Huida
Cuando huíamos de
la ciudad en llamas,
En el primer
camino volví los ojos atrás
Y dije: «Que la
hierba cubra nuestras huellas,
Que en el fuego
callen vociferantes profetas,
Que los muertos
digan a los muertos qué pasó,
Estamos destinados
a crear un pueblo nuevo y fuerte,
Libre del mal y
de la dicha que allí dormitaba.
Adelante». Y una
espada de fuego nos abrió la tierra.
Encuentro
Íbamos por campos
helados antes del amanecer,
El ala roja se
levantaba, aún era de noche.
Y de repente pasó
corriendo una liebre,
Y uno de nosotros
la señaló con la mano.
Eso fue hace
tiempo. Hoy ya no viven
Ni la liebre ni
quien la señaló.
Amor mío, dónde
están, adónde van
El destello de la
mano, la línea del movimiento,
El crujido de la
tierra helada.
No hay tristeza
en mi pregunta, sino reflexión.
De Salvación
(1945), pp. 68-69
Czesław Miłosz, Tierra
inalcanzable. Antología poética (trad., sel. y pról.., Xavier Farré), Barcelona:
Galaxia Gutenberg, 2011, 452 pp.
Comentarios
Saludos a ambos y gracias por la vista