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Mahler culminó la obra de Beethoven


La literatura y la pintura, a partir del barroco, lograron la creación de textos autorreflexivos, es decir, metatextos. Quiere decir esto, obras capaces de volver sus ojos sobre sí mismas y su proceso de construcción. Así, tenemos Don Quijote y Hamlet, en novela y teatro; y en la plástica, Las meninas, de Velásquez. Sin embargo, en música no hay obras que reflexionen sobre sí mismas, que se observen con ojos críticos y de alguna manera deconstruyan sus procesos internos. No las hay al menos que yo sepa (lo cual no es mucho), o a menos que tomemos en cuenta El clave bien temperado, de Bach, como un primer ejemplo.

En fin, lo que planteo es que la primera vez que podemos tener un metatexto en música, es con el inicio del cuarto movimiento de la Sinfonía n.° 9 (Coral), de Beethoven. En esos primeros cuatro minutos, en la mayoría de versiones, lo que escuchamos es un “ensayo”. La orquesta prueba sonidos, variaciones. Intenta arrancar con fuerza y se detiene bruscamente. De repente, pareciera que empieza a encontrar la melodía, los sonidos, las armonías, pero todo cambia y vuelve a empezar. Esta estructuración es metáfora de la manía de Beethoven de corregir incansablemente. Pareciera que en ese inicio, haya dejado el compositor todas las variantes, los tachones, los borrones, para hacer partícipe al oyente de lo complejo de la obra, de lo difícil de su construcción, como una especie de lección, para que viviésemos con él el camino sinuoso que hubo de transitar hasta encontrar una melodía perfecta, sencilla, única, de pocas notas, esa que hoy conocemos como “Oda a la alegría”, apoteosis del periodo clásico y anuncio inevitable del romanticismo. Después de esa batalla que enfrenta la orquesta, cada músico, el compositor; de esa lucha por encontrar los puntos precisos de la obra, desde lo más lejano empezamos a vislumbrar el motivo de ese cuarto movimiento, un movimiento que, junto con el resto de la magnífica sinfonía, habría de cambiar el panorama de la música académica, y de la música en general, definitivamente.




Ahora bien, con su novena sinfonía, Beethoven dejó asentadas las bases del sinfonismo que le precedería. Tanto así, que ningún compositor, hasta Shostacovich, logró componer más de nueve sinfonías (este dato debería ser corroborado). Claro, Beethoven dejó una décima inconclusa, y hasta en esto parecieron seguirlo algunos, como Gustav Mahler, quien también dejó su décima inconclusa.

También, dentro de los proyectos que Beethoven no pudo realizar, aparte de su décima sinfonía, se encontraba la idea para un réquiem o un oratorio, y su deseo de crear una ópera con el tema de Fausto, en la versión de su admirado Goethe.



Pues bien, de la obra inconclusa de Beethoven y del gran Gustav Mahler es precisamente de lo que quería hablar. Y aquí viene la otra teoría: Mahler fue el encargado de completar la obra de Ludwig. Con creces, de manera soberbia, apoteósica, con una visión que incluye más de mil músicos y cantantes en escena, la Sinfonía n.° 8 (De los Mil), es a la vez música sacra, en su primera parte, con textos en latín, tomados de la tradición eclesiástica (ahí tendríamos el réquiem u oratorio), y su segunda parte, con la escena final de Fausto (“lo eterno femenino nos atrae a lo alto”), sería la ópera jamás realizada. Todo ello, además, con el lenguaje de la sinfonía, una sinfonía verdaderamente coral, como demostró Beethoven que podía hacerse.

Está claro que esto no es ninguna teoría, y solamente responde al espíritu subjetivo, al deseo de que Beethoven hubiese logrado realizar sus deseos. Y al deseo de que la impresionante y totalmente avasalladora octava de Mahler, sea la obra cumbre que es, por encima de todo, y de todos. Un monumento inexpugnable.

Aquí el “Gloria”, octava sección y final de la primera parte (de dos), de esta sinfonía. Presten atención al minuto7: 10, cómo cierra esta parte y la voz de la soprano se eleva por encima de este orgía sonora.


Comentarios

Alexánder Obando ha dicho que…
Asterión, milagrosamente pude ingresar a tu sitio. Gracias por estos comentarios. Siempre es grato saber que algún otro loco tiene las mismas pasiones de uno.

En realidad Mahler rompió con el tabú de las nueve sinfonías pero a su manera. Después de concluir la 8a decidió ponerle un nombre propio a su próxima sinfonía en lugar de número. Así, la 9a se llamaría "La canción de la Tierra" pero todo musicólogo que estudia a Mahler concuerda en que ese brete es una sinfonía en todo menos en nombre. Así, la hoy llamada 9a (que ahorita mismo escucho) es en realidad su décima sinfonía, y con ello Mahler creyó haber burlado el destino... y si realmente es así, ese destino le permitió ser birlado solo una vez. Cuando componía la undécima (llamada décima) faclleció.

