
El Ulises, de Joyce
Un tipo está cagando.
Otro se pasea por las calles de Dublín con un pedazo de carne en el bolsillo, mientras su mujer, en un monólogo que ha pasado a ser un clásico de la literatura del siglo XX, rememora su infidelidad.
Los miserables, de Victor Hugo
Durante 919 páginas (en la edición de Porrúa)*, Jean Valjean demuestra que lo imposible existe.
Javert, cansado de ello, se suicida.
Crimen y castigo, de Dostoievski
Raskolnikof asesina a una señora que tiene una casa de empeño.
Como Nietszche aún no escribe Así habló Zaratustra, la conciencia del joven ruso le gana la partida.
La guerra y la paz, de Tolstoi
El título habla por sí solo.
Ana Karenina, también de Tolstoi
Este relato no es necesariamente sobre la guerra o sobre la paz, pero curiosamente, su título también es bastante claro: la novela cuenta la historia de la señora Ana Karenina, quien en la vida real es Jane Seymour.
El hombre sin atributos, de Musil
Sé que son cuatro tomos, y aún así, parece que quedó inconclusa.
A la búsqueda del tiempo perdido, de Proust
En siete tomos, el tipo es incapaz de encontrarlo; y para colmo, en el tomo seis también pierde a Albertina. Bueno, no es que la pierda, más bien ella se va.
En otro orden de cosas, nos revela que las bolsitas de té de la época eran muy resistentes.
El castillo, de Kafka
Ser agrimensor no es rentable.
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Cervantes
Esta novela no es otra cosa que la aventura de un lector.
Un tipo está cagando.
Otro se pasea por las calles de Dublín con un pedazo de carne en el bolsillo, mientras su mujer, en un monólogo que ha pasado a ser un clásico de la literatura del siglo XX, rememora su infidelidad.
Los miserables, de Victor Hugo
Durante 919 páginas (en la edición de Porrúa)*, Jean Valjean demuestra que lo imposible existe.
Javert, cansado de ello, se suicida.
Crimen y castigo, de Dostoievski
Raskolnikof asesina a una señora que tiene una casa de empeño.
Como Nietszche aún no escribe Así habló Zaratustra, la conciencia del joven ruso le gana la partida.
La guerra y la paz, de Tolstoi
El título habla por sí solo.
Ana Karenina, también de Tolstoi
Este relato no es necesariamente sobre la guerra o sobre la paz, pero curiosamente, su título también es bastante claro: la novela cuenta la historia de la señora Ana Karenina, quien en la vida real es Jane Seymour.
El hombre sin atributos, de Musil
Sé que son cuatro tomos, y aún así, parece que quedó inconclusa.
A la búsqueda del tiempo perdido, de Proust
En siete tomos, el tipo es incapaz de encontrarlo; y para colmo, en el tomo seis también pierde a Albertina. Bueno, no es que la pierda, más bien ella se va.
En otro orden de cosas, nos revela que las bolsitas de té de la época eran muy resistentes.
El castillo, de Kafka
Ser agrimensor no es rentable.
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Cervantes
Esta novela no es otra cosa que la aventura de un lector.
* En el original: 946, edizione di Tascabili Bompiani (Nota del Trad.).
(Trad. de Gustavo Solórzano Alfaro. Tomado de Gabriele Servet, Come vivere senza letteratura [Cómo vivir sin literatura], Bompiani: Milano, 2005, p. 48.)
Comentarios
Como la de Bayard, la idea de Servet es estimulante. La no-lectura, en ese contexto, es un proceso creativo basado en puro desconocimiento, opiniones ajenas, el rápido escrutinio y el olvido. Se puede hablar perfectamente de un libro recurriendo a las generalidades.
De los que citas, los resúmenes de “Ana Karenina” y “El castillo” son los mejores. Ya probé su eficacia en una conferencia sobre literatura europea que di esta mañana. Te alegrará saber que también hablé de “El barón rampante”, de Italo Calvino; esto dije: vivir en las ramas provoca estreñimiento.
Maamkio.
Sin embargo, volviendo a Servet, lo que podemos apreciar en sus textos, más allá del humor y la fina ironía, es quizás uno de los procesos más completos y complejos de lectura, aquel en el que se logra llegar a la esencia desprovista de abalorios, a la idea fundante del texto en su más pura simpleza... a la síntesis superior.
Este es tema para discutir pues nos lleva a cuestionar nuevamente esa simbiosis entre fondo y forma, ese contrapunto siempre presente en la literatura.
Buen aporte el del traductor.
Soy fan de Eco, y he leído algunos ircocervi, pero no esas "cartas". ¿Algún dato para ubicarlas?
Luis, me parece improbable que Servet hubiese leído las notas de Bayard. Lo que sí veo plausible es tu agudeza, jaja. Luego, como bien decís, su suicido es un dato "lateral".
En fin, hablar de libros que uno no ha leído no es así como así, hay que ejercitarse; requiere, más que tiempo, ingenio.
Me ha gustado esa interpretación de El barón rampante, por cierto, gran novela y muy buena esa trilogía de Calvino (Italo, por si las dudas).
Marco, gracias por tu primer comentario, espero que no sea el último. Y bien, no puedo más que señalar que tus afirmaciones son muy acertadas; aunque, y no por falsa modestia, no estoy del todo seguro de la traducción.
Maamkio (saludos)a los tres.