Ir al contenido principal

Historia de la poesía costarricense I. Introducción


Imagen: Del agua al cielo, Max Jiménez Huete (artista plástico y escritor costarricense,1990-1947)

Nota preliminar
Con esta entrada, damos inicio a lo que esperamos sea un acercamiento a la historia de la poesía costarricense. Dicho acercamiento, más allá de mis propias limitaciones, es un intento por mostrar a los costarricenses mismos, y a lectores de otros países, parte del desarrollo de las letras ticas, en un afán de diálogo, búsqueda y proyección. De primera entrada, diremos que no es un estudio exhaustivo ni metódico, sino un acercamiento a partir de ciertas líneas generales que han sido señaladas por la crítica, con el fin de tener una base que nos posibilite luego comprender la construcción del canon de nuestra poesía.
El formato será el siguiente: una breve introducción (para empezar a discutir), junto con una bibliografía dirigida a todo aquel que desee investigar y profundizar. Posteriormente, y según mis falibles criterios de selección, iremos presentando poetas en orden cronológico, desde En el silencio (1907), de Roberto Brenes Mesén, hasta el 2009, con los últimos libros editados.
De forma paralela, intentaremos continuar con las reseñas críticas de diversos poemarios.

Hacia una historia de la poesía costarricense
En términos generales, la literatura costarricense puede considerarse joven. Así, sin pretender reducir el espectro de sus letras, pero tampoco buscando realizar un estudio exhaustivo, y con todo lo arbitrario que puede resultar, es posible hablar de unos 120 años (1890-2009). Este corte cronológico, en el caso específico de la poesía, obedece a la publicación, en 1890, de la Lira costarricense, obra que reúne autores de la época, con una estética cercana a ciertas tendencias románticas o premodernistas, compilados por Máximo Fernández. Dichos autores, representantes de la oligarquía, no tenían en realidad un proyecto estético, y desde ahí se marcaría esa carencia de la poesía costarricense: su falta de programas y, posteriormente, su falta de aparatos teóricos y críticos. Además, la mayoría de ensayistas, entre ellos Carlos Francisco Monge, coinciden en indicar que la poesía costarricense carece de una amplia historia, de un bagaje cultural importante, y que más bien responde a intentos aislados y momentos específicos, pero que nunca se asentó una base o fundamento, como sí fue el caso, evidentemente, de la poesía española*. Claro que insiste este autor, en que si bien no hubo escuelas o movimientos de gran envergadura, sí hubo obras importantes que permiten ubicar la poesía costarricense en el contexto de las letras hispanoamericanas. Por otro lado, como indica Carlos Cortés, nuestra historia se ha movido entre dos mitos: que siempre hemos estado al margen de los grandes movimientos literarios o por el contrario, que no hemos sido otra cosa que imitadores de dichos movimientos. Ahora, si nuestro interés es determinar un momento decisivo, un punto de inflexión a partir del cual se puede hablar de “poesía costarricense”, es con la publicación de En el silencio (1907), de Roberto Brenes Mesén.
La propuesta estética de Mesén y sus contemporáneos estuvo ligada al modernismo, que algunos han definido más bien como posmodernismo. Así, durante los primeros treinta años del siglo XX, con el impulso inicial de Brenes Mesén, aunado al de otros, como Lisímaco Chavarría, José Basileo Acuña y Rafael Cardona; y posteriormente a los textos de otros autores, como Máx Jiménez Huete y Rogelio Sotela, se empezó a gestar esa entelequia que aún hoy intentamos definir como “poesía costarricense”.

* Monge, poeta él mismo, es quizá el estudioso y ensayista mas importante de nuestra poesía, y tales ideas no desvirtúan en lo absoluto la poesía costarricense, meramente la ubican en la realidad de su contexto.


Bibliografía recomendada
Textos teóricos, ensayísticos, críticos y antológicos sobre literatura y poesía costarricense

AA. VV. (1994). Cuento y poesía ganadores en la Revista Nacional de Cultura. San José: EUNED.

