Breve nota aclaratoria
En otras ocasiones, al cerrar el año, he realizado el ejercicio de repasar la
actividad editorial en nuestro país. En días recientes, dos medios de
comunicación me consultaron sobre los libros que consideraba más destacados. Mi respuesta fue una breve nota aleatoria más de carácter general que se reprodujo
en parte en dos versiones distintas, lo cual está bien, pues los artículos
periodísticos suelen estar circunscritos a un contexto y con las limitaciones
de espacio que ya conocemos.
De
igual modo, las impresiones de un lector siempre serán limitadas a lo que ha leído,
ya que sería imposible leerlo todo y mencionarlo todo. En ese sentido, no se
puede pretender que un balance incluya todos y cada uno de los nombres de
autores que han publicado con el detalle de todas y cada una de sus obras. Lo
importante es el debate que se puede generar, el diálogo con otros lectores
interesados en el movimiento literario del país. De esa discusión, de esa
contraposición de ideas es de donde debería salir un verdadero balance, sea de
carácter crítico, de carácter abarcador, de carácter filológico o meramente de
carácter informativo, con el fin de difundir el trabajo de tantos escritores.
Aquí
cabe una última aclaración (que debería ser tomada en cuenta para premios
nacionales y afines), y es que muchas veces es difícil dar cuenta del trabajo
editorial de un año porque gran cantidad de libros ven la luz entre noviembre y
diciembre (en franca y evidente carrera por un aquileo). Las presentaciones y
lanzamientos se suceden sin tregua y si uno quiere cerrar el año se ve obligado
a dejar por fuera libros que no ha tenido simplemente oportunidad de leer. Lo
ideal sería que existiera una especie de año literario o editorial que vaya de
noviembre a noviembre, por ejemplo.
Así
las cosas, lo que sigue es más o menos mi balance, a partir de aquello con lo
que tuve contacto, sin ánimo de excluir o ningunear lo que no he leído o que no
conozco del todo, lo cual es un problema meramente mío y no del medio o de los
autores.
El 2012 en libros
El
2012 vio la consolidación de varios proyectos editoriales independientes, tales
como Lanzallamas, Germinal, Espiral, Arboleda y Uruk, no solo por la
publicación de autores costarricenses, sino también por la inclusión en su
catálogo de escritores extranjeros (Andrea Jeftanovic, Juan Dicent, Susana
Villaba, Samantha Schweblin, Luis Negrón, Javier Payeras, Mauricio Orellana, etcétera),
con lo cual se dio un paso más en la creación de vínculos literarios entre
países hispanoamericanos y se empezó a romper así la endogamia del medio tico.
En
narrativa, cuatro novelas que sonaron bastante fueron Las posesiones, de Carlos Alvarado y Ver Barcelona, de Dorelia Barahona-Riera (ambas de Uruk); D. Juan de los Manjares (Alfaguara), de
Rafael Ángel Herra y Avancari
(Euned), de Santiago Porras. También están Soy
el enano de la mano larga-larga (novela
alter-ego-maníaca) (Arlekín), de Jorge Jiménez y Tres extraños en el paraíso (Perro Azul), de Mario Zaldívar, quizá
las que menos distribución tuvieron. Algunos otros títulos de autores
reconocidos apenas están saliendo al público, como Ojos de muertos, de Guillermo Fernández; La piel no miente, de Carla Pravisani e Impresiones chinas, de Albino Chacón (las tres de Uruk); Una sola huella (Atabal), de Geovanny
Debrús Jiménez; Teoría del caos, de
Alexánder Obando y En la oscurana, de
Rodrigo Soto (ambos de Lanzallamas). Legado lanzó el
nuevo cuentario de Fernando Contreras, Fragmentos
de la tierra prometida.
La narrativa fantástica también tuvo un año exitoso en cuanto a la movilización de ventas y de lectores aficionados a este género. La editorial Club de Libros publicó varios volúmenes de relatos, tales como El fin del mundo. Cuentos apocalípticos.
En
el ámbito de la poesía la producción fue amplia y variada. Algunos libros que
merecen atención son Arbusto, de
Eugenio Redondo e Invocaciones, de
Manuel Marín (ambos de Arboleda); Duelos
desiguales (Euned), de Paúl Benavides; El origen de la pelusa, de Cristina Ramírez; Ejercicios mentales / Notas al margen, de Paula Piedra y Patio trasero, de César Maurel (las tres
de Germinal) o La posesión de este mundo
(UCR), de Luis Antonio Bedoya. Por su parte la Editorial Costa Rica lanzó Obra poética, de Jorge Debravo, volumen
indispensable; La brevedad del goce,
de Rafael Ángel Herra y el premiado Trasatlántico,
de David Cruz. Otros libros premiados son Especies
menores (UCR), de Karla Sterloff y
Mientras arden las cumbres (EUNA), de
Juan Carlos Olivas.
En
los últimos meses Espiral nos trajo las nuevas obras de Luis Chacón, Poetry is Fearless; de Melvyn Aguilar, Xarxa D`Aranya y de Mauricio Molina Cuadernos de Salónica, entre otros. Por su parte, Adriano Corrales publicó por partida doble los poemarios Samsara y San José, Ciudad Quesada 2011 y otros poemas (BBB). También, vimos el nacimiento de Ediciones 77, con Corriente Subterránea, de Cristian Marcelo. Ineludible señalar la
traducción de G.A. Chaves de Bailando en
Odesa, de Iliá Kamínsky, publicada en España.
Luis
Chaves tuvo un año destacadísimo, por las múltiples ediciones de su obra: la
antología La máquina de hacer niebla
(España), la antología bilingüe La foto /
Das Foto (Alemania) y Asfalto
(España y Costa Rica).
Por
último, debemos señalar cuatro ensayos sumamente valiosos. Tres publicados por
la Euned: El legado de los imperios,
de Rodrigo Quesada, Genocidio. ¿Por qué cometemos
crímenes atroces?, de Jacobo Shifter y El
mundo todo es representaciones (dos volúmenes), de Andrés Sáenz y Fito Páez y la construcción nostálgica de la
ciudad (UCR), de Mauricio Vargas Ortega.
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