, toda la magia de la era hippie, las revueltas estudiantiles de los años sesenta, la psicodelia y el color fueron parte de mi formación.
Por esa época, aparte de leer los clásicos, aún me dejaba seducir por libros que hoy probablemente aborrecería. Uno de ellos fue Sencillamente amor, del español Jordi Sierra I Fabra. Título original como el que más.
La novela narra la historia de un muchacho californiano de clase alta, quien antes de entrar a la universidad, decide emprender un viaje de tres mil kilómetros hasta New York, para asistir al festival de Woodstock. Es evidente la licencia de Sierra I Fabra, pues es sabido que el festival no era tan importante al principio, y difícimente una persona que no fuera hippie se iba a tomar tantas molestias, pero bueno... para mí era la gran épica de nuestro tiempo... o al menos del tiempo de los hippies.
El asunto es que emprende el viaje. En el camino conoce, como no podía ser de otra manera, a una joven, de clase baja, hippie, como no podía ser de otra manera, con la que continúa su camino y de la cual, adivinaron ustedes, irremediablemente se enamora.
Pasan mil peripecias, aventuras, situaciones y etcétera. No recuerdo si cogieron, pero creo que sí. Finalmente, llegan a Woodstock. Y es aquí donde nuestro protagonista descubre que ella, como los elefantes (la metáfora es de la misma joven, no mía), al padecer leucemia, creo, decide peregrinar hasta Woodstock, como su gran cementerio utópico. Aquí la licencia también es obvia, pues ella no podía saber que el festival llegaría a ser un mito.
Como ven, una joya de historia: profunda, original y psicológica.
¿Y a qué viene todo esto?
Quizá por el desencanto. Después de que uno llena sus cuadernos de colegio con letras de canciones como "Blowin´in the Wind", "Imagine" o "The Sound of Silence". Después de ver The Doors, de Oliver Stone, o The Wall, de Allan Parker, no será difícil que por esa vía llegue a Rimbaud o a Nietszche, y entonces ya sabemos que el idealismo utópico probablemente sea cambiado por el mayor pesimismo existencial.
En esos años, me juraba a mí mismo que si llegaba a organizarse un concierto como Woodstock, yo haría el viaje, sin importar las condiciones, con tal de encontrarme con la historia de frente y marchar con ella. En 1999 se celebraron treinta años de aquel festival de las artes y la música, aquella "exposición acuariana", como también se denominó. En ese 1999, tal idea me pareció ridícula. Y claro, ni intención de ir a ninguna parte.
El festival de Woodstock, como todos sabemos, empezó como otro gran festival, con música, con arte: un gran gancho para los hippies, como lo fue el de Monterrey el año previo. Se esperaban unas 180 mil personas. Los artistas que se presentaron, en su mayoría aún no eran conocidos, y en general, era un festival con músicos de segundo orden. Muchos de ellos se vieron catapultados a la fama después de este festival y debido a sus muertes, como Hendrix o Joplin. Es decir, el festival no era nada especial ni pretendía serlo. Era solo una idea para hacer dinero de un grupo de hippies con algunos estudios universitarios.
¿Y por qué es tan importante? ¿De qué modo transformó la música, la cultura o lo que sea? Pues ni fue tan importante ni cambió nada. Fue solo la fiesta de despedida de una época, de una moda, de un remedo de intento.
Woodstock no fue la culminación del flower power, como se ha querido ver: fue el inicio de una era donde el capitalismo encontró otra forma de dominación. Como toda válvula de escape, Woodstock significó tres días de paz y amor que resultarían inofensivos para el sistema. En masa, la gente asisitó y consumió, y dejó libre el camino para que la industria se apropiara del significado y lo conviertiera en un mito, y en uno mercadeable durante décadas por venir. Ver medio millón de personas actuando como un solo cuerpo es el sueño de cualquier publicista o mercadotécnico.