AA. VV. (comp. y pról.) (1995). Instrucciones para salir del cementerio marino. Antología del Taller de Literatura Activa Eunice Odio (1985-1993). San José: Editorial El Quijote.

Boccanera, J. (2004). Voces tatuadas. Crónica de la poesía costarricense. 1970-2004. San José: Ediciones Perro Azul.

Chacón, A. (coord.) (2007). Diccionario de la literatura centroamericana. San José, Heredia: ECR, EUNA.

Chase, A. (2000). El amor en la poesía costarricense. San José: ECR.

Corrales, A. (comp. y pról.) (2007). Sostener la palabra. Antología de poesía costarricense contemporánea. San José: Editorial Arboleda.

Cortés, C. (Pról., sel. y notas) (1997). Poesía costarricense del siglo XX / Poésie costaricienne du XX° siècle (ed. bilingüe español-francés). Ginebra: Patiño y Unión Latina.

Duverrán, C. R. (sel. y pról.). (1973). Poesía contemporánea de Costa Rica. Antología. San José: ECR.

Bustamante, J.; I. Gallardo y C. M. Jiménez (1982). Antología de una generación dispersa. San José: ECR.

Mora, S. M. y F. Ovares (sel., pról.. y notas) (1997). Indómitas voces. 100 años de poesía femenina costarricense. San José: Editorial Mujeres.

Monge, C. F. (1984). La imagen separada. Modelos ideológicos de la poesía costarricense, 1950-1980. San José: Instituto del Libro-MCJD.

___________ (1992). Antología crítica de la poesía de Costa Rica. San José: EUCR.

___________ (1998). Costa Rica: poesía escogida. San José: EDUCA.

___________ (1999). La rama de fresno. Ensayos sobre literatura en Costa Rica. Heredia: EUNA.

Quesada, Á. (1998). Uno y los otros. Identidad y literatura en Costa Rica, 1890-1940. San José: EUCR

Rodríguez Ballesteros, A. (2005). Lunada poética. Poesía costarricense actual, vol. I. San José: Ediciones Andrómeda.

_____________________ (2006). Lunada poética. Poesía costarricense actual, vol. II. San José: Ediciones Andrómeda.

Rojas, M. y F. Ovares (1995). 100 años de literatura costarricense. San José: Farben Norma.

Sauma, O. (1998). Martes de poesía en el Cuartel de la Boca del Monte (2 t). San José: Editorial Lunes.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Aventurado proyecto este de una historia de la poesía costarricense publicada por entregas.

Es interesante la discusión sobre el inicio y a qué criterio responde éste como punto fundante. Si a una producción "consistente", a un proyecto concreto, a una ordenación cronológica que busque ubicar el origen, entre otros criterios para fijar el límite que marca la presencia.

El tema del origen da para una discusión amplia de por sí, enriquecida con una rápida revisión de las historias de la literatura costarricense, que igualmente han marcado diferentes puntos fundantes, por diferentes criterios.
Juan Hernández ha dicho que…
Gustavo, quijotesco el asunto. Un factor que sería interesante de evaluar en este acercamiento tuyo, sería dar un bosquejo sobre la poesía obrera o transgresora de principios de siglo XX, digo, antes del Partido Comunista. La EUNED publicó tres tomos de ello, quienes estuvieron a cargo fueron Rodrigo Quesada y Mario Oliva. En lo personal, existe un poema llamado ‘‘La Dinamita’’ escrito en Hoja Obrera (creo) que hace alusión a las magníficas y heroicas lanzadas de bombas de los individualistas como Ravachol. Pero bueno, tan solo una observación. Gracias por el trabajo que estás haciendo, excelente síntesis.
Guillermo Barquero ha dicho que…
Gustavo, mis respetos y toda mi atención hacia este proyecto, que desde ya celebro y espero ir estudiando conforme lo vayás haciendo realidad.
Ya vamos dando respuesta a lo que hace poco nos preguntamos en un post por ahí: si el medio electrónico -particularmente el blog- es importante y puede ser relevante.
Anónimo ha dicho que…
Releyendo el texto, creo que sería bueno en otro momento reforzar un poco la idea de que a pesar de la falta de proyectos teóricos y críticos, sí hay una rica variedad de textos, a lo largo del siglo XX, nada despreciables, y algunos de altísimos vuelos. En este sentido, considero que el modernismo es quizá el movimiento que aportó mayor cantidad de obras y se presentó de forma más sólida incluso hasta entrados los años cuarenta. Esto último contradice la percepción que se ha venido geeralizando, de que los últimos veinte años son la etapa más rica y productiva.

