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De la extensión y dimensión de las obras de arte



Aunque resulte ocioso, digamos para empezar que incluimos las obras literarias dentro de las obras de arte. Ciertamente, la distinción que suele hacerse entre arte y literatura, responde a que esta última es un "invento" de no más de cien años. Antes de eso, desde la antiguedad griega, lo que hoy conocemos en Occidente como literatura o artes literarias, fueron entendidas y desarrolladas de manera distinta.

Ahora bien, ¿cuáles han sido las transformaciones en el ámbito de las artes? Pensemos por un momento en la arquitectura, o si se quiere, en la escultura. En la antiguedad, la construcción de obras monumentales era prioridad de distintas culturas. Desde la mítica torre de Babel, pasando por las pirámides, hasta El coloso de Rodas o La estatua de Zeus. En los siglos XX y XXI, dicha prioridad parece no haber cambiado. Los arquitectos siguen empeñados en construir las torres más altas, los edificos más complejos, las obras más fastuosas que la humanidad haya conocido. Los mitos sobre el ser humano que juega a ser dios no cambian. Y si queremos un ejemplo de la escultura (aunque a mí no me haga mayor gracia), pensemos en el parque de Roma, donde Jorge Jiménez Deredia acaba de colocar una serie de sus trabajos. ¿Sería posible pensar en un arquitecto que quiera pasar a la historia construyendo casas de una habitación, o miniaturas de posibles proyectos? ¿Habría sido considerado Jiménez Deredia si su trabajo fuera un guijarro de un centímetro de diámetro, con mil páginas de explicación sobre su significado?

En el ámbito del cine, arte que tiene cien años, la situación no es muy distinta. Claro que se produce una cantidad enorme de cortometrajes, pero estos por lo general resultan la antesala de los largometrajes. Cuando un cineasta se dedica a hacer solo cortos, es probable que esto se deba más a un asunto presupuestario que a una posición artística. ¿Estaríamos dispuestos a pagar 2500 colones por ver un corto de cinco minutos?

La música ofrece un panorama bastante peculiar. Aunque en todas las artes hay manifestaciones que pueden ser consideradas más académicas y otras más populares, ninguna presenta una separación tan evidente como en el caso de la música. Nuevamente, a la vuelta del siglo XX, la música popular no solo era parte de todas las culturas, sino que en el caso de Occidente, con el desarrollo industrial y las innovaciones tecnológicas para grabar y reproducir sonidos, la música popular se difundió masivamente, y llegó luego a adquirir estatuto de arte, mientras que las manifestaciones académicas, por supuesto, siguieron desarrollándose. Las obras musicales, tanto académicas como populares, tienen duraciones variables, pero es común pensar en una sinfonía o en un álbum de cuarenta minutos de duración, o en una canción de rock o en un lied de unos dos o tres minutos. ¿Pensaríamos en canciones de diez segundos? Nuevamente, ¿pagaríamos por un disco con cinco segundos de grabación? Sí hay temas de dichas duraciones, pero solo los aceptamos como parte de un conjunto, jamás de forma individual.

Pensemos además en las presentaciones en vivo, y aquí podemos entonces incluir las artes escénicas como el teatro o la danza. ¿Iríamos a ver una representación que nos tome un minuto? ¿Saldríamos de nuestras casas a tomar un bus, un taxi; a pagar un parqueo, un guachimán y una entrada por tres minutos de espectáculo?

Estoy casi seguro de que la respuesta a todas las preguntas que he planteado sería negativa. Entonces, ¿por qué diantres en el caso de la literatura sí aceptamos obras de dos líneas? ¿Por qué el minimalismo se ha convertido en la norma?

Aquí debemos hacer un paréntesis. Hemos usado en repetidas ocasiones el término "minimalismo" para referirnos a obras de limitado espectro. Sin embargo, nótese que minimalista significa la utilización mínima de elementos, jamás la brevedad o dimensión de una obra. Sin embargo, son los mismos artistas, los escritores mismos, quienes han entendido por minimalismo el mínimo de lo que sea, y así lo estamos empleando.

Un argumento a favor (tratemos de ser justos), es que la literatura no responde a criterios mercantiles, industriales, de mercado o de consumo; que la literatura debe ser precisamente la conciencia de las sociedades, y por eso, se diferencia, se separa de las otras prácticas artísticas. ¿Pero será esto exacto? ¿No se supone que igual papel deben cumplir las otras artes?

Otro aspecto, es que así como en la música se dio la sepración entre lo popular y lo académico, en la literatura se desarrolló la novela como género moderno, y por ende popular, mientras que la poesía quedó relegada a un plano para supuestos especialistas. Recordemos que cuando un poeta publica un libro, su multitudinario público le preguntará, de forma redundante, que cuándo va a publicar un "libro" (por libro se entiende, en este contexto, una novela).

