Hace unos meses, Alexánder Obando escribió un artículo donde hacía mención de la influencia de Luis Chaves sobre muchos poetas costarricenses, a la vez que los criticaba por haberse convertido en imitadores. Poco después, Juan Murillo nos recordaba, con fotografía y nostalgia, el tema de los talleres literarios. Y hace unos días, a propósito de mi reseña del libro En defensa del desgaste, Guillermo Barquero me señalaba la necesidad de ahondar en el tema del minimalismo. Y por último, el poema de Ezequiel Zaidenwerg trazaba muy bien las líneas de diversas tendencias de la poesía actual.
Todos ellos son temas que hemos abordado en alguna ocasión, y a los cuales hay que seguir dándoles vueltas. En ese sentido, el primer poemario de Esteban Chinchilla, Carpintería, es un buen pretexto para hacerlo.
Para empezar, el primer aspecto positivo que encuentro en Carpintería es que no se parece, al menos no de una forma burda y evidente, como muchos otros, a la poesía de Luis Chaves. Esto lo señalo porque Chinchilla es parte del Taller de Poesía Artesanal, coordinado por Chaves. Y asumo que el primero en sentirse bien por esto es el mismo Luis, quien no querría tener una secta, sino un espacio de diálogo poético. Creo que para todos es claro que Luis abrió una veta, ciertamente inexplorada en nuestras letras, y como todo buen precursor, sus acólitos e imitadores no se hicieron esperar. Esto, claro, no es su responsabilidad.
Entonces, mientras la poesía de Luis toca temas de la cotidianidad, siempre teñidos de una carga nostálgico-irónica, la poesía de Chinchilla parece ser más íntima, más introspectiva, con regodeos hacia lo mítico-simbólico. Veamos el poema “No eras nada”.
Por otra parte, hemos criticado repetidamente la tendencia al minimalismo, tan presente en buena parte de las propuestas actuales. Hemos señalado que tal postura estética, en realidad encubre una falta sea de talento o de materia poética, o simplemente tiene que ver con no arriesgarse demasiado. Sin embargo, también hemos indicado que el minimalismo no es negativo en sí mismo, sino por lo ya dicho, y que es perfectamente viable encontrar poemas breves bien logrados. Tal es el caso, una vez más, de Carpintería, un poemario eficaz, con economía de recursos, con precisión en las imágenes y con buenas dosis de lirismo, como en el poema “Por el camino más largo”:
Desde su título, el hablante lírico ha apostado por el oficio, por la labor cotidiana, matizada de una experiencia a la vez íntima, existencial y amorosa. La carpintería es un oficio modesto, podemos decir, y la poesía también. Ninguno de los dos cruza la alfombra roja. Luego, para escribir un poema, es necesario el trabajo, la paciencia del que martillea en paredes que se confunden con el viento.
Como podemos ver, la poesía de Chinchilla bien es capaz de inscribirse dentro de la línea poética costarricense que más se privilegia actualmente, pero es a la vez presagio de algo que reclama su individualidad.
En la contraportada, el escritor Carlos Cortés afirma respecto de este libro: “Lo hace con el estilo antirretórico y económico que asume la poesía actual costarricense”. Aquí, se evidencia una generalización sumamente dañina, la cual implica que solo existe “una poesía actual costarricense”, con lo que se borra de un plumazo los diversos matices que aún es posible encontrar.
Ya hemos mencionado en otras ocasiones, que a pesar de que la crítica ha querido ver siempre dos tendencias claramente diferenciadas en Costa Rica (el trascendentalismo y la antipoesía), las tendencias son más variopintas que tal división. Ahora bien, al menos en esa visión dual había espacio, pero la afirmación de Cortés, de mira estrecha, deja por fuera cualquier otra veta importante de nuestras poéticas.
Carpintería es un buen primer libro, con momentos muy logrados, aunque aún hay presencia de algunos lugares comunes, y cierto facilismo en el cierre de varios textos, como sucede en “El olor del agua”:
Como no puedo dejar de mencionarlo, el aspecto editorial presenta varios problemas. De ellos, el principal es que casi no hay margen superior, por lo que un mal cálculo en la guillotina, probablemente nos habría privado de los títulos. Fuera de eso, la usual portada, bastante aceptable, pero con algunas erratas y problemas de impresión, con tinta corrida o borrosa, que empañan cualquier buena intención.
