Hace unos tres meses, la revista Lectores,
de Turrialba, editada por Luis Romero, solicitó a tres autores escribir acerca
de Jorge Debravo. Así, Marco Aguilar, G.A. Chaves y mi persona participamos en
esta suerte de homenaje. El siguiente texto fue mi aporte.
Jorge Debravo: a 45 años
Ya he contado esta anécdota,
pero repetirla muestra la importancia que tuvo en mi vida. Cuando cursaba
sétimo año, un amigo me enseñó una canción que estaba componiendo; tenía
algunos versos y una melodía. Era una crítica contra las injusticias. A mí me
enganchó de inmediato, así que completé la letra y terminé la canción, que empezaba
así: “Perdona si te doy estos consejos, / tú sabes que lo hago en calidad de
hermano”.
Poco después empecé
a leer a Jorge Debravo, y cuando llegué a “Consejos para Cristo al comenzar el
año” descubrí el plagio. Siempre me ha divertido recordarlo, y me ha hecho
darme cuenta de que descubrir la poesía de Debravo fue un momento trascendental.
Como a muchos
otros, sus poemas me acompañaron durante varios años. Lo leí y lo releí y traté
de imitarlo. Fue una de las bases de mi educación sentimental. Su ideario y su
rebeldía calaban hondo en aquel adolescente y su voz me parecía fuerte.
Luego pasó el
tiempo y fui cambiando. Empecé a conocer a otros autores y la obra de Debravo
ya no me resultaba tan original o tan revolucionaria. Conocí a Vallejo, a
Lorca, a Hernández y a Neruda y encontré sus huellas en el trabajo de nuestro
poeta. El romance con su poesía empezó a agotarse y caí en el error de
considerarlo un “poeta menor”, incluso dentro del canon costarricense.
Han pasado 45 años
desde la muerte de Debravo, y la Editorial Costa Rica los conmemora con una
edición especial que reúne prácticamente todos sus trabajos publicados hasta la
fecha. Se trata del volumen Obra poética,
libro necesario, homenaje ineludible, que permite a una nueva generación de
lectores acercarse a un corpus poético fundamental en nuestras letras; y a los
viejos lectores, e incluso a los desertores, una nueva oportunidad para
redescubrir su legado. Obra poética
es un libro hermosamente editado, que me ha permitido encontrarme con ojos
nuevos y deseos renovados con aquel poeta que hace más de 20 años me sorprendió.
Leemos autores que nos
emocionan, que cambian nuestra forma de ser; luego los abandonamos, los olvidamos
o los desdeñamos. Algunos se fijan en el recuerdo como obras maestras (aunque
quizá una relectura los bajaría de ese pedestal); otros por el contrario han
bajado en nuestro escalafón, hasta que en el camino nos reencontramos con
ellos, casi sin querer, y descubrimos esa primera emoción, eso que en otros
días nos llamó la atención.
Si alguna vez
consideré a Jorge Debravo un poeta importante y luego no, hoy reafirmo aquella
primera noción. Es un escritor fundamental, que no merece ser tratado como
leyenda intocable, sino que amerita, más que nunca, un trabajo crítico que lo
haga brillar donde corresponde y que a la vez lo coloque en la dimensión que merece:
con su ritmo acelerado y su musicalidad; con su pasión y su amor, pero también
con sus altibajos, con sus problemas, con sus manías y sus repeticiones. Porque toda gran
obra está construida sobre bases contradictorias. Hay que sospechar de aquellas
que se ofrecen como arquitecturas perfectas. La poesía de Debravo se mueve en
diferentes aguas. Nos presenta a un autor joven en plena ebullición, que igual
bebía de la generación del 27 como de la poesía contestataria de Latinoamérica;
que igual criticaba la inequidad social o seducía con versos amorosos.
La poesía debraviana
puede considerarse sencilla, directa y clara en ciertos aspectos formales;
algunos incluso podrían considerarla ingenua. Hay en ella un manejo de
estructuras tradicionales (como el soneto), cuyos principales motivos son el
amor y el ser humano. Dentro de su obra, la sexualidad aparece como tema
recurrente, elemento que se puede considerar de ruptura respecto de las
generaciones anteriores, y que sería desarrollado posteriormente por otros
autores. También tenemos su conciencia social, la lucha por los más necesitados
y por la dignidad del ser humano. Para Debravo la poesía era una herramienta, “un
arma” para luchar por causas sociales.
Al empezar por
releer los cuadernillos que conformarían luego Milagro abierto uno descubre el endiablado ritmo y la riqueza
musical. La mayor parte de su trabajo es medido y rimado, y lo hacía muchas
veces con profundo conocimiento, otras solamente con intuición. De igual forma
rompía el ritmo o la métrica fuera por vanguardista fuera por descuido. Y todo
eso se nota conforme uno va leyendo de un cuadernillo a otro. Lo que hay ahí es
un poeta que busca. “Milagro abierto” es una poesía que recuerda al lirismo
español. “Bestiecillas plásticas” y
“Consejos para Cristo al comenzar el año” buscan ser más directos, aunque el
primero se cae en los valores rítmicos. El ritmo, la musicalidad y el lirismo
se desnudan de nuevo en el “Devocionario del amor sexual”, y estos valores,
junto con el carácter contestatario no abandonan nunca el libro y reaparecen en
Nosotros los hombres.
Algunos altibajos
encontraremos en las Canciones cotidianas,
en Guerrilleros o en El grito más humano, pero sabemos que en
parte se debe a que son obras publicadas de forma póstuma. Los despiertos también, pero era el libro en el que trabajaba antes
de morir. Es uno de sus mejores poemarios. Hay en este un cambio evolutivo
importante pues Debravo iba encontrando una voz más personal.
Su tempranera y
lamentable muerte ha servido para elevar la estatura poética y acrecentar la
leyenda de Debravo como el poeta nacional por excelencia, lo cual suele significar un abandono del ejercicio crítico sobre su trabajo, ejercicio tan
importante porque revitalizaría el diálogo entre el autor y sus lectores.
Quizá Debravo
sería el primero en rechazar las posturas que lo santifican, pero de seguro
caminaría feliz mientras conversa con aquellos que, como amigos, lo acompañan
mientras le van expresando lo que verdaderamente sienten. Esta es la oportunidad
que ahora tenemos de nuevo con Obra
poética, la oportunidad de conversar, de dialogar con la historia, de la
mano del entrañable poeta turrialbeño que alguna vez nos hizo llorar de rabia
por el dolor humano, pero que sobre todo trató de enseñarnos el amor.
Alajuela, 15 de setiembre de 2012
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