En literatura sí aceptamos poemas de dos líneas. En el caso de la literatura, curiosamente, es la única ocasión en que no pagamos por asistir a un recital. ¿Será por eso que no reclamamos? ¿Será que todo se reduce a un asunto mercantil? ¿Será por eso que los libros de poesía son los que menos se venden? ¿Será por eso que todo mundo escribe poesía?

Es evidente que el tema se las trae, y podríamos ver en ello un elemento de irreductibilidad de la poesía a los patrones racionales. La poesía como lo que está siempre fuera del sistema. ¿Podría ser? ¿Es posible?

Comentarios

Luissiana Naranjo ha dicho que…
Mira siempre he visto la literatura como arte porque nace de la invención y se utilizan elementos paralelos a la hora de construir, diseñar y provocar...
lo que sí es cierto, es que el concepto de arte literario ha evolucionado con los siglos. Era común que el pintor, escultor o el filósofo también fuera poeta en el renacimiento.
Entiendo que digas que pocos pagarían por ir a ver arte de brevedad, aunque fuera muy bueno, un corto más que corto, o una escultura como un guijarro, o a una composición musical de dos minutos... tal vez, yo si iría si es demasiado bueno, y sean los mejores dos minutos de mi vida.

Sin duda, el género poético ha sido uno de los más relegados aún dentro del género literario, pero si creo posible en que se pueda reivindicar sin baratearlo a un mercado de consumo, fuera de los siempre visionarios privilegios, y que ésta debe ser siempre una respuesta a "la conciencia de las sociedades"... puede ser eso y también, una puerta de peaje con valor dignificado. Todo depende del papel que juega dentro de los presupuestos y las políticas de cultura y lo planes curriculares del fomento a la lectura. Nadie conoce de poetas actuales lo puede uno sentir en otros sectores, solo se aplauden a los muertos. Depende también de los acondicionamientos de la prensa o su promoción. De la función reactiva del autor, con su editorial y la distribución, miles de cosas que franjean quebrantos y que siempre sea la poesía la que está fuera del sistema.
Sería genial que en algún momento un poeta en tiquicia llene un teatro y la gente vaya a pagar por verlo...
ahora la realidad es que muy pocos asisten a un recital poético y no porque sea solo poesía minimalista, o breve, la poesía extensa,de calidad tampoco es bien atendida, de hecho ni regalando comida, ni que haya el mejor asiento o vino, hay poca valorización por lo poético. La culpa o las razones? son muchas, habría que escudriñarlas...
Leandro ha dicho que…
Es interesante el tema que planteás. Me resulta curioso pensar que en lo escrito lo popular está asociado a novelas copiosas; pienso en gente como J. K. Rowling, Dan Brown, Stephenie Meyer y un largo etcétera. La unidad más pequeña de la literatura, el poema, es lo menos popular: la gente de a pie no lee poesía. Sin embargo en la música lo popular está ligado a lo breve: la mayoría no puede permanecer sentado por la duración de una sinfonía, pero es entusiasta de los temas de tres minutos que pasan por la radio. En el extremo más popular, un disco de una hora no tiene importancia, sólo la tiene la canción que ha tenido éxito y que se repetirá ad nauseam. Recuerdo que Bohemian Rhapsody fue saludada como un tema tan extraordinario que mucha gente se entusiasmó "pese" a sus seis minutos de largo.
La conjunción de lo grande y el arte está ligada a la ostentación y a la ambición; lo pequeño y el arte tiene que ver con lo delicado. Un libro del tamaño de "El código Da Vinci" es ostensible, vale decir, ostentable. Lo mismo se puede decir de esas grandes obras de la arquitectura que nombraste. Lo pequeño queda reservado a los espíritus sensibles. Se podría alegar (aunque sea un lugar común) los haikus o las pequeñas piezas del Carnaval de Schumann. Lo sutil no necesita del volumen alto, pero lo popular sí. Recuerdo un amigo amante del rock, cuando fue a ver una obra de música clásica por primera vez se sorprendió de la falta de amplificación, que todo se escuchara tan "bajito", y que la gente no pudiera ni respirar fuerte. Las miniaturas requieren atención, silencio, vista u oídos finos. Las otras son demasiado masivas para ignorarlas.
Guillermo Barquero ha dicho que…
Ahora quedé realmente enredado, sobre todo con el comentario de Leandro. "Las miniaturas requieren atención, silencio, vista u oídos finos. Las otras son demasiado masivas para ignorarlas."; ese juicio es cierto en muchos casos, pero ni sé si realmente en la mayoría. Si bien los best-sellers (al estilo gringo, que es que más suena y el que mejor se mercadea) tienden a ser obras de muchas páginas (Meyer, Stephen King, Dan Brown), ¿qué se puede decir, entonces, de las obras masivas, enormes, de muchísimas páginas de Barth, Pynchon y D. Foster Wallace? Estas obras no son para el gran público, y a pesar de ello las editoriales apuestan a ellas, las venden, las editan bellamente y las empujan en el mercado, como si fueran los últimos éxitos de Dan Brown.
Todo esto de la extensión da para mucho; yo sostengo lo que puse en un post que ciertamente se burlaba del cuento corto (el microcuento o cualquier nombre que quiera dársele), por ser una forma en la que muchos escritores se escudan para no desarrollar sus historias o para "equivocarse menos", porque los asuntos gramaticales avanzados no son precisamente sencillos. Entre menos palabras, estadísticamente hay menos probabilidades de error, aunque si hay errores (qué complicada la cosa) se notan más. Si un volumen con narraciones cortas alcanza el nivel de algunas piezas de Monterroso o Brecht, bienvenido sea.
Lola Torres Bañuls ha dicho que…
Hola.