La contracultura hippie fue vacía, banal y superficial. Por ingenuidad o por lo que sea. Woodstock no fue una declaración filosófica o política, fue solamente una casualidad. Ahí donde mayo del 68 tuvo connotaciones políticas, por ser parte de planteamientos de cambio previos, o las revueltas en el "tercer mundo" dejaban estelas de muerte, Woodstock fue solo producto del azar, y fue eso lo que lo convirtió en mito. Hoy, es fácil vender esa imagen. Difícilmente vemos gente organizando un nuevo mayo 68. La prueba de lo anterior es que aquellos que de alguna forma gestaron este movimiento o fueron parte de él, como The Beatles o Bob Dylan, no estuvieron o no pudieron estar presentes en este festival.
Woodstock, cuarenta años después, es un campo verde, una placa, un recuerdo, un producto que se vende, nada más, ni nada menos.
Y así, la respuesta siguió flotando en el viento, liviana e inofensiva, mientras los hippies se retiraban a sus casas, para reintegrarse a su destino suburbano y empezar a educar a sus hijos: los yuppies de los ochenta.
Fueron "hijos de Dios", "fueron polvo de estrellas", pero jamás pudieron regresar al jardín.
(1) El festival se llevó a cabo a los días 15, 16 y 17 de agosto de 1969, cerca del pueblo de Woodstock, New York, en la granja de Max Yasgur.
(2) Remito al excelente ensayo "Una nación por tres días. Sonido y delirio en Woodstock", de Uwe Schmitt, en Uwe Schultz (dir.), La fiesta. De las saturnales a Woodstock, Madrid: Alianza Editorial S.A., 1994: 73-94.
Al menos nos queda la música
The Beatles no estuvo presente, pero Joe Cocker se encargó de dejar una huella con esta magnífica reinterpretación de "A Little Help from my Friends".
Comentarios
Y bueno, yo nunca soñé con hacer ese viaje... pero sí he esperado (para no declararme el pesimista existencial) el mayo del 68...
Y no creás, a pesar de lo que digo, muy en el fondo, también me gustaría ver una revuelta, ojalá universal.
Saludos.
Bueno, te recomiendo el documental "Woodstock", que en realidad es el concierto filmado. Impresionante, curiosamente no tanto los momentos de leyenda, para mi gusto, sino algunos de los artistas "menores".
Lo aborrecerías sin duda alguna (me refiero a los libros de Sierra y Fabra). Y si conocieras al personaje, más.
Y tienes toda la razón. Siempre he pensado que Woodstock ha sido mitificado a posteriori ("¡El gran acontecimiento musical después de Woodstock!") con una finalidad comercial muy clara. Conozco gente que va a todos los festivales que se les ponen a tiro. En su fuero interno, tienen la íntima convicción de que si faltan a uno, entonces pueden perderse algo grande (van, y disfrutan de lo que disfrutan). Pero, un detalle. Woodstock no fue un apaño comercial. Creo que pagaron la entrada 10.000. Cuando se corrió la voz de que el festival era gratuito (lo que era falso), se presentaron un millón de personas. Y los organizadores abrieron las puertas. Y tuvieron muchos problemas para recuperar la inversión, y sólo lo lograron gracias a los royalties del documental y otras regalías. De modo que los 990.000 largos disfrutaron gratis de todos eso, entre paz, amor y fango.
Y, esto, Gustavo. No te preocupes. Como ocurre con el mayo del 68 en París, todo el mundo estuvo allí. Aunque no hubieran nacido.
Y respecto a los que sí estuvieron... Bueno, que les quiten lo bailado. Como movimientos, el hippismo no tuvo ni futuro ni continuidad. Pero cada asistente a Woodstock tendrá su historia.
Un saludo!
No entendí lo del personaje.
Lo de "comercial" no es tanto que ellos pretendieron vender millones, sino que aparte de que eran hippies y querían un bonito festival, sabían lo que estaban negociando, a una pequeña escala.
Los datos de Woodstock son algo enrevesados. He visto que se afirma que esperbaan 50 000 personas, en Wikipedia ponen 186 000 (que me parece demasiado). Y luego, en realidad, quienes se enteraro de que era gratis, eran los miles de personas que aguardaban.
En lo que sí se coincide es que fueorn 500 000 mil, no un millón.
Tenés toda la razón en que quienes lo vivieron tienen una historia de lujo, y el hecho de que aquí trate de presentarlo en su dimensión humana, no significa que no me mueva a mí mismo algunas fibras íntimas.