Carpintería es un buen presagio, un buen anuncio, tanto para su autor como para la poesía costarricense. Es una demostración de que la brevedad y el laconismo no son sinónimos de mediocridad, o de falta de riesgo. Este primer poemario de Esteban Chinchilla es una prueba de que la poesía es un oficio, pero para artesanos finos, no para carpinteros chambones. Ahora será esperar, con ansias, la evolución de este poeta y sus nuevas propuestas. Enhorabuena.
Esteban Chinchilla (San José, 1978). Escritor, músico, fotógrafo y productor audiovisual. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Costa Rica. Miembro del Taller de Poesía Artesanal, de Luis Chaves. Carpintería es su primer poemario.
Todos ellos son temas que hemos abordado en alguna ocasión, y a los cuales hay que seguir dándoles vueltas. En ese sentido, el primer poemario de Esteban Chinchilla, Carpintería, es un buen pretexto para hacerlo.
Para empezar, el primer aspecto positivo que encuentro en Carpintería es que no se parece, al menos no de una forma burda y evidente, como muchos otros, a la poesía de Luis Chaves. Esto lo señalo porque Chinchilla es parte del Taller de Poesía Artesanal, coordinado por Chaves. Y asumo que el primero en sentirse bien por esto es el mismo Luis, quien no querría tener una secta, sino un espacio de diálogo poético. Creo que para todos es claro que Luis abrió una veta, ciertamente inexplorada en nuestras letras, y como todo buen precursor, sus acólitos e imitadores no se hicieron esperar. Esto, claro, no es su responsabilidad.
Entonces, mientras la poesía de Luis toca temas de la cotidianidad, siempre teñidos de una carga nostálgico-irónica, la poesía de Chinchilla parece ser más íntima, más introspectiva, con regodeos hacia lo mítico-simbólico. Veamos el poema “No eras nada”.
De casi nada se hace el fuego,
nace entre la rama de lo poco
el edificio,
sobre símbolos de álgebra estéril,
sobre la caligrafía de un muerto
existe Dante:
el amor pretende su fruto de la tinta,
la idea de mí como polvo.
Por otra parte, hemos criticado repetidamente la tendencia al minimalismo, tan presente en buena parte de las propuestas actuales. Hemos señalado que tal postura estética, en realidad encubre una falta sea de talento o de materia poética, o simplemente tiene que ver con no arriesgarse demasiado. Sin embargo, también hemos indicado que el minimalismo no es negativo en sí mismo, sino por lo ya dicho, y que es perfectamente viable encontrar poemas breves bien logrados. Tal es el caso, una vez más, de Carpintería, un poemario eficaz, con economía de recursos, con precisión en las imágenes y con buenas dosis de lirismo, como en el poema “Por el camino más largo”:
El regreso es mito
en la ficción de la memoria,
un estar siempre ausente
como el movimiento
de la marea,
tu aparejo es sombra,
truncada alevosía
de lo que es muerte,
árbol negro en el sitio de la espera. (p. 17)
Desde su título, el hablante lírico ha apostado por el oficio, por la labor cotidiana, matizada de una experiencia a la vez íntima, existencial y amorosa. La carpintería es un oficio modesto, podemos decir, y la poesía también. Ninguno de los dos cruza la alfombra roja. Luego, para escribir un poema, es necesario el trabajo, la paciencia del que martillea en paredes que se confunden con el viento.
Como podemos ver, la poesía de Chinchilla bien es capaz de inscribirse dentro de la línea poética costarricense que más se privilegia actualmente, pero es a la vez presagio de algo que reclama su individualidad.
En la contraportada, el escritor Carlos Cortés afirma respecto de este libro: “Lo hace con el estilo antirretórico y económico que asume la poesía actual costarricense”. Aquí, se evidencia una generalización sumamente dañina, la cual implica que solo existe “una poesía actual costarricense”, con lo que se borra de un plumazo los diversos matices que aún es posible encontrar.
Ya hemos mencionado en otras ocasiones, que a pesar de que la crítica ha querido ver siempre dos tendencias claramente diferenciadas en Costa Rica (el trascendentalismo y la antipoesía), las tendencias son más variopintas que tal división. Ahora bien, al menos en esa visión dual había espacio, pero la afirmación de Cortés, de mira estrecha, deja por fuera cualquier otra veta importante de nuestras poéticas.