No todo lo que se escribe y suele llamarse poesía lo es. Dentro del amplio espectro de lo que se escribe y se exibe como poesía (incluso publicada por grandes editoriales) no es poesía sino palabrerí. Pero aún así me parece lícito que cada quién escriba lo que le plazca, pero que se cuestione si es realmente poesía o no creo que sería remendamente bueno.

Un abrazo.
Mon ha dicho que…
Otra vez "meto la cuchara", pero esta vez no mucho.

La literatura,como las demás artes,es un elemto de contemplación. El tiempo es un factor importante para la contemplación. Desde esta óptica, el hecho de que un poema conste de dos líneas no quiere decir que su permanencia (en el lector) sea equivalente al tiempo que se necesitó para leerlo o escucharlo, el poema continúa(mi querido saltamontes, ja ja...)Por eso no creo que sea válido hacer una ecuación extensión X . tiempo Y = felicidad del consumidor.
Leandro ha dicho que…
Tampoco soy muy entusiasta del microrrelato estilo Monterroso: me parece sólo un juego. No fue mi intención decir que toda obra de dimensiones es un mamotreto: ahí está Joyce y Proust para probar lo contrario, o Miguel Angel o Beethoven o Mahler. Apuntaba a una vindicación de lo pequeño, no como reducción de lo grande, sino como la posibilidad de susurrar en voz baja cosas que no pueden ser dichas con trompetas y timbales.
El ejemplo más elocuente está en los cortos que don Asterión vino dejando en su loft y los poemas de su cosecha que comparte aquí: son obras delicadas que requieren algo más que la admiración distraída que suelen dejar las películas y las novelas. Lo grande puede dejar esa sensación morosa de entretenimiento, pero lo pequeño necesita a toda costa ser bueno para que no pase desapercibido. Aún así, ¿cuán bueno se puede ser en tres líneas?
Anónimo ha dicho que…
Luissiana: el arte es invención, creación, y también es cierto que los conceptos han cambaido con el tiempo.

Uno puede considerar que hay segundos en la historia del arte que bien valen un vida, pero eso lo sabe porque los ha apreciado dentro de su conjunto. Por ejemplo, los primeros 25 segundos del "Gloria", en la Misa Solmene, de Beethoven; o el final también del "Gloria", en la octava de Mahler.

Sin embargo, no podemos saber si un "segundo" es bueno apriori, solo a posteriori, entonces, quizá ni nos tomaríamos la molestia, especialmente si llueve.

La poesía, curiosamente, fue el género privilegiado durante mucho tiempo. La modernidad fue la que se la trajo abajo. Aquí, la lectura a partir del materialismo histórico es invevitable, jeje: el capitalismo es el culpable.

Saludos, y gracias por pasar y comentar.
Anónimo ha dicho que…
Leandro: creo entender tus puntos, pero siempre habría que incluir algunas salvedades.

Es claro que el tema de la extensión no es fácil. ¿Qué sería un poema largo? ¿"La divina comedia" o "La tierra baldía"? Es evidente, de nuevo, que el concepto cambiará sobre todo a partir de la modernidad, de nuevo.

El poema de una página sería el equivalente de una canción de tres minutos. El poema de dos líenas sería el equivalente a "Her majesty", de The Beatles. Ahora, este tema está dentro de un conjunto que le da valor, el "Abey Road".

La distinción entre grande/pequeño- ostensible/delicado también debería ser matizada. Son extremos que se tocan y entrecruzan.

Vuelvo a poner de ejemplo la octava de Mahler, que no requiere amplificación, pero difícilmente podríamos escuchar al público respirar. En lo popular, la canción "Julia" requiere de suma atención, por el bajo voluen con que fue grabada.

