Mi amor por vos es copia…
a E. S.
Mi amor por vos es copia
de un amor más grande,
reflejo de un amor más grande,
vislumbre de algo que no se llama Dios
ni eternidad ni locura,
algo más inmediato
e invisible.
Pero mi cuerpo, turbio a estas razones,
se niega a caer en el placer
que la repetición le abre.
Afuera pasan los payasos
con sus chilillos de pólvora
y por mi ventana asoma su ojo
la giganta
buscando al insignificante diablo.
Hoy, mi amor por vos he regalado
a mi rostro su verdadera máscara
y la giganta huye con un remolino
en brazos; ya no su hijo
sino al río lleva en ellos.
Llevo tu nombre, el otro,
oculto en la mano;
dulzaina en llamas
envuelta por mi cuerpo
cayendo en la hondonada.
Pp. 19-20
I
Terco malevaje,
cesura siempre,
ironía rota contra las palabras.
La imagen
nunca más
sino la sombra que envuelve
un retrato de mi padre
donde cierra los labios
su húmedo marfil
contra mi frente.
No saliva
sino sílaba,
cruel multitud.
Hacerte hablar
como un autómata.
Echarte agua en el piquito,
recoger tu excremento,
aplaudirlo con gesto
volteriano.
Cenar con apetito
mientras madre
te come vivo.
El lunar
que alguna vez fue tu sexo,
tu carta atroz,
el día en que Tito
te llevaba a enterrar
sonriendo
con resignación.
Ya no te defendés
contra la lluvia
lavándote
la carne.
Sos chiquito,
mirás cómo cae la tarde
y preferís encerrarte en el ropero.
II
De dónde esta alegría
al oír mi condena a muerte.
Tal vez de tu rostro,
padre amado,
de su sombra.
Crezco con esta muerte
que me viene a sorprender
cuando creía todo perdido.
Golpe del azar,
afán terrorista de la civilización,
¿qué más da?
Me muero
y no podés evitarlo,
bajás la cabeza.
De “La raíz de la mandrágora”, pp. 113-115
Textos tomados de Bestiario de amor
Esteban Ureña (San José, 1971). Poeta, profesor y editor. Realizó estudios de Filología Española y Literatura Latinoamericana en la Universidad de Costa Rica (UCR). Fue miembro del Taller de Literatura Activa Eunice Odio y del colectivo Octubre-Alfil 4. Actualmente trabaja como editor de libros de texto. Publicó el poemario Bestiario de amor (San José: ECR, 2004), y tiene otro inédito: “Minutos después del accidente”.
a E. S.
Mi amor por vos es copia
de un amor más grande,
reflejo de un amor más grande,
vislumbre de algo que no se llama Dios
ni eternidad ni locura,
algo más inmediato
e invisible.
Pero mi cuerpo, turbio a estas razones,
se niega a caer en el placer
que la repetición le abre.
Afuera pasan los payasos
con sus chilillos de pólvora
y por mi ventana asoma su ojo
la giganta
buscando al insignificante diablo.
Hoy, mi amor por vos he regalado
a mi rostro su verdadera máscara
y la giganta huye con un remolino
en brazos; ya no su hijo
sino al río lleva en ellos.
Llevo tu nombre, el otro,
oculto en la mano;
dulzaina en llamas
envuelta por mi cuerpo
cayendo en la hondonada.
Pp. 19-20
I
Terco malevaje,
cesura siempre,
ironía rota contra las palabras.
La imagen
nunca más
sino la sombra que envuelve
un retrato de mi padre
donde cierra los labios
su húmedo marfil
contra mi frente.
No saliva
sino sílaba,
cruel multitud.
Hacerte hablar
como un autómata.
Echarte agua en el piquito,
recoger tu excremento,
aplaudirlo con gesto
volteriano.
Cenar con apetito
mientras madre
te come vivo.
El lunar
que alguna vez fue tu sexo,
tu carta atroz,
el día en que Tito
te llevaba a enterrar
sonriendo
con resignación.
Ya no te defendés
contra la lluvia
lavándote
la carne.
Sos chiquito,
mirás cómo cae la tarde
y preferís encerrarte en el ropero.
II
De dónde esta alegría
al oír mi condena a muerte.
Tal vez de tu rostro,
padre amado,
de su sombra.
Crezco con esta muerte
que me viene a sorprender
cuando creía todo perdido.
Golpe del azar,
afán terrorista de la civilización,
¿qué más da?
Me muero
y no podés evitarlo,
bajás la cabeza.
De “La raíz de la mandrágora”, pp. 113-115
Textos tomados de Bestiario de amor
Esteban Ureña (San José, 1971). Poeta, profesor y editor. Realizó estudios de Filología Española y Literatura Latinoamericana en la Universidad de Costa Rica (UCR). Fue miembro del Taller de Literatura Activa Eunice Odio y del colectivo Octubre-Alfil 4. Actualmente trabaja como editor de libros de texto. Publicó el poemario Bestiario de amor (San José: ECR, 2004), y tiene otro inédito: “Minutos después del accidente”.
Comentarios
Me parecen un mismo poema (¿lo son?). Si dijera que me gustaron me sentiría bizarra y sadomasoquista. Percibo una escritura catártica, tranquilamente catártica, de aceptación de la muerte, sin eufemismos.
De "mi amor por vos es copia" solo puedo decir, con frustración: ¡Qué loquera!
Me divierte mucho tu comentario y me deja esperando una explicación, jeje: ¿bizarra y sadomasoquista? ¿Frustración?
Un abrazo.
Alguien la espantó, definitivamnte, jaja.
Lo que decía es que en otros poemas del libro aparecían moscas, no en este, pero para que no quedés antojada, aquí va uno:
"No alcanza la plata para el viaje astral"
Virgilo se acerca con la mosca atada a un hilo.
La musa es invisible desde lejos.
El balaneco autónomo de un hilo
hace suponer la cadena de Cerbero
o un filamento de Keter Elyon.
De cerca, la mosca se ve triste y alegre.
La sonrisa de súplica. Panoptes de ojos sucios.
Virgilo coronado pasea su quimera.
Los vecinos temen y envidian sus tratos
con el mundo subterráneo.
Cuando se acerca, disimulo un poco.
Miro la mosca de reojo, me alejo de nuevo
y recobro el monstruo tan temido,
el mismísimo Signo de la Ausencia.
¿Alguien sabe qué quiere la mosca?
¿Qué bicho le muerde la oreja
mientras Virgilo duerme?
Virgilo cosecha los laureles
y la mosca escribe,
escribe.
Esteban Ureña, de "Bestiario de amor", pp. 67-68.
La mosca en cuestión, no es cualquier mosca; sino la mosca de Virgilio.
Lo que más me gusta de estos poemas es que parecen bloquearme la lógica con la lógica misma, lo que me deja con una sola opción: percepción onírica y sensorial.
Mon: está bien, me quedo con mi diversión y con la ambiguedad.
Saludos a todos y gracias por la visita y sus comentarios.
I y II, por el contrario, me parecieron, sí hermosos, pero incisivos, con imágenes tan claras que hieren la susceptibilidad desde el recuerdo.
Tavo: es sumamente maduro el libro de Esteban, y eso se agradece, definitivamente. Creo que sería asunto de nunca acabar ver las imprudencias adolescentes que cometemos.
En cuanto a "minutos" me pica, me pica, pero mejor prudencia, como la de Esteban.
Saludos.