Imagen: Salvador Dalí, El Angelus arquitectónico de Millet (1933), óleo sobre lienzo, 73 x 61 cm , Madrid: Museo Nacional Reina Sofía.
El enterrador
Aquí yace la sombra:
allá la duda,
allá el misterio,
más allá los tejados, las montañas.
Y allá, mucho más allá
de donde el tiempo imagina,
las mañanas y el espejo
de otros nombres y otras sombras.
(p. 1)
Duelo
Tocaban las hojas su cuerpo herido.
Debajo de la falda
volaban mariposas
que el viento colgaba en algún rincón.
Nada podía el silencio
contra el dolor,
ni la mañana contra el mundo gris.
A las ocho retiraron el cuerpo.
De las profundas horas
y los profundos rezos
nadie recuerda ni un segundo o menos,
solo el mortal latido
de la niña enterrada en el salón.
(p. 29)
Balada
Hoy me duele más que nunca tu mirada.
Hoy me duele esta casa, tan grande y tan vacía.
Me duele el deseo y me sabe a tiempo tu palabra.
Me duelen las distancias, me duelen las ventanas,
y las notas de un piano sumergido en las tinieblas.
Esta mañana es una de esas
que irrumpen en tu cuarto y te desnudan en silencio,
te acosan y te gritan con sonidos secos,
con nombres sordos, con espejos brillantes
que no cesan de iluminar una esquina,
un recodo de mi pecho, una estancia del recuerdo.
Esta mañana está vacío el mundo y quietas las aguas.
Están detenidos los almuerzos y las reuniones,
están abarrotadas las librerías y vacíos los cafés.
En una esquina de mi cuarto escucho el llanto.
Escucho tu latir desesperado y tus venas agolpadas.
Hace ya tantos días y mi hermano no regresa.
Su cuarto está vacío desde el último rincón del sueño.
Tiemblo en las tardes al pensar que no se duerme,
tiemblo al recordar que su nombre es una tumba
y su alma una montaña.
De todos los que lloran,
es mi madre quien más sufre:
come a deshoras y habla poco.
(p. 31)
Los tres poemas forman parte del libro La condena, de próxima aparición por la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia.
Comentarios
Me di frío en el pecho. Que bien escrito está.
Un Saludo. Jabier.
Me gusta además que no me pierde, me siento interpelado y desciendo en ese poema y me sumerjo en él, pienso en mis duelos, en mis lutos, en las pérdidas irreparables que he tenido.
Curiosamente las aluciones a la madre en tu poesía son recurrentes...
Saludos.
Leandro: concuerdo con vos, aunque en este caso es a posteriori. Tan borgeano es que los versos son medidos. El segundo también es medido, aunque con ciertas libertades. Y el úlitmo, pues sí, terrible.
Germán: cuando puse los textos, no me percaté de que de alguna forma guardan una cierta relación. En el libro no están seguidos, pero el tema de "la condena" y la muerte, es lógico que atraviesan todo el texto.
El que no te "perdás", me hace creer que estoy logrando algo de lo que he venido buscando, así que me alegro por eso. Claro, el tercer poema es como del 2004, si mal no recuerdo. El 1 también, y el 2 del 2000.
Sí, me he dado cuenta de que mi madre aparece más de lo que esperaría.
Alexánder: gracias por tu apreciación. Como le decía a Germán, son de épocas distintas, y varían en estilo y en su ubicación en el libro, pero se relacionan por la idea de la muerte.
Un saludo, y gracias a los cuatro por su visita y sus comentarios.
Al pensar en una imagen para el post, lo primero que se me ocurrió fue precisamente El Angelus, pero en la versión de Millet. Al final me decidí por esta versión de Dalí. Lo que más me llama la atención de estas pinturas es la contención, como en toda gran obra de arte: algo terrible se encierra ahí donde vemos a una pareja meditando, inmóviles, silenciosos.
Algunas interpretaciones creen ver en el cuadro de Millet el entierro de una niña, la hija de los dos campesinos.
Y bueno, en cuanto al libro, paciencia, paciencia (me lo digo a mí mismo), pero si todo sale bien, yo espero que en mayo ya esté listo.
Saludos y gracias por la visita.