Tanto en el post anterior, como en este, me vi tentado de mencionar los haikus, pero es que precisamente, los haikus no presentan el problema de la brevedad como un ocultamiento, sino que responden a todo un concepto, a un ideal cultural. Por eso he insistido en referirme a Occidente. Oriente tiene la disposición sensible para producir esas obras y para comprenderlas. Occidente no. La propagación de la pesía hiper breve en Occidente tiene que ver con el influjo de Oriente, pero como suele suceder, se transplanta una cierta idea o una forma, pero el "espíritu" se ha perdido.

Gracias por pasar y comentar.
Anónimo ha dicho que…
Sentenciero: yo también considero que el tema da para mucho, y que es necesario siempre matizar las divisiones tajantes entre conceptos.

Podemos encontrar obras buenas y malas, extensas y breves. Creo que ha quedado claro que no se trata de una relación fija: largo/bueno-corto/malo.

En el caso de las novelas, sí hay un carácter social: entre mayor el número de páginas que yo leo, más prestigio tengo, sea Dan Brown o DFW. Bueno, leer es mucho decir: andar bajo el brazo.

Yo concuerdo con vos, y lo he planteado así, que la tendencia de muchos autores a la brevedad más que asunto estético es asunto de carencia.

Saludos y gracias por la visita.
Anónimo ha dicho que…
Lola: en el asunto de la libertad concordamos plenamente. Cada quien pude hacer lo que le plazca, e incluso, publicar lo que quiera. También como lectores, por supuesto, cada quien puede leer lo que guste. Esa libertad nada quita o aporta a la calidad. La calidad pasa por la crítica y la autocrítica, por el trabajo constante y consistente.

Un saludo y como siempre un gusto tenerte por aquí.
Anónimo ha dicho que…
Mon: al contrario, la idea es meter mucho la cuchara.

Yo no veo discrepancia con lo que decís. Estoy de acuerdo con la idea de la contemplación como parte del proceso de creación/recepción. Tampoco, y vuelvo a repetirlo, he dicho que una obra sea buena por ser extensa o viceversa.

El punto es, como comentaba con Sentenciero, que muchos autores, no todos y no siempre, prefieren la salida fácil que es el poema breve, a la complicación y el compromiso.

Yo no tengo nada contra los poemas breves. Tengo todo en contra de los poemas breves facilones, que resultan ser la mayoría.

Un abrazo y gracias por la visita.
Anónimo ha dicho que…
Leandro: mientras respondía te me adelantaste, jeje. Ya mencionaba yo a Beethoven y a Mahler.

La poesía antigua (Grecia hasta el renacimiento) tendía a lo extenso, la moderna (del renacimiento hasta ahora) a lo breve. La primera puede ser "imperfecta", precisamente por el riesgo que implica y la cantidad de elementos. Sus "errores" son casi que necesarios, para sustentar el conjunto. La segunda no puede darse ese lujo. Debe ser "perfecta". Un soneto no puede estar mal construido por ningún lado, su "error" sería demasiado evidente. Lo mismo un haiku. Y nótese que por Internet y en gran cantidad de libros circula cualquuier cantidad de hiakus mal escritos. ¿Pero quién se atreve hoy día con un soneto? Y son solo 14 versos.
Anónimo ha dicho que…
Reciba un cordial saludo:

Hemos leído sus reseñas, y nos gustaría invitarlo a participar en nuestra revista-blog.

La Escafandra
Alexánder Obando ha dicho que…
Te cito y a continuación te comento:

“Pensemos además en las presentaciones en vivo, y aquí podemos entonces incluir las artes escénicas como el teatro o la danza. ¿Iríamos a ver una representación que nos tome un minuto? ¿Saldríamos de nuestras casas a tomar un bus, un taxi; a pagar un parqueo, un guachimán y una entrada por tres minutos de espectáculo?”
“Estoy casi seguro de que la respuesta a todas las preguntas que he planteado sería negativa. Entonces, ¿por qué diantres en el caso de la literatura sí aceptamos obras de dos líneas? ¿Por qué el minimalismo se ha convertido en la norma?”

Creo que la argumentación en torno a este tema es en principio falaz. Si bien muchas artes se engolosinan con la idea de lo grandioso (el monumentalismo estilístico del nazismo y el estalinismo son buenos ejemplos) no es cierto que sea una tendencia constante y más apreciada que otras formas. Puede que en arquitectura y escultura algo de eso sea cierto, pero no necesariamente en literatura. La poesía no es apreciada por ser larga o breve, y aunque su extensión promedio es mucho menor que la de la narrativa, se lee con profusión.