En cuanto a Shostakovich, te garantizo que compuso 15 sinfonías, pero no sé si algún otro compositor también escribió más de nueve. Es un asunto por investigar.
Avilio's Island ha dicho que…
Hola Asterión,

Ignoro si quieres apuntar a implicaciones cabalísticas relacionadas con el paso del nueve al diez, de las sinfonías de un compositor. Antes de Beethoven, William Herschel compuso 24, Mozart 41, y Haydn 104. Schubert dejó unos cuantos apuntes para una décima sinfonía (más sobre esto en este vínculo: http://www.hyperion-records.co.uk/al.asp?al=CDA67000 ). Después de Shostakovich, Alfred Schnittke (¿lo conoces? Si no, te recomiendo que busques obras suyas), otro ruso (1934-1998) compuso 9 (aunque esta última no sé hasta dónde la tenía terminada); su vida profesional abarcó décadas de componer para películas.

De Beethoven, como dices arriba, hay una "décima sinfonía", inconclusa, que aún no termina (hasta donde sé) de ser reconstruida. En Maracaibo encontré hace años una grabación (de 1988) del primer movimiento, acompañado por una lectura en el segundo surco sobre su historia: te digo que la oigo cada cincuenta años.

Saludos,

Avilio
Leandro ha dicho que…
Dvorak y Bruckner también tuvieron nueve, aunque Bruckner tuvo una décima inconclusa (la que se conoce como novena, porque a la sinfonía en Re menor no le puso número).
La décima de Beethoven (como la décima de Mahler) creo que fue terminada hace un par de décadas por estudiosos, pero sin convencer a nadie. Dicen que la primera de Brahms es en realidad la verdadera décima de Beethoven.
Historia aparte, creo con vos que Mahler fue el Beethoven del siglo XX, aunque Mahler recién ahora lo estamos disfrutando: fue ninguneado por muchos años. Hay un muy buen momento en que se confunden los dos: en una pintura de Klimt sobre la novena sinfonía de Beethoven aparece Mahler como la "Fuerza con Armadura". "Fuerza" es un buen sustantivo para Mahler y Beethoven.
Asterión ha dicho que…
Alexánder: sabía que no te podrías resistir a Mahler. Y claro, sabés de mi gusto por la música académica.

Tenés razón con "La canción de la tierra". Yo tampoco la ubicaba como "sinfonía". Lo curioso es que precisamente el asunto de la "maldición" tiene que ver siempre con juegos numéricos y catalogaciones.

El dato de Shostacovich, claro, lo tomé de vos. Lo que decía que habría que corroboarar es si no hay por ahí algún compositor menor, poco conocido que tenga más de nueve.

Avilio: jaja, diste en el clavo. En trabajos literarios siempre me meto con el asunto cabalístico, pero aquí preferí no extenderme.

En cuanto a Shuberth, hay también asuntos no resueltos. Mi versión de Sony Classics lista la 8 y la 9 y entre paréntesis pone, respectivamente (7) y (8). Aparentemente la sétima se perdió, aunque ya hay documentos que muestran su desarrollo. Se creyó luego, también, que la 9 era una versión de la sétima, y por eso la numeración alternativa.

Alfred Schnitkke: lo que son las casualidades. Hace dos años conocí su música por medio de un profesor español que dio una conferencia sobre él. Escuché algunas cosas y luego le perdí la pista. Justo en estos días, al pensar en autores del siglo XX, trataba de recordar su nombre, así que gracias.

La décima, efectivamente, fue completada en su primero movimiento. Nada más.

Leandro: así es, de ahi la idea de la "maldición". Ahora, más allá de cábalas, es lógico asumir la dificultad de seguir después de un gigante como Beethoven, o de una genialidad como su novena. El parteaguas es casi inmanejable. Mozart compuso 41, y me atrevo a decir (auqnue no las conozco todas) que solo valen realmente la pena como obras maestras, las dos últimas, y aún así, juntas apenas superan la duración o el espectro de la mitad de la novena.

Y bueno, posterior a don Beto, solo Mahler y Mahler solo (aunque Álex me vaya a reclamar por su querido don Shosta).

Saludos a los tres y muchas gracias por visitar y comentar.
Alexánder Obando ha dicho que…
Beethoven-Bruckner-Mahler-Honegger-Lutowslawski-Schnitke... una cadena sinfónica sagrada... nada más.
Asterión ha dicho que…
Así es Álex, completamente.

¿Hiciste lo de cambiar la dirección? ¿Funcionó?

Saludos y gracias por pasar.

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