Hacia 1993, en la Universidad de Costa Rica, durante un curso de Humanidades, tenía una compañera que me atraía. Como en una novela decimonónica, digamos que tenía por nombre G. Ella era bailarina, y aparentemente también escribía. En una ocasión en que a G. le tocaba exponer, leyó dos poemas: uno de Mario Bendetti y otro de César Vallejo. A mí me gustaba el buen Vallejo, y no Benedetti. Sin embargo, pretendiendo adivinar que en el caso de G. las cosas serían distintas, y habiendo empezado a comprender que en asuntos sexuales la sinceridad da pocas recompensas, al final de la clase me le acerqué, tratando de flirtear y caer en gracia, y le dije: “Me gustó el poema de Benedetti. El de Vallejo no mucho”. Y G., con delicadeza y aplomo, me dijo: “¿En serio? A mí no. Yo prefiero a Vallejo.”
De más está decir que ahí se acabó la conversación y toda opción sexual o amorosa.
Semanas después me pude reivindicar, cuando en medio de mi ponencia, tuve una fuerte discusión con el profesor de Historia, quien consideraba que Jorge Debravo era el non plus ultra de toda la poesía. Luego de la clase, G. se me acercó y me dijo: “Estoy de acuerdo con vos”…
El poema de Vallejo, leído tiempo atrás, es este:
Considerando en frío, imparcialmente...
Considerando en frío, imparcialmente,
que el hombre es triste, tose y, sin embargo,
se complace en su pecho colorado;
que lo único que hace es componerse
de días;
que es lóbrego mamífero y se peina...
Considerando
que el hombre procede suavemente del trabajo
y repercute jefe, suena subordinado;
que el diagrama del tiempo
es constante diorama en sus medallas
y, a medio abrir, sus ojos estudiaron,
desde lejanos tiempos,
su fórmula famélica de masa...
Comprendiendo sin esfuerzo
que el hombre se queda, a veces, pensando,
como queriendo llorar,
y, sujeto a tenderse como objeto,
se hace buen carpintero, suda, mata
y luego canta, almuerza, se abotona...
Considerando también
que el hombre es en verdad un animal
y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza...
Examinando, en fin,
sus encontradas piezas, su retrete,
su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo...
Comprendiendo
que él sabe que le quiero,
que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente...
Considerando sus documentos generales
y mirando con lentes aquel certificado
que prueba que nació muy pequeñito...
le hago una seña,
viene,
y le doy un abrazo, emocionado.
¡Qué más da! Emocionado... Emocionado...
César Vallejo, Poemas Humanos, 1939.
Comentarios
es mi opinión.
Un abrazo a los dos desde las nubes.
Un saludo con afecto Asterión.
soy amante de los poetas tristes!!
También, picosa la anécdota!! saludes
Tristemente refrescante.
Lola: lo has dicho. Vallejo es muy bueno, y este poema es genial.
Luissiana: yo también me inclino por el arte de carácter nostálgico.
Alexánder: bellas imágenes: "el príncipe encantado de la tristeza, "la pequeña sabandija herida", "el gran dios que todos llevamos dentro".
Un saludo afectuoso para los cuatro y gracias por pasar.
Saludos y muchas gracias por la visita.
Saludos y gracias por pasar.
Genial el post
saludos
Me alegra que te haya gustado el post. Saludos y gracias por tu visita.
En otro orden de cosas, no me gusta este poema; creo que Poemas humanos es el libro más débil de Vallejo.
Abrazo,
EZ.
Ezequiel: a mis 18 años, me era muy difícil mentir. Defendía mis posiciones estéticas como lo más sagrado. Luego vi que no había caso, jaja, y me acerqué más a la filosfía de la familia Fanzone. Eso sí, no es que mienta, simplemente no hablo al respecto y listo.
Ahora no podría decir cuál me parece más flojo o mejor. Como con muchos poetas, termino por recordar algunos poemas, más que los conjuntos.
Saludos a ambos y gracias por comentar.
Saludos y gracias por la visita.