Fernando Szyszlo, Inkarri (1968), acrílico sobre madera, 100 x 100 cm, Blanton Museum, Austin, Texas. Imagen de portada del poemario En defensa del desgaste.
Me ha tomado tiempo decidirme a escribir sobre el poemario En defensa del desgaste, del escritor venezolano Luis Moreno Villamediana. Es un libro apasionante, dejemos eso claro de entrada, pero también es un libro difícil. Esto último no es una queja. En lo absoluto. Es un reconocimiento, y lo digo agradecido, porque no es fácil encontrar este tipo de propuestas en las letras suramericanas (por no meterme con otros ámbitos geográficos). Lo digo agradecido, porque una rápida mirada a lo que ofrece Internet, nos trae cosas como las que perpetra Washinton Cucurto (pseudónimo de Santiago Vega, aparentemente), según él adalid de las culturas populares. Recordemos que hoy, ser contracultural es no usar epígrafes de los clásicos, sino frases extraídas de una cumbia, un bolero o un merengue. Hoy, basta con eso, y unas dos líneas mal hechas, para salir airoso en el complejo mundo poético.
Pero no nos desviemos del tema. La idea era hablar del libro En defensa del desgaste. Y sin embargo, aún no encuentro cómo. Empecemos, pues, por el principio: el título.
¿Qué significa defender el desagste? ¿Qué es el desagaste? En el libro, un epígrafe de Jaqueline Goldberg reza: "Cuánto estimamos ahora al menguado". Habría en este libro dos esferas: una subjetiva, psicológica, perteneciente al yo lírico, y otra lingüística, como forma, como un todo. El desgaste, esa mengua de fuerza o energía, puede provenir de ambos. Se desgasta el ser, se desgasta el lenguaje. Aquí no puedo evitar pensar, con Heidegger, en que "el lenguaje es la casa del ser". Las palabras han sido sometidas a un régimen de pan y agua, como pedía Octavio Paz, y por tanto, reflejan el estado del sujeto. Por otro lado, defender el desgaste es defender el ejercicio, el oficio de la escritura, como método de pulimiento, de búsqueda, de tallar y tallar la piedra, la madera, la palabra, hasta llegar a sus raíces.
Sigamos con lo evidente. El libro está compuesto por un total de 26 poemas, distribuidos en dos partes. La primera, "Desgaste", consta de 16 textos. La segunda, "Dos mil ocho", de 10. De esta segunda parte, lo primero que llama la atención, de nuevo, son los títulos, los cuales constan de las tres primeras letras del primer verso del texto en cuestión. Por ejemplo, el poema "En e", empieza así: "en el principio al suelo..." (p. 55), como si el título se hubiese "desgastado", hasta quedar en símbolo o en mero sonido.
Los textos no son breves (sobre todo en la primera parte), al contrario, gozan de buena salud en su extensión; es decir, permiten desarrollar algo, proponer algo. Como todo buen acto de escritura, son apuestas (donde el apostador no sabe qué se juega), son saltos al vacío (sin red). No como solemos encontrar ahora en la mayoría de poemarios: pequeños saltitos de la acera a la calle, tímidos, curiosos, graciosos a veces, nada más.
