Imagen: Masaccio, Adán y Eva expulsados del Paraíso (1425), fresco, 208 x 88 cm, Capilla Brancacci, Santa María del Carmine, Florencia.
Un poema reproduce el universo: sus formas y sus ritmos. ¿Un objeto? Podríamos ver en esta idea un resabio del formalismo o del estructuralismo; sin embargo, debemos entender ese objeto como una máquina productora de significantes: siempre nuevos y distantes. La idea de los signos en rotación[2] (Paz, 1971), tomada de manera fortuita, liga con la visión de una maquinaria, sus piñones y arandelas en movimiento, en producción. La diferencia es que la vastedad de esa máquina es sólo comparable con la maquinaria que mueve (¿rige?) el universo. Como un libro de arena, cada vez las posiciones son variantes de un sonido lejano que se escucha y jamás se repite; como un infinito juego de ajedrez, donde cada movimiento implica infinita cantidad de movimientos similares para contrarrestarlo. Esta noción es compartida por la mayoría de teóricos en la actualidad, como bien señalaba Umberto Eco: “l´œuvre d´art est un message fondamentalement ambigu, une pluralité de signifiés qui coexistent en un seul significant”[3](1965: 9)
El poema es tiempo y espacio: es el espacio de un momento inabarcable e innombrable, pero cercano y terreno. La aporía, la paradoja y la contradicción provienen de nombrar el mundo para abolirlo y tomar su lugar. La poesía se vuelve (in)habitable, y entonces se debe retornar al orden natural, original, génesis perpetua: caos. “-cada sociedad está edificada sobre un poema” (Paz, 1998c: 91), un poema porque el lenguaje es el que construye la cultura (la constituye), para posteriormente destruirla y renovarla; sin embargo, esas sociedades deben permitirle al ser humano su condición de vida y existencia, para no arrojarlo al vacío inexorable de la nada. “La idea de correspondencia universal es probablemente tan antigua como la sociedad humana. Es explicable: la analogía vuelve habitable al mundo” (Paz, 1998c: 102). Es a través de la comparación que el ser humano logra reconciliarse con su ser escindido, con su radical expulsión del paraíso. Mediante la parábola o la alegoría somos capaces, no de entender, que es fácil, sino de aceptar el universo como un mundo posible, finito y acorde con nuestra medida: la poesía entonces es la encargada de crear un espejismo porque es el discurso de la semejanza: la poesía (y el arte en general) es el intento del ser humano por volver a las praderas perfectas del nirvana, del útero: paraíso. Las diferencias quedan abolidas en el poema.
Notas
1 Tomado de Gustavo Solórzano Alfaro (2006), “Del amor y la poesía: Un acercamiento a la poética de Octavio Paz”, en Revista de Filología y Lingüística de la Universidad de Costa Rica, vol. XXXII, n.º 2, julio-diciembre de 2006, San José: EUCR, pp. 121-137; Espéculo, n.º 37, nov. 2007-feb. 2008, Universidad Complutense de Madrid. Aquí el texto completo.
2 En referencia al título del libro de Octavio Paz Los signos en rotación y otros ensayos.
3 “La obra de arte es un mensaje fundamentalmente ambiguo, una pluralidad de significados que coexisten en un solo significante.” (Trad. del autor).
Referencias
Eco, U. (1979). L´ œuvre ouverte [Obra abierta]. France: Éditions du Seui.
Paz, O. (1998). Los hijos del limo (5ª ed.). Barcelona: Seix Barral.