De acuerdo, un poema puede ser de varios segundos, pero también los hay de varias horas. No se está tomando en cuenta entonces que la extensión o monumentalidad está asociada al género o la naturaleza de cada obra de arte. En la pintura, por ejemplo, se utiliza el monumentalismo del mural cuando su intención es “decorativa” (dicho en sentido ideológico y arquitectónico) pero nadie, y aquí radica la falacia, expondría en público un muralito de varios centímetros cuadrados, lo mismo que tampoco asistiría a un recital de poesía de tres minutos. Se requiere mucho esfuerzo (material y psicológico) para acceder a una presentacioncita tan breve.(Recordemos, además, que la poesía exige un muy alto nivel de concentración, por lo que suele ser más breve).

De nuevo te cito y te comento:

“Otro aspecto, es que así como en la música se dio la separación entre lo popular y lo académico, en la literatura se desarrolló la novela como género moderno, y por ende popular…”

Otra falacia sería asumir a priori que la novela es un género “popular” y por tanto arguyamos por oposición maniquea que la poesía no lo es. Más de una persona que ha vivido o pasado una buena temporada en Nicaragua te podrá decir que la novela NO es la forma literaria predilecta del pueblo. Los nicas recitan, leen y algunos escriben mañana, día, tarde y noche su adorada poesía. No conozco casos en la literatura del último siglo donde la narrativa fuese el género popular y la poesía el género de de los “especialistas”. Muy al contrario, casi todo adolescente enamorado ha emborronado algunos versos, y ni hablar de las maestras y su costumbre de hacer que los niños memoricen y reciten poemas. Yo fui maestro de escuela y profesor de colegio casi diez años. Los chicos estaban generalmente más dispuestos a crear poesía que narrativa. Prueba de ello es que una gran cantidad de narradores (por no decir casi todos) empezamos emborronando versos.

Además, decime vos, ¿quién compraría un libro de poemas con una sola página de poesía? Nadie, por supuesto. Así pues, la extensión tiene que ver con características de género pero cuanto de él consumamos estará sujeto al mercado y, en términos más amplios, a la proporción humana. Nadie hace un mural de diez centímetros cuadrados, ni una sinfonía de un minuto ni un poemario publicado de tres líneas. La relación con lo que podemos hacer siempre somos nosotros mismos.

Finalmente, yo tendría en cuenta tu cultura y tu erudición (ambas muy notables) por lo que no es justo verte hacer generalizaciones así. Me recuerda mucho la cantaleta de mis otros amigos poetas como Adriano Corrales, que siempre se la pasan en lo mismo: “Pobrecitos nosotros, nadie quiere a los poetas ni a la poesía”. Y son ustedes, sin embargo, los prolíficos en los encuentros, los festivales y a veces hasta en las antología.
Anónimo ha dicho que…
Alexánder: muchas gracias por tu aporte.

Lo que plantéas sirve para ensanchar lo que aquí se discute; sin emabrgo, no creo que mis argumentos sean necesariamente falaces. Algo apresurados o generalizados, puede ser.

Respecto del género o la naturaleza de cada obra (poética), el problema es precisamente que la mayoría de poetas no toma esto en cuenta. Es decir, nadie se plantea el tema formal, simplemente se lanzan a escribir sin más. Por eso las obras se agotan rápidamente en dos o tres líneas. Hay una idea y nada más.

La profusión con que se lee poesía, o su popularidad, bien podría ser discutida. Estamos de acuerdo en que todo mundo tiene sus poemas guardados (no así sus novelas), pero esto no significa que sea más popular. Justamente por ser algo que todo mundo hace, nadie le toma importancia. No es lo mismo decir tengo "un poemita guardado" que decir "escribí una novela". La novelas se mercadean más y se venden más. Eso me parece evidente.

Luego, no sé dónde leíste que yo me estoy quejando por un lugar para la poesía. Mi entrada nada tiene que ver con esto. Mi posición dista mucho de ser esa patética y lastimera que citás.

Y finalmente, gracias por el halago (después de la regañada), pero tu último párrafo es un golpe bajo. Decime, por favor, ¿dónde diantres soy yo prolífico en encuentros, festivales y a veces en antologías? ¿Tengo yo mi propio encuentro de escritores? ¿Estoy siempre en festivales o en carteles de lectura? ¿Aparezco en alguna antología? No, Álex, creo que no. Solo espero que eso último no se tome como una queja, y también espero que dicho comentario sea al menos realmente tuyo.

Saludos.
Anónimo ha dicho que…
La Escafandra: muchas gracias por la invitación.

Saludos y gracias por pasar.
Pelele ha dicho que…
Esta discusión es interesante, sin embargo, remitiéndome al post, me parece que el “problema” está planteado equivocadamente, ya que se comparan dos argumentaciones, que si bien paralelas, una no da cuenta directa de la otra, necesariamente. Esto se nota inclusive en la dirección que tomaron los comentarios.
Por un lado planteás la situación desde quienes consumen bienes culturales, es decir, el arte ya fuera del artista:
-Sería considerado Deredia si un guijarro? – 2500 por un corto? – pagaríamos por un disco de 10 segundos? Nos molestaríamos por ir a una obra de 3 minutos y además pagar por ella.