Una de las características más llamativas es el recurso ortotipográfico. Los textos juegan con la barra inclinada, los corchetes, los paréntesis, las viñetas y la letra cursiva. La constante presencia de dichos recursos, exige paciencia del lector, puesto que se verá sometido a posibilidades de lectura dentro de la lectura misma. Obligan estos poemas a detenerse, a regresar, a sopesar posibilidades. Hay una especie de ritmo y contrapunto. Aquí me voy a aprovechar de lo que ya expusiera al respecto Víctor Azuaje, y de lo que se discutió en su momento:
Las moscas de Luis Moreno Villamediana (i)
Las moscas de Luis Moreno Villamediana (ii)
Las moscas de Luis Moreno Villamediana (iii)
La poesía de este libro es conceptual, pero no fría. Más bien, la presencia subjetiva es rica en variedades y matices, muchas veces de forma bastante directa (o irónica), como en el poema "La vida cotidiana, "o querido diario" (que se echa a perder)". Pero bueno, no perdamos más tiempo con mis palabras, que no hacen otra cosa que dar rodeos. Dejemos el texto inicial, para que puedan ustedes hacerse una idea y comentar sobre el estilo de este poeta "sin persona evidente". Ya en este poema, desde el título, nuevamente, el elemento lingüístico es notorio (así como el elemento subjetivo), y de una gran riqueza y sutileza, dentro de uno de los poemarios más refrescantes, inventivos y de calidad que he tenido suerte de leer en los últimos años.
Nota bene: me disculpo con el autor y con los lectores, pues debido a mi incapacidad, no puedo usar los márgenes y espacios originales, lo cual le resta parte del efecto al texto.
Pero no nos desviemos del tema. La idea era hablar del libro En defensa del desgaste. Y sin embargo, aún no encuentro cómo. Empecemos, pues, por el principio: el título.
¿Qué significa defender el desagste? ¿Qué es el desagaste? En el libro, un epígrafe de Jaqueline Goldberg reza: "Cuánto estimamos ahora al menguado". Habría en este libro dos esferas: una subjetiva, psicológica, perteneciente al yo lírico, y otra lingüística, como forma, como un todo. El desgaste, esa mengua de fuerza o energía, puede provenir de ambos. Se desgasta el ser, se desgasta el lenguaje. Aquí no puedo evitar pensar, con Heidegger, en que "el lenguaje es la casa del ser". Las palabras han sido sometidas a un régimen de pan y agua, como pedía Octavio Paz, y por tanto, reflejan el estado del sujeto. Por otro lado, defender el desgaste es defender el ejercicio, el oficio de la escritura, como método de pulimiento, de búsqueda, de tallar y tallar la piedra, la madera, la palabra, hasta llegar a sus raíces.
Sigamos con lo evidente. El libro está compuesto por un total de 26 poemas, distribuidos en dos partes. La primera, "Desgaste", consta de 16 textos. La segunda, "Dos mil ocho", de 10. De esta segunda parte, lo primero que llama la atención, de nuevo, son los títulos, los cuales constan de las tres primeras letras del primer verso del texto en cuestión. Por ejemplo, el poema "En e", empieza así: "en el principio al suelo..." (p. 55), como si el título se hubiese "desgastado", hasta quedar en símbolo o en mero sonido.
Los textos no son breves (sobre todo en la primera parte), al contrario, gozan de buena salud en su extensión; es decir, permiten desarrollar algo, proponer algo. Como todo buen acto de escritura, son apuestas (donde el apostador no sabe qué se juega), son saltos al vacío (sin red). No como solemos encontrar ahora en la mayoría de poemarios: pequeños saltitos de la acera a la calle, tímidos, curiosos, graciosos a veces, nada más.
Una de las características más llamativas es el recurso ortotipográfico. Los textos juegan con la barra inclinada, los corchetes, los paréntesis, las viñetas y la letra cursiva. La constante presencia de dichos recursos, exige paciencia del lector, puesto que se verá sometido a posibilidades de lectura dentro de la lectura misma. Obligan estos poemas a detenerse, a regresar, a sopesar posibilidades. Hay una especie de ritmo y contrapunto. Aquí me voy a aprovechar de lo que ya expusiera al respecto Víctor Azuaje, y de lo que se discutió en su momento:
Las moscas de Luis Moreno Villamediana (i)
Las moscas de Luis Moreno Villamediana (ii)
Las moscas de Luis Moreno Villamediana (iii)
La poesía de este libro es conceptual, pero no fría. Más bien, la presencia subjetiva es rica en variedades y matices, muchas veces de forma bastante directa (o irónica), como en el poema "La vida cotidiana, "o querido diario" (que se echa a perder)". Pero bueno, no perdamos más tiempo con mis palabras, que no hacen otra cosa que dar rodeos. Dejemos el texto inicial, para que puedan ustedes hacerse una idea y comentar sobre el estilo de este poeta "sin persona evidente". Ya en este poema, desde el título, nuevamente, el elemento lingüístico es notorio (así como el elemento subjetivo), y de una gran riqueza y sutileza, dentro de uno de los poemarios más refrescantes, inventivos y de calidad que he tenido suerte de leer en los últimos años.