Carpintería es un buen primer libro, con momentos muy logrados, aunque aún hay presencia de algunos lugares comunes, y cierto facilismo en el cierre de varios textos, como sucede en “El olor del agua”:
La palabra escrita
es la excusa de la palabra no escrita,
el verso es la excusa de lo ausente,
como cuando vemos la rama que crece
y decimos “esto es la vida”.
Otro ejemplo claro
es cuando alguien describe la lluvia
y llenamos de geografía lo húmedo.
Pero hay algo más
y no sé qué es. (p. 25)
Como no puedo dejar de mencionarlo, el aspecto editorial presenta varios problemas. De ellos, el principal es que casi no hay margen superior, por lo que un mal cálculo en la guillotina, probablemente nos habría privado de los títulos. Fuera de eso, la usual portada, bastante aceptable, pero con algunas erratas y problemas de impresión, con tinta corrida o borrosa, que empañan cualquier buena intención.
Carpintería es un buen presagio, un buen anuncio, tanto para su autor como para la poesía costarricense. Es una demostración de que la brevedad y el laconismo no son sinónimos de mediocridad, o de falta de riesgo. Este primer poemario de Esteban Chinchilla es una prueba de que la poesía es un oficio, pero para artesanos finos, no para carpinteros chambones. Ahora será esperar, con ansias, la evolución de este poeta y sus nuevas propuestas. Enhorabuena.
Lenguajes
Dime tu palabra en árabe,
en ave o tropiezo.
Dime tus palabras en algún idioma
o en cualquiera:
todos son imprecisos e incompletos.
Al fin,
todo lo que se dice se traduce.
Dijiste beso:
y yo pensé la sed y el agua. (p. 75)
Esteban Chinchilla (San José, 1978). Escritor, músico, fotógrafo y productor audiovisual. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Costa Rica. Miembro del Taller de Poesía Artesanal, de Luis Chaves. Carpintería es su primer poemario.
Comentarios
los poemas que están aqui expuestos de esta crítica me parecen acertados.
Yo no creo que un poema minímalista sea más fácil de escribir que un poema largo. Creo que los poemas mínimalistas (yo simplemente los llamó cortos) expresan una idea como una pincelada. Y hay que acertar mucho en la diana para lograrlos.
Un saludo. Interesante entrada.
También, más en general, hay que decir que el trabajo de la crítica cuando se da la tarea de agrupación generacional, temática o estlística tiene necesariamente que pecar de inexacta. Cualquier agrupación de artístas es un rodeo grosero que la individualidad de cada poeta se esfuerza en desmentir. A pesar de eso, agrupar poetas por afinidades electivas o imaginarias es un deporte tan divertido que hasta Carlos Cortés se arriesga a lanzar esas lápidas.
¿No has leído el que acaba de sacar Silvia Piranesi, la compañera de Estaban?
Lola: me alegro de que te gustara la selección.
Hasta cierto punto, estoy de acuerdo con vos. Cuando he criticado el minmalismo, como digo aquí, no es por que en sí misma dicha postura sea "negativa", es porque se malentiende, se abusa de ella y termina por encubrir la falta de talento. Cualquiera hace un chiste, pero pocos pueden sentarse a escribir "El paraíso perdido".
Por lo demás, un poema breve debe ser "perfecto", acertar en la diana, como bien decís, no solamente ser un poema abortado, como parece a veces con tanto poema hiperbreve que circula.
Juan: es un poemario qeu se las trae, definitivamente.
Concuerdo con vos en la referencia la "carpintería". De hecho, podríamos extendernos sobre el título, porque da para muchas lecturas.
Es lógico que por método uno haga "compartimentos", pero aún así hay que ser cuidadoso.
Sobre el libro piranésico, en esas estoy. Es otra interesante propuesta.
Por lo general me llevo bastante bien con los artístas, con tilde, por su aseveración de la importancia de la nada y sus reflexiones sobre la inmortalidad del cangrejo.
Leandro: completamente de acuerdo. Desde que lo leí, esas líneas se me quedaron dando vueltas.
Saludos a todos y gracias por pasar.
Saludos, Asterión, y gracias por
estas reseñas.