Y por otro lado planteás la cuestión del artista (escritor) en su fuero interno como creador.
En la primer argumentación, la pregunta sería ¿pagaríamos por un libro de poesía o prosa cuya extensión sea de dos líneas? La respuesta a esto creo que sería igual que a las de las anteriores: Nos leemos el librito en la librería y lo devolvemos al estante y nos vamos a la caja con una buena antología de fulano de tal.
Siguiendo en esta dirección claro que la literatura, sea poesía o sea narrativa, sea de buena o de mala calidad responde o se desenvuelve según criterios de mercado –lo cual en buena medida está fuera de los dominios del que crea. Lo más sencillo: vayamos a cualquier librería de cualquier país centroamericano y hagamos un inventario de cuántos escritores centroamericanos tienen en su oferta, además de los –algunos- nacionales.

En el otro orden de cosas la pregunta es ¿Qué tanto tienen que importarle estos asuntos al artista? Aquí hablamos entonces de cómo es entendido el oficio de crear por el que crea y/o la comunidad de creadores (si tal cosa existe). Claro que sería bellísimo que nos exoneraran de impuestos municipales por acomodar palabras, pero si no, no cambiamos de oficio, nos metemos a asesinos a sueldo para pagar los recibos y seguimos con el abc.

Lo de la calidad y la extensión, me parece que se está en general de acuerdo en que no son axiomas. Es importante anotar que la cultura literaria, como la cultura en general es un hecho social e histórico y desde ahí en principio debe explicarse el fenómeno. El libro como lo conocemos, nace con el individualismo (subjetivismo) de los románticos que responde a los trastornos de la iniciada revolución industrial y de ahí palante capitalismo para la sopa.
Anónimo ha dicho que…
Pelele: muchas gracias por aportar.

Creo que tenés razón en que el post agarra para un lado y para otro. En un principio, la idea era solamente dejar una serie de preguntas y ver qué opinaban los lectores, pero como suele suceder, empieza uno a meter todo tipo de impresiones. Ahora, bien, el objetivo principal de ver que se piensa al respecto, parece resultar.

El creador siempre vive en una disyuntiva, entre su quehacer propiamente dicho y su relación con el entorno. Uno parte de que el creador crea y listo, y esto es lo primordial, pero luego resulta sumamente necesario reflexionar sobre su creación en el contexto histórico que le ha tocado.

Desde este punto de vista, estamos de acuerdo en que lo aquí dicho no es un axioma o un dogma, sino un disparador para la reflexión y el cuestionamiento. Creo que debemos dejar por sentado que estos problemas son relativos, y pueden ser abordados desde diferentes puntos. Eso ya lo sabemos, partamos de ahí para proponer.

Saludos.
Luis Antonio Bedoya ha dicho que…
Todo el problema estriba en la noción de técnica: esos poetas que sufren de eyaculación precoz no conocen en lo más mínimo esta noción básica. Les parece que no es necesaria, porque ellos son muy "libres" y "rebeldes"... "La estética" -dicen- "¡ese plato de babas!". Pero, no lo dicen porque crean que su aforismo tenga mucho sentido, lo dicen porque sí, por libertad y rebeldía, en esa acepción tan particular de los términos. Si uno va levantar un edicifio, hay que tener cuidado de que no le caiga en la cabeza a sus ocupantes, si vas a hacer una escultura tenés que saber manejar ciertas herramientas y conocer ciertos materiales. Por otra parte, la poesía no tiene escuela, academia, lo que sea... La política siempre ha visto en las cualidades retórcas del texto poético un usufructo providencial que ha llevado al abuso. Vivimos la era de la imagen: la gente cree que entiende lo que ve, aunque no lo entienda y, por tanto, le parece necio o aburrido tener que descodificar signos. Y esto sólo para mencionar algunas adversidades que sufre la poesía en nuestros días.
Pero la mayor tragedia es, quizás, la gran decepción que la mayoría de los verdaderos poetas sufre a causa de este panorama tan desolador. Nuestra poesía es ocura, estoica, dura, profunda... Espantamos a la gente con nuestro encono. Hay razón para ese encono. Pero no por ello debemos olvidar a Anacreonte y su inmensa carcajada de placer. Si el arte es el lente que nos deja contemplar a la belleza sin que ésta nos fulmine, que sea nuestra poesía el lenitivo que ayude a los hombres a soportar del doloroso abismo las afiladas agujas que, en el mundo del Cristo, nos clava postrera la voluptuosidad.
depeupleur ha dicho que…
Creo que este post tiene más que ver con tu preferencia por el poema largo y tu aversión por la poesía corta de algunos autores (que no nombraste), que con el asunto de la extensión.

