Imagen: Vendedores, grabado, de Francisco Amighetti (artista plástico y escritor costarricense, 1907-1998)
Al hablar del modernismo en Costa Rica, es evidente que no podemos hacerlo en términos de un movimiento o una escuela, con determinados autores adscritos a un proyecto estético. Y aunque esto parece estar claro, casi siempre es necesario señalarlo de nuevo. Ahora bien, no es menos cierto que el modernismo fue la escuela que sirvió de base e influencia para la mayoría de las producciones poéticas desde finales del siglo XIX hasta bien entrado el siglo XX, hacia los años cuarenta, con lo cual sería este amplio periodo de nuestra historial literaria, el más variado y rico en propuestas.1
Esta constatación, nos haría pensar en una especie de “atraso” respecto de otros países; sin embargo, una vez más entraríamos en la discusión en relación con la idea de “progreso” en el arte. Ciertamente, los poetas con influencia modernista y aun romántica a lo mejor nos estaban inventando nada, pero es que en arte no siempre se trata de inventar, sino de hacer bien las cosas, y algo que sabían hacer era responder a la tradición poética.
En este sentido, es notoria la transformación en el ámbito de la educación formal que se da a partir de la primera mitad del siglo XX: Costa Rica asume, con todas sus consecuencias, la visión decimonónica de la cultura europea, lo que permitirá un crecimiento en las ideas y discusiones, mientras que cincuenta años antes, aún vivía bajo una educación meramente “religiosa” y “moralista”.
No es casual que uno de los personajes que más haya influido en nuestro sistema educativo, sea también uno de los poetas más destacados: Roberto Brenes Mesén.2 En este escritor confluyen el intelectual, el artista, el filósofo y el educador; y en su poesía, vemos el aliento del modernismo, con tintes románticos, e incluso cierto acercamiento ya a las primeras vanguardias. Empecemos pues, con uno de sus poemas:
El árbol poeta
La noche derramó su cabellera
por el cielo como una enredadera
de florecillas de oro. Las dos zarpas
de un viejo viento hieren en las arpas
que cuelgan de los árboles: las notas
de sus sonantes cuerdas, las ignotas
voces del césped que contempla el oro
de las estrellas, el brillante coro
de las risas del agua, todo embriaga
mi corazón y el pensamiento vaga
por los cóncavos senos del ambiente.
Me siento, y un grande árbol, frente a frente
de mí, me tiende sus flexibles manos.
Todos sus movimientos son humanos:
ese árbol siente, me contempla y piensa
no sé qué pensamientos de una intensa
vida de árbol que inventa un mudo idioma
ideal, como un espíritu de aroma,
para cantar la reflexión secreta
de toda existencia: es su poema.
Como él sumerge el corazón al fondo
de las entrañas de la tierra, en lo hondo,
para sentir elaborar la vida,
para mirar el agua convertida
en lágrimas o en savia, sustancias
de minerales en las grandes ansias
de ascender las cumbres del ramaje
o del ideal más alto del linaje
de los hombres: ese árbol es poeta.
Sus rumores traducen con discreta
sabiduría el alma de las cosas.
Cuando llegan las horas silenciosas
ese árbol vierte de sus propias manos
aromas –pensamientos infrahumanos
que por el aire diáfano se extienden,
y los seres de entorno le comprenden.
El alma del poeta es un follaje
que canta en el silencio de un paisaje
los secretos profundos del subsuelo,
la voz del aire en cuyo ondeante velo
prende el perfume del amor, la sombra
de una angustia mortal que no se nombra,
los ideales del hoy y del mañana:
su grande alma es toda el alma humana.
De Hacia nuevos umbrales
Este poema, dentro de la tradición romántica, que pervive o resurge en el modernismo, trabaja el tema de la naturaleza y la relación entre todas las cosas del universo. El árbol, en diferentes culturas, es símbolo de unión, entre muchos otros sentidos, entre el cielo y la tierra, el mundo superior y el mundo inferior. Esta temática revela la vena teosófica que se ha apuntado tuvo Brenes Mesén. A la vez, el símil del árbol (u otros elementos de la naturaleza) con el poeta, es característico de poemas como “El albatros”, de Baudelaire, por ejemplo.
Roberto Brenes Mesén (San José, 1874-1947)
Obra poética
En el silencio (San José: Imprenta Alsina, 1907)
El canto de las horas (San José: Joaquín García Monge, 1911)
Hacia nuevos umbrales (San José: Imprenta Alsina, 1913)
Voces del ángelus (San José: Ediciones El Convivio, 1916)
Pastorales y jacintos (San José: Ediciones El Convivio, 1917)
Los dioses vuelven (San José: Ediciones El Convivio, 1928)
En busca del Grial (Madrid: Editorial Hernando, 1935)
Poemas de amor y de muerte (San José: Imprenta Soley y Valverde, 1943)
En casa de Gutemberg, banquete platónico y otros poemas (San José: Imprenta Tormo, 1945)
Rasur o Semana del esplendor (San José: Imprenta Trejos, 1946; 2ª ed., San José: EUNED, 1987)
Notas:
1 Contrario al generalizado criterio que se maneja en nuestros días, de que estamos en la etapa más rica y productiva de nuestra poesía. Aquí, debemos indicar que no hay que confundir auge editorial con auge creativo.
