Cavando
Entre
mi dedo y mi pulgar
reposa el lapicero, ceñido como un arma.
Bajo
mi ventana, el chirriante y claro sonido
de
la pala al hundirse en el áspero suelo:
mi
padre, cavando. Lo veo
hasta
que su espalda cansada se inclina
entre
los parterres, desde hace veinte años
encorvada
al ritmo de los surcos de papas
donde
cavaba.
La
tosca bota apoyada en la plancha, el mango
con
la rodilla interna apalancado con firmeza.
Sacaba
los crecidos tallos, enterraba el brillante filo
para
esparcir las papas nuevas que recogíamos,
encantados
con su fría dureza en nuestras manos.
Por
Dios, el viejo sabía manejar una pala.
Igual
que su viejo.
Mi
abuelo cortaba más pasto en un día
que
cualquier otro hombre en el pantano de Toner.
Una
vez le llevé leche en una botella
tapada
torpemente con papel. Se enderezó
para
tomársela y de inmediato bajó
cortando
y rebanando con esmero, lanzando terrones
sobre
su hombro, buscando y buscando
el
mejor pasto. Cavando.
El
frío olor del moho de las papas, la turba húmeda
ahogada
y aporreada, el brusco corte de un filo
a
través de raíces vivas se despiertan en mi mente.
Pero
no he tenido una pala para imitar a hombres como esos.
Entre
mi dedo y mi pulgar
reposa el lapicero.
Voy
a cavar con él.
[pp. 3-4] Digging
El discípulo
Mi
padre araba con sus caballos,
sus
enormes hombros como velas izadas
entre
el mango y los surcos.
Los
caballos tiraban con el chasquido de su lengua.
Era
un experto. Colocaba el yugo
y
ajustaba la brillante plancha de acero.
Volteaba
la tierra y los terrones salían enteros.
Al
borde del camino, con un solo tirón
de
las riendas el sudoroso par daba la vuelta
y
empezaba otra vez. Su ojo
entrecerrado
en ángulo con el suelo
trazaba
los surcos con precisión.
Yo
me tropezaba al seguir sus botas,
a
veces me caía en la tierra mojada;
a
veces me llevaba a caballito,
subiendo
y bajando al caminar.
Yo
quería crecer y arar,
cerrar
un ojo, endurecer mi brazo.
Lo
único que hice fue seguir
su
ancha sombra por toda la granja.
Era
un estorbo, cayendo, tropezando,
siempre
parloteando. Pero hoy
es
mi padre quien viene tropezando
tras
de mí, y no se marchará.
[p. 8] Follower
Traducción: Gustavo Solórzano-Alfaro, 2019. Textos
originales tomados de
Seamus Heaney, 100
Poems, London: Faber & Faber, 2018, 184 pp.
Seamus Heaney (Irlanda del
Norte) nació en 1939 y falleció en el 2013. En 1995 le fue concedido el Premio
Nobel de literatura. Dentro de su amplia producción poética podemos citar Opened Ground: Selected Poems, 1966-1996
(1998) o District and Circle (2006),
el cual el valió el T.S. Eliot Prize.
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