Desde el 2010, se ha generado
en España todo un boom poético. Se trata de jóvenes poetas,
muchas veces cantantes, vinculados con el uso activo de redes sociales. En poco
tiempo, se han convertido en best-sellers. La
triste historia de tu cuerpo sobre el mío, autoeditado por Marwan, para muchos el principal
exponente de esta movida, ha vendido más de 30 mil ejemplares.
El fenómeno
ha sido ampliamente documentado por los medios y denostado
por los escritores reconocidos, como Cercas o Bonilla (y muchos blogueros “serios”). Aparte de Marwan, otros nombres que suenan con gran suceso
son Defreds, Irene
X o Elvira Sastre. (Sobre la onomástica, se cuestiona que sean nombres “tan
poco hispánicos”. Todo un tema de nacionalismo por analizar.)
Ahora, en términos
generales, el sector literario más tradicional hace eco de las quejas: se trata
de poesía ingenua, cursi, sentimentaloide, adolescente, etcétera. Se ve el fenómeno
como una decadencia de la poesía.
Yo, particularmente, no
veo ninguna decadencia. Es decir, entre un poeta cursi que es un cruce entre
Coelho, Sabina y Arjona y un poeta “serio” que escribe cursilerías inflamadas
no veo diferencias. Estamos, de nuevo, frente a varios problemas: el status quo
literario, el elitismo, la polémica alta cultura / baja cultura.
Lo primero que me pregunto
es por qué el enojo. Quienes se dedican a criticar esta movida, ¿no harían
mejor dedicando su tiempo a analizar, a exponer, a difundir a todos aquellos
autores que sí consideran dignos? Vamos, criticar el fenómeno me parece muy sano y necesario. El problema es que ante esto se levanta la voz, pero se suele callar cuando de alabar poetas de gran estatura se trata. ¿Se dan cuenta de que si Marwan y compañía no
existieran, el resto de poetas “de verdad” seguiría estando en el anonimato
casi absoluto, en la oscuridad? ¿Se percatan de que el “problema” de la poesía
y de su exposición no es culpa de Diego Ojeda, Sastre y otros?
No pretendo hacer una
defensa ni de la poesía como un privilegio de unos pocos (desde el origen de
los tiempos) ni mucho menos un llamado a copiar las estrategias de Marwan y los
suyos. Solo me interesa señalar la necedad y la ingenuidad de atacar los
fenómenos populares como si fuésemos a cambiar algo con eso. Y esta tampoco es
una actitud derrotista o relativista. Simplemente es una postura que entiende
que la poesía se mueve en ámbitos muy diversos, que los creadores y los
públicos son distintos, y que está muy bien que cada quien busque lo que le
guste. Nada de eso va en contra del ejercicio crítico o de las búsquedas de
cada quien. No sé. Quizá si dedicáramos más tiempo a analizar los fenómenos en
lugar de ser meros quejosos, que lloran por los buenos tiempos y la gran poesía
que ya no existe podríamos lograr más cosas.
El fenómeno de Marwan, la
queja contra él, es similar a la que se dio contra Dylan por haber obtenido el
Nobel de literatura. Alguien, en algún lugar, se imagina que por culpa de Dylan
no se venden poemarios sino discos. Alguien se imagina que si el premio se lo
hubieran dado a Nicanor Parra el mundo entero leería poesía. Con Marwan es
igual. Alguien se imagina que sus libritos no se venden por culpa de Marwan.
Alguien se imagina que si Marwan no existiera sus propios poemarios se venderían
como pan caliente en todas las esquinas y el mundo entero sabría lo que es la
poesía.
Lamentablemente no es tan
fácil y no es así. Si querés ser un superventas vas a tener que cambiar o tus estrategias o tu público meta o tu poesía. Si no, lo mejor es que te reconciliés con tu estilo y con la trise verdad: tus libros no se venden porque nadie los promociona, porque
la gente que lee el tipo de poesía que escribís es poca, porque la poesía, tal
y como la entendés (la entendemos) no interesa a la mayoría, o simple y
llanamente porque tu poesía es mala.
En síntesis, dejá que
Marwan sea feliz con sus miles de ejemplares vendidos y ponete a trabajar en
serio en lo que a vos te gusta.
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