La extensión corta en poesía tiene una historia muy, muy antigua. Existe desde hace siglos el pareado, el terceto, el cuarteto, el soneto (que son dos tercetos y dos cuartetos), el haiku, etc. Esto no lo inventaron los poetas ticos.

Lógicamente nunca van sólos estos poemas pequeños, siempre se agrupan en racimos para su distribución por razones lógicas y logísticas.

Pero finalmente me parece que tu intención era criticar a alguien y te fuiste por las ramas. Tal vez me equivoco, pero si no me equivoco creo que hubiese sido más valioso despellejar algunos ejemplos particulares que simplemente rociar el veneno en la brisa.
Anónimo ha dicho que…
Luis: lo has señalado muy bien: eyaculación precoz.

Por lo demás, apuntamos a lo mismo y ya es cansado repetirlo: no se trata de un asunto solo de extensión, sino de técnica, de fundamentos, de reconocer que se sabe lo que se está haciendo, y que no se trata, por el contrario, solamente de una ocurrencia.

Como suele suceder, se piensa que estoy defendiendo un único modelo y una forma única. Yo, que abrazo tanto a los hijos de Apolo como a los de Dionisio.

Saludos y gracias por tu comentario.
Anónimo ha dicho que…
Juan: en el primer párrafo tenés razón. Es evidente que toda postura parte de preferencias.

Respecto de la historia de la poesía corta, es cierto que se ha cultivado en diferentes momentos. Nunca he dicho yo que toda es mala y que toda debe ser rechazada. En cuanto al tema del soneto, no se trata de estrofas agrupadas y nada más, de hecho, más allá de su división en dos cuartetos y dos tercetos, el soneto se considera una estrofa en sí misma.

La poesía breve se ha cultivado y se sigue cultivando, en Grecia y en la China, pero debe reflejar maestría y no chapucería.

Finalmente, mi intención no era criticar a nadie en particular. Si me fui por las ramas habrá sido por otra cosa. Concuerdo en lo de poner ejemplos, pero no veo el veneno en la brisa por ningún lado. De hecho ni siquiera hay brisa.

Saludos y gracias por pasar.
depeupleur ha dicho que…
Yo pensé que querías criticar algo en particular. Como generalización no le veo el fundamento a la crítica, porque ya vimos que la poesía corta tiene un fundamento histórico. En cuanto a la maestría, bueno, eso aplica para toda extensión, aunque hay que admitir que es más terrible un poema chapucero largo que uno corto.
Anónimo ha dicho que…
Juan: no había un objetivo particular. Como dije antes, al principio la idea era solamente tirar algunas preguntas, a raíz de los comentarios del post anterior.

La idea tiene fundamento en tanto critica una tendencia que más que cosas positivas, lo que trae son cosas negativas. No lo tendría si la pretensión fuera volarse de un tajo todo "lo breve".

Ahora, es cierto que todo esto debe mejorarse, con ejemplos y un enfoque más claro y teórico. Ojalá en un futuo pueda darle forma y redactar un ensayo como se debe. Creo que esto es lo bueno de estos post y de estas discusiones, poner en perspectiva las cosas y buscar diferentes ángulos.

Saludos.
Alexánder Obando ha dicho que…
Amigo Asterión:
Creo que te entré rudamente porque discrepo mucho de algunas cosas de las que hay planteadas aquí. Sin embargo, no hablemos de "golpes bajos", eso solo se da entre enemigos, no entre amigos. Y vos so mi amigo. Lo que hice fue semejar algunos de tus comentarios a los que ya les he oído a otros poetas amigos, como señalé. Cierto que vos en particular no sos "profuso" en recitales y otros, pero también los mencionaba colectivamente, como grupo, no individualmente.

Estamos hablando.
Anónimo ha dicho que…
Alexánder: caer rudo no importa, lo que sucede es que sí me pareció "una mención-comparación" desafortunada.

Soy el último en andar llorando por las esquinas y quejándome de que los artistas somos "marginados". Repito: el post no pretendía pedir espacios ni nada así. No me gustan esas posiciones lastimeras y de víctima. Creo en el trabajo, nada más. Más bien yo mismo, y sos testigo, muchas veces bromeo acerca de los poetas y sus poses.

Por lo demás, también sabés que te aprecio, y si no fuera así, habría dejado pasar las cosas o habría vetado tu comentario. Al contrario, tus posiciones me parecen válidas, y por eso es bueno ventilar las cosas.

