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In memóriam I: Octavio Paz, a diez años (seis meses y seis días)

Elegía interrumpida

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al primer muerto nunca lo olvidamos,
aunque muera de rayo, tan aprisa
que no alcance la cama ni los óleos.
Oigo el bastón que duda en un peldaño,
el cuerpo que se afianza en un suspiro,
la puerta que se abre, el muerto que entra.
De una puerta a morir hay poco espacio
y apenas queda tiempo de sentarse,
alzar la cara, ver la hora
y enterarse: las ocho y cuarto.

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
La que murió noche tras noche
y era una larga despedida,
un tren que nunca parte, su agonía.
Codicia de la boca
al hilo de un suspiro suspendida,
ojos que no se cierran y hacen señas
y vagan de la lámpara a mis ojos,
fija mirada que se abraza a otra,
ajena, que se asfixia en el abrazo
y al fin se escapa y ve desde la orilla
cómo se hunde y pierde cuerpo el alma
y no encuentra unos ojos a que asirse...
¿Y me invitó a morir esa mirada?
Quizá morimos sólo porque nadie
quiere morirse con nosotros,
nadie quiere mirarnos a los ojos.

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al que se fue por unas horas
y nadie sabe en qué silencio entró.
De sobremesa, cada noche,
la pausa sin color que da al vacío
o la frase sin fin que cuelga a medias
del hilo de la araña del silencio
abren un corredor para el que vuelve:
suenan sus pasos, sube, se detiene...
Y alguien entre nosotros se levanta
y cierra bien la puerta.
Pero él, allá del otro lado, insiste.
Acecha en cada hueco, en los repliegues,
vaga entre los bostezos, las afueras.
Aunque cerremos puertas, él insiste.

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Rostros perdidos en mi frente, rostros
sin ojos, ojos fijos, vacïados,
¿busco en ellos acaso mi secreto,
el dios de sangre que mi sangre mueve,
el dios de yelo, el dios que me devora?
Su silencio es espejo de mi vida,
en mi vida su muerte se prolonga:
soy el error final de sus errores.

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
El pensamiento disipado, el acto
disipado, los nombres esparcidos
(lagunas, zonas nulas, hoyos
que escarba terca la memoria),
la dispersión de los encuentros,
el yo, su guiño abstracto, compartido
siempre por otro (el mismo) yo, las iras,
el deseo y sus máscaras, la víbora
enterrada, las lentas erosiones,
la espera, el miedo, el acto
y su reverso: en mí se obstinan,
piden comer el pan, la fruta, el cuerpo,
beber el agua que les fue negada.

Pero no hay agua ya, todo está seco,
no sabe el pan, la fruta amarga,
amor domesticado, masticado,
en jaulas de barrotes invisibles
mono onanista y perra amaestrada,
lo que devoras te devora,
tu víctima también es tu verdugo.
Montón de días muertos, arrugados
periódicos, y noches descorchadas
y en el amancer de párpados hinchados
el nudo corredizo, la corbata,
y ya se pagan las luces en la calle
-saluda al sol, araña, no seas rencorosa-
y más muertos que vivos entramos en la cama.

Es un desierto circular el mundo,
el cielo está cerrado y el infierno vacío.

Octavio Paz, de Libertad bajo palabra, en Obra poética (1935-1988), Barcelona: Editorial Sexi Barral S.A., pp. 87-89.

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Comentarios

Gustavo Adolfo Chaves ha dicho que…
Paz, Paz, Paz... Cada día entiendo más lo grande que fue el viejo. Confieso que viví peleado con su poesía por mucho tiempo, pero poco a poco me voy dando cuenta... Pacho que lo recordés con uno de mis poemas favoritos de él, sobre el que escribí en algún momento un poema que dejo aquí por puro respeto al tiempo ido, porque en realidad fue uno de tantos intentos frustrados:

9. Escolio a Octavio Paz

Si de las puertas a morir hay poco espacio
es porque por ellas salen y entran
todas las distancias
con todas sus ausencias.
Como si fuera un autobús infrecuente
el tiempo pasa,
va lleno
y no para
por nosotros.
Anónimo ha dicho que…
La obra de Paz es realmente colosal. Con él me sucedía igual que con Borges; de aquel me gustaban sus ensayos, y de este los cuentos, pero me resistía ante sus poemas. Poco a poco fui dejándome seducir, hasta ser un devoto de ambos y tenerlos de "primeros" en mi "greatest hits".

Nada mal los versos del 5 al 9. Me gustan. Si a vos no te gustaron, a lo mejor podrías reelaborarlos (si no lo has hecho ya). ¿Y ese n.º 9 es porque pertenece a algún poemario?

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