Al contrario de lo que expresás, creo que esta línea poética no es la más privilegiada en Costa Rica; lo sabés cuando en la mayoría de los certámenes te exigen poemas de más de catorce versos, casi no encontrás textos de este corte en las librerías "normales", la gente en los recitales espera que leás otra cosa, necesitan una pauta para aplaudir (por cortesía)y tienen cara de ¿eso fue todo?. En fin, ¿privilegiado por quién? Tal vez un grupo de poetas que intenta llevar la batuta en el asunto aún no sea suficiente.
Lo de los certámenes aplica únicamente para aquellos donde se concursa con un solo poema. Cuando se trata de un libro, no piden mínimo de versos por poema, sino en total.
Si buscás en los blogs de escritores jóvenes, verás que todo es "minimalista". Varios de ellos han empezado a publicar. Una rápida visita a la librería de la UCR, donde se concentran todas las editoriales y ediciones personales, arroja lo mismo.
Y claro, en los recitales, la gente se queda pensando, "¿y eso es un poema?" Excepto los amigos, que hasta chiflan de emoción y dicen "qué bárabro, mae, sos un campeón."
Esa poesía es privilegiada en el Valle Central. Casi todos los recitales son así. En cinco minutos se leen casi el poemario entero. Y bueno, de las lecturas mejor ni hablar. Cero capacidad para conectar con el público. Bostezo total.
Más gente debió conocer a Mestre, una lección de un poeta que da un espectáculo.
Macizo: sí, estoy de acuerdo con tu lectura. Com decía en otro comentario, el título, en relación con los poemas, claro, permite varias lecturas, interesantes, tanto en términos lingüísticos como de poética.
Saludos a ambas y gracias por pasar.
Estamos de acuerdo en que, tanto en los recitales como en los blogs, abunda la poesía menos extensa (no precisamente minimalista). Me doy cuenta de que esta línea está creciendo, pero sigue siendo menospreciada y prejuzgada. A la gente (académicos o no) le puede gustar esta poesía, pero nada más, el privilegio, la admiración, incluso el análisis, está más cerca de esa otra línea "para grandes poetas".
Soy el primero en defender que un poema no debe ser juzgado únicamente por su extensión. ¿Pero qué pasa cuando todo lo que se escribe es igual? ¿Qué pasa cuando el poema, en lugar de parecer un universo concetrado, parece un aborto?
¿Organizaría uno un concurso para recibir propuestas de dos líneas? ¿Le darías mil dólares a alguien por dos líneas?
Ya sé que van a decir que es posible encontrar una sola línea, una sola palabra, que lo vale todo, pero no estamos hablando de eso. Creo que partimos de otro punto, porque si no nos quedamos en lo mismo siempre.
Por otra parte, cuando decís que un poema de más de catorce líneas es "poesía tradicional", estás aceptando que lo "contemporáneo" es la poesía de menos de catorce versos, y que esa es la que debería llegar a ser aceptada, y ese es precisamente el problema, ese es el punto que no comparto.
Un poeta debe saber escribir poemas extensos y poemas breves. Si no, sería como un zapatero que solo arregla chancletas.
Saludos.
No defiendo ni acuso a la poesía por su forma, sino por su contenido. Si toda la poesía corta es igual, ¿porqué toda la extensa es diferente?. De que hay poemas breves abortivos, los hay, pero hay poemas largos que son asesinatos premeditados.
Si organziara un concurso de poesía, estaría muy complacida de recibir buenos poemas de dos versos y buenos poemas de cien versos. El premio debería ser para el mejor ¿no?, y claro que en mi tabla de calificación no estaría el rubro "extensión del poema".
Sí,la poesía contemporánea es mucho menos extensa.Abogo porque sea aceptada, no porque sea la única aceptada.
¿Debería un músico escribir cantos gregorianos y regueaton? ¿Un pintor ser bueno haciendo caricaturas y arte abstracto? Creo que hay que intentar de todo, pero cada quien tiene sus inclinaciones.
Gracias por el espacio. Un abrazo.
En cuanto al primer párrafo, es notorio que partimos de dos experiencias muy distintas, porque lo que yo veo que recibe apoyo, muchas veces, es esto que he denunciado. Claro, en el campo exclusivo de los premios, sería otro asunto.
Yo defiendo el arte por su forma, no por su contenido. Creo que ahí también mantendríamos nuestras posiciones encontradas.
En el comentario anterior, dejé claro que no parto de la extensión como criterio, y menos como criterio único. Lo que sucede es que cuando ves que solo poemas de dos líneas hay por todo lado, es necesario remover el asunto y provocar cambios. Estoy de acuerdo en que así como hay poemas abortados, hay mamotretos infumables.
