Jardín de la casa materna, enero de 2010 (Foto: GJSA, archivo personal)
¿Qué son “las cosas”? No sabemos, pero hace varios siglos Lucrecio intuía algunas respuestas en La naturaleza de las cosas. Y desde entonces (o quizá mucho antes), los textos sobre cosas han poblado la tierra, igual que las cosas mismas. De hecho, más recientemente, entre otros, por ahí ya circulaba Breve historia de todas las cosas, de Marco Tulio Aguilera Garrmauño. Recientemente, el premio Alfaguara de novela 2011 recayó en El ruido de las cosas al caer, de Juan Gabriel Vásquez. Ambos autores colombianos. Ambos títulos hermosos. Pero en otras geografías también hay cosas, y ayer 18 de julio, El País publicó la noticia de una edición en español de la poesía del polaco Czesław Miłosz. La antología de Miłosz se llama Tierra inalcanzable, pero la noticia estaba encabezada por un maravilloso título: “El nombre auténtico de las cosas”. Ya no había pretextos, inmediatamente escribí este poema, cuyo título no puede rivalizar con ninguno de los tres citados, pero cuyas imágenes quizá pertenezcan al mismo reino de la imaginación.
Las cosas
Hoy escribí sobre las cosas.
Sus pesadas formas y contornos.
Escribí sobre las cosas
porque había leído sobre ellas.
Porque el aliento de los objetos
dibuja en mi cara un gesto impreciso
y entiendo entonces cuál es el camino.
Rodeo la casa de mis padres
para observar con cuidado
todos los muebles que se han apilado,
las capas de pintura y las remodelaciones
que se ocultan suavemente en la memoria.
Recorro los jardines y escucho a mi madre
mientras llama a todos a la mesa.
El jardín de la casa grande ha cambiado.
Hoy sería más fácil limpiarlo,
recoger las hojas de los sábados,
encalar los troncos de limoneros
injertados por mi padre
en una tarde cualquiera
de los años ochenta.
Sería refrescante cortar el zacate,
regar las plantas
y mover la mariposa
después de varias horas de olvido.
Pero todo eso es una ilusión,
como las cosas que se quedan con nosotros
aunque no sepamos dónde están.
Los muebles, las capas de pintura, el zacate,
los troncos encalados y la voz de mi madre
vienen de una dimensión
que no podemos comprender,
pero que va formando nuestra vida
con el sentido ajeno de todas las cosas
que hemos dejado al partir.
San José
18 de julio de 2011
18 de julio de 2011
Comentarios
No sé, creo que a nivel de poesía y sobre todo por el tema que tratás, se podrían haber intentado imágenes por versos o a lo mejor por estrofas, y no intentar una imagen solamente en el poema como totalidad, ésta última opción es la que me parece que intentaste, pero se me plantea un tanto forzada en cuanto a lo que esperaba con la generalidad propuesta en el título.
Saludos!
Yo prefiero remitirme a los sentimientos que me provoca tu poesía, una mezcla de nostalgia y melancolía. Tus imágenes son tan nítidas y sencillas que fácilmente las pude visualizar en mi mente.
Justamente, me recordaste el sentir que me produce Silvio Rodríguez con su bellísima canción "¿A dónde van?", supongo que la habrás escuchado. Con la diferencia que vos le das respuesta a la pregunta del cubano cuando dice: "¿a dónde van los pequeños terribles encantos que tiene el hogar?"...
Me gusta tu estilo.
Saludos,
Katmarce--
submarinopimienta.blogspot.com
Verny: entiendo lo de la prosa, y sí, quizá se deba a ese preámbulo. Lo puse porque en realidad lo que publico en el blog es con ánimo de hacer taller. (Sí me debés el desarrollo sobre la prosa y la poesía).
Sobre lo otro, es justamente lo que busco. La poesía en español tiende a generar metáforas en cada veros, en cada parte. Y no está mal, y así es como he venido aprendiendo, pero desde hace un rato busco alejarme de eso.
Por el contrario, la poesía inglesa o alemana, por citar dos casos, es capaz de generar una sola imagen: concreta, clara, como un huevo, sin fisuras. Aunque este intento mío tenga muchas fisuras.
Kat: pues eso era lo que intentaba. Es un poema melancólico.
Claro que conozco la canción de Silvio, y también está "Aquellas pequeñas cosas", de Serrat. También tenía en mente un poema de Montale y uno de Giogia, que traduje, y están por aquí mismo en el blog.
Por eso decía en la introducción que son muchsíimos los textos que usan la palabra "cosas2 en su título o que juegan con esa idea de "las cosas". Eso ero lo que intentaba.
Saludos a los tres y gracias por pasar
Saludos,
Juan Carlos: así es, y que mejor ejemplo de ello que el libro que Foucault dedica al tema: "Las palabras y las cosas".
También suele suceder que uno se olvida de algo, y cuando acomoda, al verlo decide que tiene un gran valor sentimental, y lo vuelve a amontonar, hasta que un día se da cuenta de que definitvamente no valía mucho.
Saludos y gracias por pasar