Nota bene: me disculpo con el autor y con los lectores, pues debido a mi incapacidad, no puedo usar los márgenes y espacios originales, lo cual le resta parte del efecto al texto.
Sibboleth
debo llamarme Luis/y en la mano
sostener duro un garfio
que usar de ancla en la tierra/muy dura/cuando caiga
sin rebotar
sobre la misma tierra,
dos o tres pisos arriba
del sumidero perentorio la cama
que se dice
final
(si es que llego
(después de años contables con los brazos/tan pobres/
dándole y dándole como aspas de pluma,
planeando completo el susodicho,
el Luis mentado sus ojos en las turbias praderas
alrrededor abajo/mirando cada cosa,
desplomándose el tipo desde un país (a otro) (mejor inventado)),
a caer del todo (en algo));
pero hay que suponer
la pura realidad de esa topografía;
verla de adentro afuera;
cerrar los ojos y que no huyan esas
praderas/turbias;
hay que soñar en medio de una vía ferroviaria
dos guardas fronterizos,
allá abajo,
con uniforme oscuro como un invierno errado,
soñar que ya no hay hojas pero cuelgan de un árbol
hilachas de alquitrán/derretidas,
y que entre eso se cae;
no somos nada
en esas estaciones;
en el sueño no hay duda de la eficacia, estricta, de los aduaneros;
si uno se fija bien ve que uno tiene cortas las mangas
y el otro bosteza, casi/y entre los dos,
eficaces/estrictos,
nos piden paso y papeles, sellado/cada uno;
• debo llamarme Luis y no haber expirado;
los guardias tienen mi nombre;
Guardia (1) (y) (2);
un lustroso uniforme;
botones en la pechera que relumbran;
la fuerza de callarme la fuerza de prenderme de un ojal/la fuerza
de hablarme rápido y decir una mentira
que llegue a destruirme;
Guardia (1): el ciudadano tiene los ojos marrones;
Guardia (2): usted parece joven pero es más viejo de lo que aparenta
Por lo tanto es más viejo de lo que usted dice
Y más anciano de lo que yo diga;
Por lo tanto es más viejo de lo que usted dice
Y más anciano de lo que yo diga;
hay frío, afuera
(también en el sueño);
Guardia (1) (y) (2) me dicen que la primera regla es mirarlo
todo desde lejos;
porque no voy a entrar;
(que me muera;)
me van a desguasar el cráneo con un hacha;
(otra regla;)
en escabeche pondrán mis ojos
para que no logren ver los nuevos
árboles las verdes estaciones;
(que me muera;)
que una lápida no vaya a hablar de mí; (tercera regla;)
lo que fue mío se pondrá en remate;
lo que no es mío tendrá salvoconducto;
sólo gritando algo propio va a cruzar y pegarse
más allá de los labios
a una montaña a un árbol que se asoma
junto a un acantilado;
puedo ser eco únicamente entre ellos,
y si grito mi nombre;
qué río es ese visible en el mapa/
si gritara mi nombre;
ese menadro azul/
si gritara mi nombre;
esa herida de plomo;
tengo la boca cerrada y enfrente, como pinos, se cuadran los guardias; meto las manos en los bolsillos; ya hay más calor, afuera; me gustaría comenzar a contar sin detenerme, pero olvido muchas cosas, los números quedan pegados a una pared remota, en la cabeza; no tengo ojos marrones; tengo la edad que siempre repito, hasta otro aniversario, en unos meses, casi un año completo; pero cómo me llamo;
qué nombre si gritara mi nombre podría gritar mi nombre
como si fuera eterno,
aquí,
junto a los rieles
(pasa un tren rápido) (en el sueño)
(y vacío)
cuáles sílabas únicas,
qué que no me detenga,
que no me tire al suelo como un ángel con un garfio en la mano
para la mera ilusión de sostenerme
de un cable eléctrico o el pretil de un gran puente,
el delirio de una tierra marcada como una carta marcada para uno
y sin alambres
porque extranjero soy, y advenedizo
En Luis Moreno Villamediana, En defensa del desagste, Mérida: Ediciones Mucuglifo/ Ediciones Solar, 2008, pp. 9-12.
