Hace mucho no releía a Mayakovski, uno de esos poetas que pretendí imitar hará unos 13 años. De hecho, por esa época escribí un poema dramático, según yo en su estilo; y además, usé los tres últimos versos del poema que aquí dejo, como epígrafe para uno de los míos de esa misma época ya lejana.
Lilichka
En vez de carta
El humo del tabaco resquemó el aire.
El cuarto, un capítulo en el infierno kruchonijiano*.
¿Te acuerdas?,
tras esa ventana,
por vez primera,
acaricié, frenético, tus manos.
Hoy estás
con el corazón acaorazado.
Otro día más,
y me expulsarás abrumándome de injurias.
En la turbia antesala no acierta
con la manga la mano quebrada de temblor.
Huiré,
arrojaré el cuerpo a las calles.
Arisco,
enloqueceré
tajado de desesperación.
¿Para qué eso?,
querida,
piadosa,
déjame decirte ¡adiós!
Aunque no quieras
es mi amor
Lastre que arrastrarás
adonde vayas.
Deja que llore en el último grito
el amargor del desaire.
El buey cansado de trabajar
va
y se tumba en las aguas frías.
Para mí
no hay otro mar que tu amor,
y tu amor no concede descanso.
Si quiere calma el elefante agotado
se acuesta majestuoso en la arena encendida.
Para mí
no hay otro sol que tu amor,
y yo no sé dónde estás, ni con quién.
Si atormentaran así a un poeta,
él,
por dinero, cambiaria a su amada y la fama,
pero a mí
no me alegra otro sonido
que el sonido de tu nombre entrañable.
No me arrojaré al patio,
no beberé veneno
ni podré apretar el gatillo en la sien.
En mí,
aparte de tu mirada,
no manda el filo de las navajas.
Olvidarás mañana
que te coroné,
que abrasé en el amor el alma florida,
y el carnaval agitado de los días vanos
aventará las páginas de mis libros.
Las hojas secas de mis palabras
¿te harán detenerte
y respirar con ansiedad?
Déjame
que con mi última ternura alfombre
tus pasos que se van.
(1916)
* Alexei Kruchónij, futurista, autor del poema “Juego en el infierno”.
En Vladimir Mayakovski, Poemas 1913-1916 (2da ed.) (trad. José Fernández Sánchez), Visor Libros S. A., Madrid, 1993, pp. 27-29
Lilichka
En vez de carta
El humo del tabaco resquemó el aire.
El cuarto, un capítulo en el infierno kruchonijiano*.
¿Te acuerdas?,
tras esa ventana,
por vez primera,
acaricié, frenético, tus manos.
Hoy estás
con el corazón acaorazado.
Otro día más,
y me expulsarás abrumándome de injurias.
En la turbia antesala no acierta
con la manga la mano quebrada de temblor.
Huiré,
arrojaré el cuerpo a las calles.
Arisco,
enloqueceré
tajado de desesperación.
¿Para qué eso?,
querida,
piadosa,
déjame decirte ¡adiós!
Aunque no quieras
es mi amor
Lastre que arrastrarás
adonde vayas.
Deja que llore en el último grito
el amargor del desaire.
El buey cansado de trabajar
va
y se tumba en las aguas frías.
Para mí
no hay otro mar que tu amor,
y tu amor no concede descanso.
Si quiere calma el elefante agotado
se acuesta majestuoso en la arena encendida.
Para mí
no hay otro sol que tu amor,
y yo no sé dónde estás, ni con quién.
Si atormentaran así a un poeta,
él,
por dinero, cambiaria a su amada y la fama,
pero a mí
no me alegra otro sonido
que el sonido de tu nombre entrañable.
No me arrojaré al patio,
no beberé veneno
ni podré apretar el gatillo en la sien.
En mí,
aparte de tu mirada,
no manda el filo de las navajas.
Olvidarás mañana
que te coroné,
que abrasé en el amor el alma florida,
y el carnaval agitado de los días vanos
aventará las páginas de mis libros.
Las hojas secas de mis palabras
¿te harán detenerte
y respirar con ansiedad?
Déjame
que con mi última ternura alfombre
tus pasos que se van.
(1916)
* Alexei Kruchónij, futurista, autor del poema “Juego en el infierno”.
En Vladimir Mayakovski, Poemas 1913-1916 (2da ed.) (trad. José Fernández Sánchez), Visor Libros S. A., Madrid, 1993, pp. 27-29
Comentarios
Saludos.
Tengo una amiga, a quien le decimos Lulú, que es rusofílica. Y todo lo que sabe de Rusia se lo ha recreado a partir de la literatura y el cine. Yo la comprendo en su afán ruso. Los rusos tienen una fuerza, una dura belleza poética que arrebata.
Estoy segura de que a Lulú le encantaría leer "La nube en pantalones", ¿la tienes por ahí?
Que yo sepa, aquí en Costa Rica nunca se ha hecho una representación de sus textos, que imagino sería genial.
Carolina: creo que muchos somos como Lulú, y sabemos de otras culturas por la literatura, el cine y la música. Particularmente, considero a Dostoievski el mejor novelista.
En cuanto a "La nube en pantalones", genial poema, mi favorito junto con este, lo tengo en el mismo volumen, pero sabrás que consta de un prólogo y cuatro partes, que van de la p. 53 a la 79, y a falta de escanner y habilidades como digitador, se me hace difícil (y me disculpo por ello) complacer a Lulú, aunque no dudo que es posible hallar una versión en Internet, al menos fragmentos.
Tavo: "En esta vida /morir no es difícil.
Mucho más difícil /es hacer la vida.
De "A Serguei Esenin"
Visor sacó dos volúmenes (1913-1916), que es mi preferido; y (1917-1930), traducidos por José Fernández Sánchez. "Lilichka", especialmente, es uno de esos poemas a los que vuelvo regularmente.
Saludos.