Saludos y gracias por pasar.
Ahora, como siempre, me interesa que te extendás sobre esa impresentabilidad de U2. Particularmente me gusta el grupo a partir del "Achtung Baby" (este lo pongo a la par del "Ok Computer", en sentido, forma y estilo), que me parece genial. Me gusta la voz y las letras de Bono. Los primeros discos no me llegan mucho y los últimos tampoco.
Saludos y gracias por pasar.
El "personaje" es el propio Jordi Sierra i Fabra. Si lo conocieras, tu opinión sobre sus libros cambiaría, recuerdo de adolescencia o no recuerdo.
Un saludo!
Y aquí llegamos a la música: el resultado de esas campañas fue sin duda vender más Bono, más discos. ¿Pero cuántas canciones han dejado en nuestra memoria? Hablo de esas canciones que son la banda de sonido de una emoción colectiva, como podrían ser tantas canciones de los Beatles en los '60. ¿Dos, tres, en más de treinta años de carrera? ¿Se puede comparar con, digamos, la larga marca que dejaron los Beatles, Queen, los Rolling Stones, The Police? Sin dudas U2 llenan estadios y venden por millones discos que nadie compraría sino se llamaran U2, pero también, como bien dijiste, Coldplay lo hace, y Britney Spears. ¿Cuántas canciones resisten que no las cante Bono o no las toque The Edge o no las arregle Brian Eno? Esa es la medida: las canciones de los Beatles siguen siendo grandes canciones aunque las interprete un órgano de Casio que hace música para ascensores, o si se hacen transcripciones para orquesta o para piano o las canta un adolescente con una guitarra en un fogón. U2 es en gran medida la consecuencia de una conspiración de tecnología sonora, de grandes productores como Eno o Lanois, de una campaña publicitaria sin precedentes, de conciertos megalómanos cuyo costo está en abierta contradicción con los principios por los que dice abogar. Cuando U2 vino a la Argentina, por un lado Bono decía que los países del tercer mundo estaban bajo el yugo del capitalismo, y por otro pedía los precios para sus entradas más altos que nadie había imaginado hasta el momento. Pero la gente vendía lo que no tenía para ver a la leyenda, ese mito construido con una maquinaria cuidadosamente pensada para la demagogia y las superventas. U2 es el Stephen Spielberg de la música: populismo, mercado y la Lista de Schindler.
Saludos.
En lo demás, toda la razón, pero son tan evidentes que yo ya ni me molesto por ellas ni las tomo en serio. Es decir, toda esa parafernalia dizque política y demás para aspirar a un nobel y ser un mito no se la traga nadie (bueno, mucha gente sí, jeje).
Fuera de todo eso, que no vale nada y es tan vacío y superficial como lo que más, como decía antes, considero que tienen algún material valioso.
Aquí sí me parece que te vas un poco por el prejuicio de que si la música la tararea hasta mi abuela entonces es buena, y vos como músico, estoy seguro que no pensás eso.
Tomemos cualquier producción de un músico, saquémosle su interpretación: si lo que queda es nada, estamos ante una obra efímera que muere con el artista, o que muere en los discos del artista: en el mejor de los casos, Elvis Presley, Ella Fitzgerald. Se trata grandes intérpretes, pero difícilmente grandes compositores de canciones. Una gran canción fluye y excede a su intérprete, a su disco, a sus versiones, a su época, a sus modas sonoras. Dos o tres canciones de U2 sobrevivirán, pero es magra cosecha para más de treinta años de intentar duro ser los Beatles. Sí sobrevivirá un mito que difícilmente esté a la altura de las canciones.
Ahora, dichas estas cosas, paso a mi opinión personal, creo que es lo que buscabas, jaja. Si me decís "U2?", yo contestaría "no, not me". Nada o casi nada me gusta de U2. Me gusta una canción como "Red Hill Mining Town", aunque me hubiera gustado que alguien más la cantara, no Bono, con esa forma de cantar cuya perfecta exposición cabe en esa parodia que le gustaba hacer a Adam Sandler en SNL. Me gusta el trabajo de guitarras de The Edge en "Bullet the blue sky". Me gustan mucho muchos arreglos que ha hecho Brian Eno, pero eso no cuenta, ¿no? Entonces creo que sumarizado todo lo que me gusta de U2, jeje.
