Spotify me dice que la canción que más escuché este año fue “Tiny Tears”, de Tindersticks. Lo que no sabe es que fue “Fairytale of New York”, de The Pogues, incansablemente, pero en YouTube. *** El jueves 30 de abril de este año pandémico sobrepasábamos ya los 50 días de cuarentena. Ese día, Abel Limbrick subió un cover de “Rainy Night in Soho”, de The Pogues. La cuestión es que durante el confinamiento he pasado escuchando a este grupo inglés de punk celta. Aunque más bien, debería decir que he pasado escuchando incansablemente “Fairy Tale of New York” (1987): en videos, en audio, en vivo, covers, etc.. Es decir, que he pasado moqueando. Qué canción más hermosa. Terriblemente hermosa. Una obra maestra. *** Parece que los ingleses son expertos en dejar llegar sus mejores canciones apenas al segundo lugar. Sucedió con “Strawberry Fields Forever”, en 1967. Veinte años después sucedió lo mismo con esta pieza de The Pogues. Y en 1995 pasó de nuevo, con “Common People”. Curiosamen
Blog "gluten-free" de Gustavo Solórzano-Alfaro
Comentarios
La ciencia es, a priori, inobjetable (pregúntele a Galileo si no); el arte, en cambio al ser tan subjetivo, admite distintas perspectivas. La literatura como arte tiene esa dósis de subjetividad pero, a su vez, posee la metodología del rigor científico...no creo haberme explicado bien...de lo contrario la seguimos luego!!
Un abrazo
Fernando
Creo que fue Chéjov el que dijo o escribió "solo exiten dos tipos de obras de arte: las que me gustan y las que no, no conozco ninguna otra categoría"
Claro, uno puede preguntarle entonces a Chéjov que justifique el por qué le gusta o por qué no le gusta X o Y. Y entonces el "dará" sus razones... El acento estará siempre en la sbjetividad de quien considera la obra.
Esto no quiere decir que no existan mecanismos a través de los cuales se pueda uno aproximar objetivamente al arte, pero en el fondo, creo que lo más honesto en este sentido es eso, decir lo que tal pieza de arte nos ha movido, para usar fórmulas: cuales fibras humanas nos tensó, o si por el contrario la obra nos produjo la más franca abulia.
Por otro lado, el artista debe procurar permanecer lo más ignorante respecto a la crítica, sea esta de calidad o complaciente, porque si bien, el arte tiene una vocación comunicante (característica esta que no deja de ser objetable, lo sé)la comunicación es siempre íntima. En alguna parte tengo escrito que el poeta, una vez escritos sus poemas, se enfrenta a ellos desde la misma silla del lector. Es decir, el artista se envía mensajes asimismo, sin que suene esto a solipsismo, por favor.
El mayor o menor rigor que se considere a la hora de crear, está en manos del que crea y allá él/ella con los resultados.
Sin endilgarme el hermoso misticismo de Eunice Odio, opino con ella que lo que le da valor al arte (ella hablaba de poesía) es lo que de inescrutable pueda haber en él. Es decir, lo que no tiene palabras para expresarse, hasta que el poeta va y se las inventa. Ahora, de que en eso de crear hay mucho de "carpintería" para usar el título del libro de E. Chinchilla, lo hay.
Una nota al comentario anterior: Esa forma de entenderse la ciencia tiene mucho de caduca, la ciencia no es inobjetable, más aún, el deber (placer) del científico reside en el cuestionamiento. La ciencia como forma de conocimiento, de unas cuantas décadas a esta parte, se entiende más como una acumulación de saber; saber que por definición es siempre provisional.
Saludos
Y bueno, bien lo apuntás en tu segundo aporte.
Pelele: yo concuerdo en que hay un ámbito subjetivo para apreciar una obra. Cada quien es libre de disfrutar con lo que mejor le plazca, sin necesidad de dar explicaciones o justificaciones.
Ahora, hay un ámbito en el que deseamos discutir, debatir, dialogar, es decir, comunicar, y ese ámbito requiere de métodos más rigurosos. Por supuesto, no se trata de que eso asgure nada, pero implica la posibilidad, una actitud, un ejercicio constante. Arte y crítica son uno solo (independientemente de que los podamos además distinguir en géneros).
No concuerdo en que el artista deba ser ajeno a la crítica. Aquí, es evidente que no hablamos de lo que diga una reseña en una columna, lo cual la más de las veces es irrelevante, sino, insisto, al permanente ejercicio de poner en "crisis" nuestros porpios presupuestos. Si soy mi primer lector (idea que comparto), soy mi primer crítico. Leer implica criticar, en diferentes niveles.
Sí concuerdo en que el hablar del arte es hablar alrededor de un vacío (¿y qué no lo es?), pero igual hacerlo: hacemos arte porque hay un vacío (que jamás se llena ni se llenará). En cuanto a la "carpintería", eso sería justamente uno de los modos de la crítica: tallar, pulir, cincelar, machacar, martillar, clavar, pintar: cubrir (el vacío).
Saludos a ambos y gracias por comentar
Álex: así es, la intención solo se representa a medias.
Saludos ambos y gracias por pasar