Luis Moreno Villamediana (Maracaibo, Venezuela, 1966). Escritor y profesor. Licenciado en Letras por la Universidad del Zulia, con estudios doctorales en Literatura Comparada en Louisiana State University (EEUU). Recibió el premio de poesía de la Bienal José Rafel Pocaterra (1992) y el Premio Internacional de Poesía Pérez Bonalde (1997). Además de sus blogs, edita 500 Eejmplares. Ruma de Libros, junto con la cuentista Carolina Lozada. Ha publicado tres poemarios: Cantares digestos (1995), Manual para los días críticos (2001) y En defensa del desagste (2008).
Luis Moreno Villamediana (Maracaibo, Venezuela, 1966). Escritor y profesor. Licenciado en Letras por la Universidad del Zulia, con estudios doctorales en Literatura Comparada en Louisiana State University (EEUU). Recibió el premio de poesía de la Bienal José Rafel Pocaterra (1992) y el Premio Internacional de Poesía Pérez Bonalde (1997). Además de sus blogs, edita 500 Eejmplares. Ruma de Libros, junto con la cuentista Carolina Lozada. Ha publicado tres poemarios: Cantares digestos (1995), Manual para los días críticos (2001) y En defensa del desagste (2008).
Comentarios
Interesantísima, esta exposición que haces, como siempre. Más interesante tal vez por ser alguien a quien se conoce, pero esa irreductibilidad que te he adjudicado a veces ha hecho que no mengüe tu capacidad analítica e intelectual, con lo que Luis obtiene doble ventaja de ello, con la exposición razonada y la evidente coincidencia en gustos y objetivos.
Por cierto, ahí va un remedio (chapucero) para la cuestión de los márgenes. Requiere un poquito de esfuerzo y planificación, pero...
Se trata de emplear caracteres (el punto o el guión, o cualquier otro) como sustitutivos del espacio en blanco, de esta manera (# es el texto):
..........#######.....####
...###########....##...###
Y después, marcar este carácter sustitutivo como color blanco (sobre blanco) en este caso.
Ya digo, es chapucera, pero es lo que hay en Blogger...
Un saludo!
Un millón de gracias por esa solución. Es chapucera, pero funciona (ya la probé), excepto cuando los textos son largos, porque se vuelve tediosa.
En el caso de esta poema, además, si la aplico, tendría luego que marcar con corchetes donde se quiebran los versos, lo cual añadiría confusión. De hecho, un verso viene con un corchetey lo quité porque asumí que era para eso y no propio de la escritura de Luis.
Saludos y gracias por pasar.
Ahora bien, Tavo, si bien el objetivo del post era dar a conocer el trabajo de este poeta (cosa que conseguiste, despertando el interés), el primer párrafo valdría la pena ampliarlo en otro post o en un conversatorio posterior; mencionaste algo de "otras latitudes", pero los dos sabemos que en la poesía nuestra es pan de cada día. A mí me parece que la palabra de la que se ha abusado, dándole todo tipo de connotaciones y significados, es "minimalismo". Minimalismo es un poema malo de tres versos o una escena que no es cuento pero que se pretende hacer ver como cuento. Minimalismo es una frase tras otra sin adornos, con la que se pretende esconder la falta de talento, pero que la desnuda más bien... Como te digo, hay que ampliar más ese tema, viendo no el problema de que se use un epígrafe de cumbia o reguetón o Quevedo, sino de un contenido muchas veces paupérrimo en los versos.