Por otro lado, así como la vida y los actos públicos de un artista nunca me desvelan y me parecen irrelevantes, quiénes están detrás de sus producciones tampoco. Caundo yo digo The Beatles, me refiero al producto que sale bajo dicha "marca", porque a fin de cuentas eso es. Cuando digo U2, no pienso en la imagen romántica del grupo, pienso en el trabajo que se nos da bajo dicho nombre.
Desde ese punto de vista, podríamos criticar a The Beatles por haber usado tanto material propio de Martin o de los ingenieros.
Los cuatro chavalos que son la imagen pasan a segundo plano. Entonces, un disco como el "Achtung baby" me parece válido como texto, no porque sea exclusivo de Bono and co. o de Lanois y Eno. Es una obra donde se conjugan, ahí sí, las capacidades de un buen baterista, con un buen letrista y un guitarista que ha sabido crear un sonido a partir de sus limitaciones (el bajista es un cero a la izquierda), junto con la capcidad de arreglos y producción del otro par, para producir un disco pop diferente y vanguardista. Pero más allá, temas como "One" o "So cruel", se podrían sostener con solo guitarra y voz.
Bueno, tema que da para mucho. Seguimos.
Respecto a que un productor es una parte más de la producción de una canción, es discutible. Creo que las mejores canciones de los Beatles son independientes de su producción. Creo que ciertas canciones de Queen (notoriamente "Bohemian Rhapsody") requieren una producción sofisticada para salir, pero de ninguna manera dependen de un productor, de una grabación, de una tecnología en particular. Su magia puede escribirse en un papel pentagramado: es música, no efectos especiales. Una mujer hermosa (para no discutir, podés elegirla vos) puede quedar más bella si está vestida de lujo, si la han peinado y maquillado para destacar sus mejores atributos, pero cuando se desnuda de esos artificios, sigue siendo una mujer hermosa.
Quizá donde no convergemos es en la cantidad de material que vale la pena. Creo que no son solo parafernalia, y hay bastantes canciones que se pueden rescatar, y que con una acústica y una buena voz, logran ser temas logrados y acabados.
Repito, no es mi intención defenderlos como una súper banda porque no lo son, y no todo su material es bueno, pero creo que el nivel que han manejado es bastante digno y algo superior al promedio.
En fin, me quedo con The Beatles, Led Zepellin, Pink Floyd, Queen, Radiohead, etc.
Fuera de eso, me encantaría saber qué pensás de otros grupos o artistas, como Rufus Wainwright o The White Stripes, que me gustan mucho. Y uno que seguro le das duro (porque se lo merece): Oasis.
Saludos.
Y Oasis me gusta, pero se volvió tan monótono y predecible. Todo suena igual. Al menos creo que ya no aspiran a ser The Beatles.
Debería prestarle más atención a Rufus, entonces. Escuché poco, "Across the Universe", que no me gustó tanto como la versión de Fiona Apple, y "Hallelujah", que no me gustó tanto como la versión de Jeff Buckley, bellísima. ¿Me recomendás algo especial para escuchar?
Me la ponés difícil. Recomendar es como dar un cheque en blanco, jeje.
Tiene cinco discos, hasta ahora: "Rufus Wainwright", "Poses", "Want One", "Want Two" (conjuntados en "All I Want") y "Realese the Stars". Tiene uno doble en vivo: "Rufus does Judy Garland", en el que reprodudce un concierto de ella en el Madison... pero este no lo he escuchado. Y su ópera, que creo no ha salido en CD.
Quizá te recomendaría el primero y los dos "Want". A mí me gustan más porque son más barrocos y sobrecargados. El segundo y el quinto son más livianos en eso, más pop. En "Want One" hay una que se llama "Oh, What a World", donde intercala el "Bolero", de Ravel: muy kitsch, pero muy efectivo. También tiene algunas con letra suya en francés.
Bueno, ahí está. Ya me dirás.