Cuando Rodrigo Arias renunció a sus aspiraciones presidenciales (pues no quería pasar por una convención interna en su partido), imaginé que su objetivo era empezar a desprestigiar a Johnny Araya (algo que en efecto empezó a hacer), con el fin de que tuviese este que renunciar, y ya sin tiempo, el PLN tuviera que recurrir a Arias para erigirlo en candidato único. Al final, eso no sucedió tal cual, pero todos sabemos que los hermanos Arias, junto con otros grupos, como los socios del Grupo Nación S.A. hicieron lo posible por zancadillear a Johnnyto.
Ahora, a las puertas de una segunda ronda, el que renuncia es Johnny Araya. Y el tufo no nos puede dejar indiferentes. Es de esperar que lo que se está planeando es la misma estrategia: restar legitimidad -desde el vamos- a un futuro gobierno de Luis Guillermo Solís y del PAC, y a la vez, enfocar todos los esfuerzos en imposibilitar el buen funcionamiento de su gestión y en terminar de desmantelar el estado benefactor. Si lo lograban (o lo logran), los Arias y el PLN se aseguran (o aseguraban) un nuevo gobierno en el 2018.
Ese mismo panorama, pero aún peor, era el que se vaticinaba para Villalta, con el agravante de que él y su partido no tendrían muchos aliados en los grupos de poder. Ante tal escenario, uno puede asumir que al menos la tradición del PAC y sus allegados históricos tiene más capacidad para afrontar los problemas y más posibilidad de diálogo, con miras a evitar un colapso del país.
En esta coyuntura, varias cosas debemos tomar en cuenta: a) constitucionalmente, un candidato no puede renunciar, b) Johnny simplemente dejará de hacer campaña, pero seguirá siendo elegible, c) por ello, hay que redoblar esfuerzos para lograr que Solís obtenga una mayoría que no deje duda alguna, d) el PAC tiene que ser muy inteligente y pensar muy bien sus estrategias, para enfrentar el posible vendaval y lograr salir adelante, con un gobierno que dé confianza y permita avizorar un futuro mejor para Costa Rica.
Hoy toca luchar por ese proyecto, hoy toca estar atentos a las “estrategias fatales” del PLN y sus esbirros, hoy toca pensar y repensar muy bien las cosas, imaginar de nuevo una Costa Rica solidaria y próspera para todos sus habitantes, y negar de una vez por todas la continuidad del miedo y la violencia social que hemos ido gestando durante varias décadas.
Luis Guillermo Solís, presidente, contra los intereses insensibles de los grupos de poder; Luis Guillermo Solís, presidente, con todo un país que lo apoya.
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