Saludos.
Sentenciero: otros ámbitos geográficos, pues sí, era una puya contra la tendencia en Costa Rica. Bueno, contra todo lugar donde suecede, que sobran, pero sobre todo nuestro país.
Decís que se ha abusado del término "minimalismo", ¿no querrás decir más bien que se ha abusado de esta tendencia? Si es así, yo concuerdo. Es posible hacer poemas breves buenos, pero no todo puede ser breve, porque si no se pierde el sentido. Como comentábamos en un post tuyo, es posible hacer microrrelatos, pero no todos serán de calidad.
También concuerdo con la forma en que definís minimalismo, y coincide con lo que planteo sobre el riesgo y saltar sin red. ¿Qué tanto me comprometo, cuál es mi apuesta, si escribo dos versos? Si el poema es malo, no pierdo nada. El arte no puede ser recatado. Eso para mí es ser conservador.
Lo de los epígrafes tropicalosos es un ejemplo, porque igual podemos usarlos. El probelma es cuando todo se reduce a eso, y más aún, cuando se convierte en una práctica generalizada, igual que poner epígrafes de clásicos porque da estatus. O como los autores que ponen dedicatorias y epígrafes en todos sus textos.
Y bueno, el tema es algo que he tocado en otros momentos, pero espero seguir tocándolo en próximos posts, sobre todo porque pretendo retomar las reseñas de poemarios.
Saludos y gracias por pasar.
sobre tu análisis, muy textual y con llenura de sintaxis -para mi gusto-(como un excelso profe de U....jeje) pero es otro enfoque que me das de lo que ves... interesante.
Lo que me da curiosidad, Tavo, es sobre lo que llamas ser contracultural... sería interesante ver tu apreciación, porque me deja dudas sobre si toda obra "contracultural" es ligerista o sin complejidad. Existe otra oferta "contracultural" que sea aceptable para vos...? Lo esperaré como dices en un próximo post.
Saludos y pasé para que veas que la rana se fue a otro lugar.
Saludos.
___________
(sbt)Noticias: ¿Y por qué Washigton Cucurto es dominicano?(sbt2)
Cucurto: Porque a los "18 whiskies" les gustaba mucho la literatura europea, eran muy porteños y muy cancheros. Y en reacción a eso inventé a este escritor que se reía de ellos, alguien de un lugar ignoto, sin tradición, que venía a romper con todo. Tiene algo de destructivo y parte un poco de la bronca.
____________
Santiago Vega es en realidad no muy diferente a Cucurto, es pobre, trabajaba en un supermercado, le gustaba la cumbia, no tenía mucha educación.
De modo que su personaje esta diseñado para chocar directamente con un gremio culto y burgues que lo desprecia a él y a los que son cómo él y lo que ellos producen, que se basa en su vida cotidiana (ver poemarios como Cosa de Negros, o La maquina de hacer paraguayitos).
Como una especie de papel litmus cultural Cucurto es indispensable porque le dice rápidamente a uno donde esta parado en el espectro del snobismo de la alta cultura.
El minimalismo, al menos en norteamerica, también a resultado ser un reflejo de lo que se llama conciencia de clase. Los escritores que carecen de formación intelectual tienden a sufrir una especie de complejo de inferioridad o timidez literaria que los lleva a expresarse en la menor cantidad de palabras posibles y de la forma más simple para así evitarse una "pelada", como sugieren Guillermo y Gustavo.
Pero una cosa es clara, el estilo o el tema, a priori, no hacen a un autor bueno o malo; es su obra la que importa, no en cual bando se forma.