Un abrazo y gracias por pasar de nuevo y comentar.
Pelele ha dicho que…
Sigo de necio.
Veo que algunas de mis impresiones sobre el post las adelantó Alexander Obando. En todo caso, el espacio que proponés para discutir estos temas me parece muy valioso, sobre todo -lo digo a título personal- porque son cuestiones que no me pienso mucho y he disfrutado bastante haciéndolo. Algunas ideas mejor estructurada planteraré luego en mi blog.

Notas aparte: 1)Ojo con la eyaculación precoz y el imaginario sexual de "nosotros los hombres", no que me ponga la camiseta del feminismo ni mucho menos pero en un seudo-análisis de discurso sale la pregunta socarrona: y de qué padecen las poetizas?

2)Ví lo del tour del gato que emana luz propia. Si bordean las perferias de los Desamparados, avisadme para compartir un vinito.
Anónimo ha dicho que…
Pelele: qué bueno que algo de lo aquí dicho hizo que te conectaras con el tema y la discusión. Quedamos ahora la espera de tu post.

Con lo de la eyculación, tenés razón. Al ponerlo pensé lo mismo. Ahora, para seguir en ese tono "machista", diría que a algunas mujeres que escriben, muchas veces les da pena, como en el sexo, y por eso no se atreven. Y yo creo que todos, hombres y mujeres, debemos dar rienda suelta a la imaginación y al sexo: ejercicios totales de libertad.

No creo que el gato vaya por Desampa, a menos que alguien le haga un campito, jeje, pero a lo mejor hace algo por San José.

Gracias de nuevo por "seguir de necio".

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  Spotify me dice que la canción que más escuché este año fue “Tiny Tears”, de Tindersticks. Lo que no sabe es que fue “Fairytale of New York”, de The Pogues, incansablemente, pero en YouTube.   ***   El jueves 30 de abril de este año pandémico sobrepasábamos ya los 50 días de cuarentena. Ese día, Abel Limbrick subió un cover de “Rainy Night in Soho”, de The Pogues. La cuestión es que durante el confinamiento he pasado escuchando a este grupo inglés de punk celta. Aunque más bien, debería decir que he pasado escuchando incansablemente “Fairy Tale of New York” (1987): en videos, en audio, en vivo, covers, etc.. Es decir, que he pasado moqueando. Qué canción más hermosa. Terriblemente hermosa. Una obra maestra.   ***   Parece que los ingleses son expertos en dejar llegar sus mejores canciones apenas al segundo lugar. Sucedió con “Strawberry Fields Forever”, en 1967. Veinte años después sucedió lo mismo con esta pieza de The Pogues. Y en 1995 pasó de nuevo, con “Common People”. Curiosamen

Queen: "Bohemian Rhapsody"

Dos años y medio. 200 entradas. Para celebrar: “Rapsodia bohemia”, de Queen. Tres notas introductorias 1. En una ocasión, Roger Waters afirmó que probablemente los dos únicos escritores y compositores que estaban por encima suyo eran John Lennon y Freddy Mercury. Uno más, uno menos, concuerdo de alguna forma con él. Esto se hace evidente si además me atrevo a señalar que las mejores canciones de la historia de la música popular anglosajona sean, en este orden, “A Day in the Life” , “Bohemian Rhapsody”, “Shine on You Crazy Diamond” y “Stairway to Heaven” (la lista sigue, claro). 2. "Rapsodia bohemia" es definitivamente un tema excelente y una grabación pionera, innovadora. No solo lleva a nuevos territorios la estructura múltiple en la canción popular, sino que grabar tal visión (especialmente las voces) requería llevar al extremo las posibilidades que un estudio de mediados de los años setenta ofrecía. 3.    Queen ha sido catalogado usualmente como parte del mo

The Beatles IV: "A Day in the Life"

Contrario a la introducción del programa Los cuatro grandes ,  de Súper Radio, en los 102. 3, del FM estéreo, hace cuarenta años terminó la historia . Así es, y el próximo sábado 10 de abril se conmemoran los cuarenta años de la disolución de The Beatles, el mejor grupo musical anglosajón del siglo XX . Por eso, hoy queremos continuar nuestro recorrido por su catálogo , y nada más y nada menos que con la que muchos consideran su mejor canción: “A Day in the Life”. Un tema genial, único, clásico desde todo punto de vista (lírico, musical, técnico, de producción, etc.), una verdadera obra maestra de la música popular contemporánea, que rompió esquemas y terminó de poner a todo mundo en guardia, porque ¿qué más se podía hacer después de esto? El cierre perfecto para el álbum más importante de la era del rock : el Sargento Pimienta . Ficha técnica Título: “A Day in the Life” (canción) Duración: 5´ 08 s (indefinidamente) Fechas de grabación: 19 y 22 de enero, y 3 y 10 de febrer