Yo probablemente también dejaría abierto el tema de la extensión en un concurso, casi seguro de cuál sería el resultado.
Decir que la poesía contemporánea es menos extensa, es asumir que solo hay una forma de la poesía contemporánea. Y eso no es así.
En cuanto a su aceptación, no creo necesario abogar, tiene cientos de autores y de adeptos.
Hace mucho tiempo, quizá el poeta más tradicional y odiado de este país, insistía, según estudios y estadísticas (según él), que los poemas no podían ser mayores de treinta versos, porque después, el lector perdía el interés. Jamás compartí semejante idea.
Respecto al último párrafo: todas las artes y los oficios tienen fundamentos, técnicas, parámetros. Claro que cambian con el tiempo, pero los tienen. Un músico debe saber de melodía, armonía y ritmo, los tres pilares de la música: muchos músicos populares solo saben de melodía, y los regguetoneros solo conocen un ritmo. Un músico debe ser integral. Los "estilos" es asunto aparte. Y sí, un músico debe saber tocar más de una cuerda.
Un pintor debe saber manejar la línea, el pigmento, el volumen. Debe saber dibujar y pintar. La mayoría de "artistas abstractos o conceptuales" son incapaces de dibujar.
Un artista tiene derecho a hacer lo que le dé la gana si es capaz de manejar las formas.
¿Por qué un arquitecto tiene que ir a la universidad, y si se le cae el edifico lo demandan, en cambio cualquiera puede escribir lo que se le ocurra y no pasa nada?
El espacio es tuyo. Gracias a vos por comentar. De lo contrario no hay gracia.
Saludos.
Yo creo que la forma y lo que se dice en el poema están muy relacionados. Y hay poemas muy buenos largos y otros muy buenos cortos. A parte de la longitud hay que analizar muchas más cosas de un poema. Son formas distintas de poetizar. Wiliam Ospina, Carlos Mestre por decir dos, tiene poemas largos pero muy buenos.
En Costa RIca presicamente ganó el premio Sor Juana Inés de la Cruz del 2007 un poeta Chileno afincado en España que escribe poemas bastante cortos pero muy certeros. Si buscaís en la red encontrareís Julio Espinosa Guerra. Este poeta ganó el concurso por unanimidad del jurado y este poeta no cocone a nadie en Costa RIca.
Yo creo que hay que leer el poema en su plenitud largo o corto y ver dónde está el acierto o el desacierto.
Lo que le gusta a la mayoría de la gente y muchas veces lo que se gana en los concursos no coincide con el postulado de la creación, con la verdadera poesía.
Un abrazo.
(Me voy a preparar la comida) Hasta luego.
Y el problema es que esa "estética de la brevedad", lo que revela muchas veces no es, desgraciadamente, una estética, sino la total ausencia de una.
A propósito de premios, y la posibilidad de contrastes, el Sor Juana del año pasado lo ganó un tico con un poema largo. Y ese mismo autor, Klaus Steinmetz, ganó el Luis Cardoza y Aragón con otro poema largo. Y en Costa Rica casi nadie lo conoce como poeta. En Costa Rica conocen a los que escriben poemas breves.
Un abrazo para vos y ojalá que hayas disfrutado la comida.
¿como uno sabe que lo que escribe tiene calidad eso es lo que yo siempre me pregunto?
Un abrazo.
Respecto a tu pregunta, es claro que no existen fórmulas, pero hay una historia, que es la que da las bases, y hay una propuesta, es decir, un aporte. Uno puede notar en una obra literaria si ha pasado por lecturas, es decir, que no sea ingenua; si no tiene lugares comunes; si hay formas o ideas novedosas. No es sino hasta después que entra en juego el gusto. Puede que una obra no me guste, pero puedo reconocer si es un trabajo serio, una simple charlatanería o una mera ingenuidad.
Un abrazo.
YO creo que uno empieza a distinguir cuando se profundiza en al escritura de esta manera: leyendo mucho.
Un abrazo.
A veces la gente se acerca a uno, y te dice: "Yo escribo. Me gustaría conocer su opinión". Lo primero que le pregunto a estas personas es: "¿Qué has leído?" Ese es el punto de partida. No se puede empezar ni por los sentimientos ni por la experiencia.
Gracias por pasar y comentar.
Un abrazo.