2 Hasta hace un tiempo, el programa de Español del Ministerio de Educación Pública (MEP), incluía su texto “El árbol poeta”, al igual que otros textos de la época. Actualmente, el poema más antiguo de Costa Rica que se estudia en secundaria es de Isaac Felipe Azofeifa. El título de este texto aparece así en Antología crítica de la poesía de Costa Rica, pero en Costa Rica: poesía escogida, también de Monge, aparece como “El árbol del poeta”. Aquí optamos por el título sin la contracción.
Historia de la poesía costarricense I. Introducción
Historia de la poesía costarricense III. El modernismo. Lisímaco Chavarría
Comentarios
Asterión, decime: ¿A qué apuntan estas notas tuyas sobre la historia de la poesía tica? ¿Estás preparando algún estudio particular?
Por lo demás, el modernismo (cada día me convenzo más de que hay que decir "cierto" modernismo: me hace falta en CR una línea como la de "Los éxtasis de la montaña" de Herrera y Reissig) como blasón cultural burgués ha marcado malamente algunas convicciones sobre lo que debe ser la poesía en el país. Me parece que va siendo hora de releerlo (al modernismo) en busca de otras líneas. Tengo la impresión de que una de ellas puede estar en J. Basileo Acuña, quien tiene un veta sentimental muy fechada, pero también unas composiciones líricas muy extravagantes y sugestivas que complacerían al mismo Alexander Obando, quizá.
Te puedo decir que estas notas sí apuntan hacia un estudio en particular, pero todavía no sé a cual. Ciertamente, es una manera personal de ordenar algunas ideas, recibir insumos de parte de los lectores e ir definiendo líneas de trabajo.
Algo que me interesa en particular es el problema de la soledad y aislamiento de la literatura tica. Las razones socioeconómicas y políticas, válidas (y obvias) en muchos casos, no terminan de convencerme del todo. Estoy seguro de que debe haber algo más. Claro, igual puede que no lo haya.
El modernismo en CR es muy particular. Imaginate, más de cuarenta años cultivándolo. Por eso, estoy de acuerdo con vos en hablar de cierto modernismo o ciertos modernismos. Algunas teorías quieren dejar por fuera a Marchena, por ejemplo, pero para mí sería el epítome del modernismo, el representante por excelencia (a la vez que uno de los más flojos), a pesar de que su librito fuera casi el último de esta tendencia.
Asimimismo, tendríamos el caso de Brenes Mesén, que mucho antes, muestra tendencias donde se desliga de alguna manera. De hecho, "El árbol poeta" no es el ejemplo más exacto de modernismo.
En fin, es un fenómeno complejo porque abarca casi cincuenta años y gran cantidad de escritores, igual que el periodo posterior, la "vaguardia", que terminará abarcando otro tanto.
Como nota final, debo decir que siempre fui muy reacio a todos estos poetas "modernistas"; sin embargo, conforme abandona uno la juventud, empieza a verlos con más atención y cuidado, lo cual permite valorarlos en su justa dimensión.
Por lo demás, concuerdo plenamente en que lo necesario es una relectura, y estas notas apenas empiezan a esbozar un camino que nadie sabe si llega a alguna parte (si es que llega).
Saludos y gracias por la visita.
P.D. A Álex le compré una antología de poetas ingleses traducidos por José Basileo Acuña. Como que hay una rica tradición de traductores ticos, ¿no?
Quedo en espera de los nuevos avances de esta revisión tuya.
Tiene mucha razón Asterión cuando dice que hay una rica tradición del pasado que vamos descubriendo a la reversa, es decir hacia atrás en el tiempo y conforme vamos envejeciendo.
Por cierto, ¿qué papel le darían ustedes a Lisímaco Chavarría en el contexto de lo romántico y modernista de nuestra historia literaria? Algunos de sus poemas me calan hasta los huesos.
(Un asunto mecánico: Asterión, ni este n i tu post anterior salen en mi pantalla. Tuve que leerlos desde la página de comentarios. Creo que se debe a mis configuracín para gente cegata).
Lisímaco es, precisamente, uno de esos poetas a los que siempre les he tenido resistencia, pero esto es mero prejuicio. Debe ser que su apellido es muy similar al de Aquileo, y a este sí que no lo soporto.
Entonces, dos cosas: uno, la crítica lo ubica como un destacado representante del modernismo; y dos, prometo entrarle, para ver si logra calar en mí.
Quisiera solicitar su ayuda, ando desde hace años(literalmente), en busca de un poema de Don Roberto Brenes que se llama "El Bosque en marcha", lo he buscado en varias bibliotecas pero no he tenido suerte.
Tal vez usted tenga alguna referencia que me pueda ayudar a encontrarlo.
Gracias de antemano por su ayuda, le dejo mi correo en caso que le sea necesario.
La Euned publicó "Roberto Brenes Mesén", en la serie Quién Fue y Qué Hizo, y en dicho libro hay varios poemas. No lo tengo a mano, así que lo busqué en Google Books y vi que trae varios poemas, pero no se muestran todas las páginas. Podrías buscar ahí.
Saludos y gracias por la visita