En cuanto al espaciado, el siguiente código resuelve tu problema. Coloca el verso entre las etiquetas:
<span style="margin-left:20px;">verso ejemplar</span>
Cambia el valor del número para aumentar o disminuir los espacios. Para editar, tienes en derecha superior una pestaña EDIT HTML. El PREVIEW te permite apreciar el espaciado final.
Suerte
La contracultura, como tal, ya no existe. Eso que se llamó contracultura es hoy otro producto de mercado, otra manera de vender, haciendo pasar por "revolución" lo que no es más que una nueva manifestación de las instancias de poder. Los estados nacionales, las industrias del arte y demás, legitiman ciertas prácticas, como ha sido siempre, y esas prácticas son, por ejemplo, pretender privilegiar alos menos privilegiados, lo cual es una pose.
En el blog de Avelina Lésper (www.avelinalesper.blogspot.com, que Claudia Botero nos presentó, se expresa muy bien esta idea.
Puesto de otro modo, usar una camisa del Che no es contracultural, es "mainstream". Escribir como Cucurto no es contracultura, es "mainstream".
Entonces, ¿será posible hablar de contracultura? Claro que sí: contracultura de la contracultura, para ponerlo simplón. Hoy le choca más al público y al estado una obra compleja, rica en matices, que esos pretendidos berrinches de tantos y tantos artistas. En ese sentido, como ejemplo, este poema de Luis, y su libro, son para mí "contraculturales".
Gustavo: toda la razón. Es un libro, me atrevo a decir, portentoso. Claro, no puedo compararlo con sus otros trabajos porque el desconsiderado de Luis no me los ha enviado, cosa que espero solucione pronto. Sin embargo, en cuanto él lea los que yo le enviado, seguro no me habal más.
Las temáticas que apuntás están sumamente trabajadas. Por eso señalaba esa duplicidad formal y temática, ese sujeto y ese lenguaje que se "desgastan".
Este es un libro realmente vanguardista.
Juan: le he seguido un poco la pista a Cucurto. Decía "aparentemente" es Santiago Vega para no ponerme muy serio y contar todo el cuento, que vos has tenido la delicadeza de ampliar.
Efectivamente, Cucurto se plantea a sí mismo como un ejemplo (y defensor) de las manifestaciones populares de las clases populares. Sin embargo, aquí es donde viene el problema, pues más allá de sus orígenes, no creo que sea muy ignorante, y algo habrá de saber el muchacho. Entonces, ¿es realmente una voz popular desde lo popular o simplemente una pose, una máscara, eso, un personaje? No sería muy diferente de un Aquileo, que ni popular ni nada, sino que con su máscara de lenguaje campesino, se burlaba de los campesinos.
Bueno, esto es una especulación, claro.
En cuanto al tema, muy de acuerdo, no es lo que importa como tal, ni lo que hace a una obra de calidad. Es la forma.
Víctor: qué compromiso en el que me he puesto y que vos recalcás: ampliar mis impresiones. Pero bueno, veré si en algún momento lo retomo, porque de verdad que lo merece. Vaya "librito" con el que se rajó Luis.
Muchas gracias por el consejo. Entre esta solución y la de Lluís, ya no tendré pretextos.
Saludos a los cuatro y muchas gracias por pasar.
Luis no ha leído tu reseña, y creo que debo prepararlo.Le regalaré una caja de pañuelos faciales, porque él es muy emotivo. Estas cosas lo conmueven hasta el moco y la lágrima.
Saludos y gracias por pasar.
Muy bello el poema de Luis. Sus juegos tipográficos me han fascinado.
Saludos.
A pesar de eso, de vez en cuando puedo ingresar a tu loft. Gracias por el consejo.
En cuanto al texto de Luis, es el que te había comentado. Estoy seguro de que te gustaría mucho su libro.
Lástima que no funcionó el truco para ingresar al sitio.
Saludos y gracias por pasar.