Marco: pues sí es aventurado, pero me doy cuenta de eso solo con sus comentarios.

Aquí estoy apenas bosquejando algunas ideas, y lo que he tratado de hacer es una especie de síntesis con aquellos puntos en los cuales coinciden diferentes autores. En este sentido, la Lira costarricense y En el silencio, son considerados pormuchos el punto de partida.

Ahora bien, concuerdo con vos en que el tema del origen es de lo más rico. A mí me interesa, precisamente, más allá de las razones sociopolíticas, históricas y económicas para la poca proyección de nuestras letras, encontrar razones más profundas. Está claro que la historia cultural desarrollada en los últimos años ha ayudado a desentrañar en parte el asunto: Costa Rica tuvo procesos débiles de alfabetización hacia mediados del siglo XIX, y lo que se leía principalmente eran libros religiosos. Así las cosas, los criterios usuales no me convencen, y esoty seguro de que ha de haber algo más e la cuasa de nuestro "soledad".

Juan: como le decía a Marcos, ahora que me lo decís, me percato de lo quijotesco que puede ser.

Claro, he pensado en ese texto de Quesada y Oliva, sumamente valioso, y que abarca desde 1856 hasta 1948. Es decir, hurga en textos previos a la Lira costarricense, y es un ejemplo de esa historia cultural que se ha venido haciendo en Costa Rica, y que tantos avances ha dado para entender nuestro modo de ser.

Sentenciero: pues repito lo que le dije a Marco y a Juan, ahora sí me metí en un asunto serio, y ante eso, no me queda más que tratar de hacerlo lo mejor posible, lo cual se logrará en parte con los comentarios y aportes de ustedes, para sugerir líneas o señalar carencias.

Los blogs literarios son un espacio amplio y abierto, son revistas, y deben llevarse con tal criterio, para lograr superar el ambito personal y cotidiano, y creo que los estamso logrando.

Saludos y gracias a todos como siempre por visitar y comentar.
Alexánder Obando ha dicho que…
Una pregunta para mí crucial: ¿cómo distinguís poesía costarricense de poesía no costarricense? Decís que se puede hablar de poesía costarricense a partir de un poema de Brenes Mesén de 1907, ¿por qué? ¿Qué hace a ese poema "costarricense" y a los demás no?

Esto me remite a una vieja discusión que también abarca, como era de esperarse, la narrtaiva nacional.
Anónimo ha dicho que…
Alexánder: tenés toda la razón al plantear tal inquietud. Ahora bien, esta definición de "poesía costarricense" se hace con fines metodológicos, donde lo "costarricense" se determinaría meramente por el idioma y la geografía.

En cuanto al libro "En el silencio", tampoco es una idea mía, aunque la comparto con la mayoría de la crítica que lo ha señalado como un "parte aguas".

Cierto que en 1600, o en 1800, había gente hablando español en esta zona geográfica, pero nada de lo que hicieron pasó a formar parte ni de una idea de nacionalidad, ni de un proyecto estético ni de una manifestación sostenida en el tiempo.

Así las cosas, es con el cruce de los siglos XIX y XX que se empieza a gestar una o varias manifestaciones más claras y definidas. De hecho, fue necesario que se diera por primera vez una polémica sobre qué era la literatura nacional o qué debía ser. Entonces, en términos de historiografía literaria, es apenas en esta época que se empieza a pefilar un canon o una idea de lo costarricense, más allá de todo lo cuestionables que puedan resultar tales criterios.