______ (1971). Los signos en rotación y otros ensayos. Madrid: Alianza editorial.
Un poema reproduce el universo: sus formas y sus ritmos. ¿Un objeto? Podríamos ver en esta idea un resabio del formalismo o del estructuralismo; sin embargo, debemos entender ese objeto como una máquina productora de significantes: siempre nuevos y distantes. La idea de los signos en rotación[2] (Paz, 1971), tomada de manera fortuita, liga con la visión de una maquinaria, sus piñones y arandelas en movimiento, en producción. La diferencia es que la vastedad de esa máquina es sólo comparable con la maquinaria que mueve (¿rige?) el universo. Como un libro de arena, cada vez las posiciones son variantes de un sonido lejano que se escucha y jamás se repite; como un infinito juego de ajedrez, donde cada movimiento implica infinita cantidad de movimientos similares para contrarrestarlo. Esta noción es compartida por la mayoría de teóricos en la actualidad, como bien señalaba Umberto Eco: “l´œuvre d´art est un message fondamentalement ambigu, une pluralité de signifiés qui coexistent en un seul significant”[3](1965: 9)
El poema es tiempo y espacio: es el espacio de un momento inabarcable e innombrable, pero cercano y terreno. La aporía, la paradoja y la contradicción provienen de nombrar el mundo para abolirlo y tomar su lugar. La poesía se vuelve (in)habitable, y entonces se debe retornar al orden natural, original, génesis perpetua: caos. “-cada sociedad está edificada sobre un poema” (Paz, 1998c: 91), un poema porque el lenguaje es el que construye la cultura (la constituye), para posteriormente destruirla y renovarla; sin embargo, esas sociedades deben permitirle al ser humano su condición de vida y existencia, para no arrojarlo al vacío inexorable de la nada. “La idea de correspondencia universal es probablemente tan antigua como la sociedad humana. Es explicable: la analogía vuelve habitable al mundo” (Paz, 1998c: 102). Es a través de la comparación que el ser humano logra reconciliarse con su ser escindido, con su radical expulsión del paraíso. Mediante la parábola o la alegoría somos capaces, no de entender, que es fácil, sino de aceptar el universo como un mundo posible, finito y acorde con nuestra medida: la poesía entonces es la encargada de crear un espejismo porque es el discurso de la semejanza: la poesía (y el arte en general) es el intento del ser humano por volver a las praderas perfectas del nirvana, del útero: paraíso. Las diferencias quedan abolidas en el poema.
Notas
1 Tomado de Gustavo Solórzano Alfaro (2006), “Del amor y la poesía: Un acercamiento a la poética de Octavio Paz”, en Revista de Filología y Lingüística de la Universidad de Costa Rica, vol. XXXII, n.º 2, julio-diciembre de 2006, San José: EUCR, pp. 121-137; Espéculo, n.º 37, nov. 2007-feb. 2008, Universidad Complutense de Madrid. Aquí el texto completo.
2 En referencia al título del libro de Octavio Paz Los signos en rotación y otros ensayos.
3 “La obra de arte es un mensaje fundamentalmente ambiguo, una pluralidad de significados que coexisten en un solo significante.” (Trad. del autor).
Referencias
Eco, U. (1979). L´ œuvre ouverte [Obra abierta]. France: Éditions du Seui.
Paz, O. (1998). Los hijos del limo (5ª ed.). Barcelona: Seix Barral.
______ (1971). Los signos en rotación y otros ensayos. Madrid: Alianza editorial.
Comentarios
Muy curioso el asunto de la analogía, de la parábola y la alegoría como espacio de reconciliación; merece atención.
J.P
PD. ¡Te agradezco el comentario! A pesar de que ignoro qué antología podría acomodarse, vos conocés mejor que yo los criterios perversos de esas pequeñas obras tan rococó; sin embargo, yo me contento con un pequeño rincón en la Antología Palatina.
J.P. Creo que Blanchot es un autor al que debo volver.
Saludos a ambos y gracias por pasar.
Poesía y amor: imposibles ambos.
Me gusta la comodidad de la semajanza pero también el desasosiego de la disonancia, de la diferencia, de lo que me causa extrañeza y me distancia.
Efectivamente, tenés razón. En el fondo, esa es la premisa de este trabajo: la poesía y el amor como vehículos de liberación, pero solo momentánea, porque existe un imposible en ambos.
Saludos y gracias por pasar.
:)
Saludos.