Lo mismo aplicaría para el caso de la narrativa.

Finalmente, mucho de lo que planteo aquí son notas, con base en textos críticos, precisamente para posibilitar una discusión que permita cuestionar y reformular el canon.

Saludos.
Otralola ha dicho que…
Podría incluirse en la lista los dos tomos de la antología compilada por Osvaldo Sauma a partir de la sistematización de lecturas en el Cuartel de la Boca del Monte, a final de los noventa.
Sauma, Osvaldo: Martes de poesía en el Cuartel de la Boca del Monte, Editorial Lunes. 1998.
Gustavo Solórzano-Alfaro ha dicho que…
Otralola: bienvenida a esta casa.

Ya lo agregué. Gracias por el aporte.

Saludos

Entradas populares de este blog

“Fairytale of New York”: un clásico para Navidad

  Spotify me dice que la canción que más escuché este año fue “Tiny Tears”, de Tindersticks. Lo que no sabe es que fue “Fairytale of New York”, de The Pogues, incansablemente, pero en YouTube.   ***   El jueves 30 de abril de este año pandémico sobrepasábamos ya los 50 días de cuarentena. Ese día, Abel Limbrick subió un cover de “Rainy Night in Soho”, de The Pogues. La cuestión es que durante el confinamiento he pasado escuchando a este grupo inglés de punk celta. Aunque más bien, debería decir que he pasado escuchando incansablemente “Fairy Tale of New York” (1987): en videos, en audio, en vivo, covers, etc.. Es decir, que he pasado moqueando. Qué canción más hermosa. Terriblemente hermosa. Una obra maestra.   ***   Parece que los ingleses son expertos en dejar llegar sus mejores canciones apenas al segundo lugar. Sucedió con “Strawberry Fields Forever”, en 1967. Veinte años después sucedió lo mismo con esta pieza de The Pogues. Y en 1995 pasó de nuevo, con “Common People”. Curiosamen

Una defensa del ardor

El buen amigo Gustavo Adolfo Chaves me envió hace unos días algunos ensayos del poeta polaco Adam Zagajewski , que pertenecen a su libro A Defense of Ardor [Una defensa del ardor], título tomado del primer ensayo del volumen. En términos generales, Zagajweski hace, a mi juicio, uno de los mejores análisis de la estética de nuestro tiempo. En sus amenas y delicadas páginas, explica la ambivalencia o tensión que se genera entre el ardor (preferiría llamarlo pasión) y la ironía. El primero será el material del cual ha partido la poesía y el arte en general, mientras que el segundo sería el signo más llamativo de nuestra contemporaneidad. La idea central de este primer ensayo, y del que le sigue, “The Shabby and the Sublime” [Lo sublime y lo raído], es que no podemos hacer poesía solamente con el ardor, pero mucho menos podemos hacerla solamente con la ironía, por lo que las relaciones entre ambos, ese punto intermedio, que nos salvaría de la locura o del aburrimiento (parafraseando sus

Un poema de Laureano Albán

Dedicado a Anónimo Inventarios terrestres A Antonio Enrique Hay delgadísimos sonidos entre las cosas y sus muertes, como un violín sonando mientras se hunde en un agua interminable. Hay casas en donde las ventanas arden siempre y la noche no puede abandonarlas. Hay tu rostro y mi mano y la incierta pasión de reunirlos. Hay un plancton solar en los cuerpos amantes que el mar no ha conocido ni comprende. Hay músicas en mí que nunca podré darte. Hay la desolación y el rostro que la aguarda. Hay pájaros ardiendo desbandados desde el canto hasta la muerte. Hay posesiones últimas, pulpas lunares, ríos que irrumpen verticales a las horas. Hay lejanías, ellas todo lo envuelven en su vasta memoria deletérea. Hay bosques esperando, como una explosión inaplazable debajo de las calles por su aire. Hay objetos mortales, espejos agresivos alrededor del hombre que no duerme. Hay flores y su fulgurante devoción. Hay el polvo y su rostro de tempestad. Riadas que se sumergen en las mareas del viento. Ad